Mi cerebro parece no querer asimilar lo que mis ojos están viendo, puedo sentir mi corazón protestando dentro de mi pecho, latiendo desaforado mientras que el aire se hace cada vez más escaso en mis pulmones. Ella me observa con una mueca clara de desagrado y puedo escuchar como mi corazón se rompe un poco más al verla; en un instante vuelvo a ser esa chica deprimida que odiaba la vida, en un parpadeo, me convierto en la chica que necesita a su madre y que quiere sobre todas las cosas su aprobación, pero sobre todo su perdón.
Mi madre da un paso más dentro de la habitación y yo contengo la respiración cuando se acerca a donde me encuentro. Soy consciente que ella posiblemente vaya a lastimarme, pero la impresión de verla frente a mí, luciendo ese lindo vestido floreado, hace que recuerdos de mi infancia se instalen en mi mente y me hagan imposible retroceder. La tengo a escasos pasos y noto como sus ojos recorren todo mi cuerpo hasta detenerse un poco más en mis muñecas vendadas y magulladas. La veo hacer una mueca frunciendo el ceño antes que me vuelva a encarar.
El silencio se instala en la habitación, pesado e incómodo. La presión es cada vez mayor en mi pecho y antes que lo pueda controlar un sollozo se escapa de mis labios.
—Mamá...—Intento dar un paso hacia donde está, pero ella retrocede evitando que la toque.
Su rostro parece desencajado, y por un momento veo como su mirada se torna perdida, igual que cuando Davis murió. Su manos se cierran y abren y la confianza con que ingresó a la habitación hace unos minutos parece haberse evaporado totalmente de su cuerpo.
— Tu no eres mi hija, tu eres una asesina.
Sus palabras me golpean directo al corazón y por un segundo miles de disculpas pasan por mi mente y se aglomeran en la punta de mi lengua, listas para salir, dispuesta a suplicar perdón; pero no lo hago. En este último año he aprendido que no soy la asesina de Davis, no fui su verdugo y que fue él quien decidió ir en mi ayuda porque consideraba que mi vida era tan valiosa como la suya. De haber sido al revés sé que habría hecho exactamente lo mismo por él.
Por primera vez desde lo ocurrido elevo mi frente y la mantengo en alto mientras encaro a mi madre, no voy a permitir que me siga culpando, mucho menos ahora que ella de alguna manera se ha vinculado con el verdadero asesino de mi hermano. Su odio hacía mi debe ser realmente grande para haberla llevado a hacer algo como esto.
—No, no lo soy— Digo, tratando de controlar el temblor en mi voz— Yo soy tu hija. El asesino de mi hermano está pudriéndose en una cárcel muy lejos de aquí, ¡pero tu pareces preferir culparme a mi! — Mi voz se eleva y cierro mis manos en puños para controlar el temblor que ha invadido mi cuerpo.
La mirada de mi madre se oscurece ante mis palabras y ahora se ve incluso más enojada que hace unos minutos; sus ojos se mueven desorbitados por la habitación y su mandíbula está tan apretada que creo que puedo escuchar el crujir de sus dientes desde donde me encuentro. Su cabeza se empieza a mover de un lado a otro en lo que supongo es una negación a lo que acabo de decirle.
Así que insisto, necesito que ella entienda, que me entienda.
—Ni siquiera te ha importado lo que yo pasé ese día, él me salvó la vida, pero no fuí yo quien lo mató fue Austen, ¡justo después de haber intentado abusar de mi!
Los movimientos en su cabeza se vuelven mucho más violentos y sus manos viajan a su cabello apretando con fuerza las hebras, parece estar luchando con ella misma para controlarse y cuando una negación empieza a salir una y otra y otra vez de sus labios, me doy cuenta que ella sigue realmente mal. No es posible que estando en este estado hayan podido darle el alta.
—Tu tuviste la culpa, causaste la pelea con ese muchacho. ¡Te comportaste como una cualquiera y por tu culpa mi bebé está muerto!
Sus palabras me caen como una bofetada haciendo que retroceda por inercia, los ojos me pican, siento las lágrimas nublando mi visión. No soy tan fuerte para soportar esto, no importa cuanto me repita que no soy la culpable sus palabras me siguen lastimando, haciendome dudar y regresar al agujero negro donde me encontraba cuando llegué a River Hills.
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Lo que creíamos perdido ©
Teen Fiction¿Qué pasa cuando tu vida da un giro de 180 grados? Con la muerte de su hermano y ganas de empezar desde cero, Gabriel y su padre deciden comenzar de nuevo en un pequeño pueblo en busca de algo de tranquilidad. Lo que ella no tenía planeado, es que...