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Lento, suavemente, como si el tiempo nos perteneciera y el mundo fuera nuestro, su piel caliente me encanta, su cuerpo suave en cada sitio pero justo lo suficiente, fuerte y forjado, dulce, romántico.

De pronto pierdo la cordura y le muerdo, quiero morderlo en cada sitio, dejar marcas en su piel para que él sepa, que todos sepan, que puedan ver… él es mío y lo quiero, lo amo, lo adoro con cada fibra de mi ser de una forma que no creí posible.

Escucho sus gemidos fuertes resonando en mi cabeza, aquí no se contiene, aquí no tiene miedo, aquí es aún mejor de lo que pudo haber sido en cualquier cuarto de hotel, vuelve a mi la calma y acaricio su mejilla con la barba apenas crecida, me gusta verlo, que él me vea a mi, encontrar nuestros ojos y saber que estamos juntos en esto. Lo beso en los labios y deslizo mi lengua dentro, el la acepta y se ahoga un suspiro en nuestras bocas cuando empujo con más fuerza dentro suyo tratando de llegar un poco más adentro, mi lengua baila en su boca buscando la suya y yo me intoxico y me complazco en él, su saliva y la mía, la nuestra.

Debe ser amor.

Supe que sería amor cuando probé su saliva la primera vez y me pareció deliciosa.

Eso no pasa siempre, como él tuve amantes de una noche antes de encontrarlo, gente con la que me ponía asquerosa y apestosamente ebrio y me iba a la cama sin pensarlo dos veces y eso no era igual a esto, el sabor del alcohol encubría el desagradable de la saliva pero no lo suficiente, por la mañana no podía quitar de mi boca la sensación de haberme comido algo pasado, en mi abdomen la de haber hecho algo malo, la sensación de suciedad que provenía del interior por haber besado a un extraño, no que tuvieran mal aliento, no, es diferente, es esa sensación de que eso no es lo que quieres, que no te pertenece y que no deberías estar ahí, esa sensación de lo incorrecto.

Esa que no está.

Vuelvo a la realidad de un golpe...más exactamente de una mordida en mi pectoral, me sorprendo al notar que me ha mordido… nunca antes me había mordido con tal fuerza.

Mis ansias crecen como una maldición y le besó la boca con furia, le muerdo el labio inferior hasta que él gime para que pare, le penetro duro y con ganas y de pronto escucho el sonido obsceno que se produce, la madera de la cama cruje con el movimiento, lo tomo de los brazos y jalo de ellos para hacer un punto de apoyo.

- ¡Mierda! - maldice cuando me deslizo un poco más profundo dentro suyo
- Te amo - le digo y cuando jalo de sus brazos de pronto ya me ha saltado encima

Me encanta verlo hacer eso, cabalgarme, sus movimientos son rápidos y seguros, se apoya en mi pecho y yo lo sujeto de la cadera hundiendo mis dedos en su piel, apretando con tanta fuerza que sé que le hago daño, y eso me encanta, me encanta pensar en las marcas que tendrá por la mañana.

Los muslos le dolerán un montón, le mordí, le marqué, le di incluso algunas palmadas sobre ellos mientras aún estábamos abajo, dejamos la televisión encendida… que mal.

- Oh, mi amor hermoso - gemi roncamente, suena bien, suena delicioso
- Duele… - susurra, sé que se refiere a mis manos
- ¿Esto? - pregunto y lo aprieto más
- Ah, basta… - dice y entiendo, cuando él dice “basta” debo parar, sin embargo él también se detiene cuando lo suelto - me siento muy… mojado - dice y yo ruedo los ojos
- Solo me he corrido tres veces dentro tuyo… ¿Mojado de qué? - pregunto con burla, él me fulmina con la mirada

Está bañado en sudor, su piel se ve brillante bajo la luz de la lámpara de noche (porque si, afuera es medio día y he tenido que poner mis cortinas más oscuras porque él duerme de día), su cabello humedecido se pega por su rostro, sus lentes se han perdido desde ayer, ni idea de en dónde puedan estar… su barba y la mía han crecido por lo que a ambos se nos ha enrojecido la piel de los sitios por los que nos hemos besado, y hay ojeras bajo sus ojos porque no ha conseguido dormir bien, se ve encantador.

- Eres hermoso - le digo en el vacío y él me mira
- Maldito… - se ríe - sabes que yo pienso que estás todo bueno, solo quieres escucharlo de nuevo - dice y yo salto sobre él a empujarlo contra el colchón

Cae con las piernas aferradas a los lados de mis caderas y bajo ambas manos para apretar sus muslos un poco más, sólo un poco más… me encanta esa parte de él. Me ha estado ardiendo la espalda en la ducha desde que llegó, sus uñas se clavan en mi carne con fuerza, incluso una tarde tomó una foto… está dañada mi piel y eso generalmente me pondría molesto por mi perfeccionismo odioso pero en este caso, cuando ha sido él, cuando me ha besado de nuevo, cuando me deja follarmelo con singular alegría… ¿Qué más dan unas marcas en la espalda? Aún así esta vez aprieto sus manos contra el colchón mientras de nuevo me nuevo rápido, rápido y más rápido dentro suyo, quiero hacerlo llorar, gritar y una vez más pedir por más.

Los minutos pasan con prisa, el mueve sus caderas a mi ritmo, rápido, cada vez más rápido hasta que finalmente lo veo, sin aviso porque no ha podido dar más señal que dos jadeos por la boca terriblemente agudos, como si estuviera asustado.

Su grito me deja sordo.

Joder

Me encanta escucharlo gritar así, con esa fuerza, esa potencia, esa falta de miedo y el deseo de que todo mundo lo escuche.

Me aprieta mientras arquea su espalda y yo irremediablemente me derramo dentro suyo una vez más, suspiro y cuando finalmente siento que las piernas no van a sostenerme me dejo caer sobre él.

No le importa que lo aplaste, al contrario parece gustarle, se mueve suavemente, casi que involuntario, contra mi pene ya flácido pero aún dentro suyo, yo me río.

- ¿Quieres más, mi amor? - pregunto y él niega
- No a menos que tengas ganas de hacer todo el trabajo, no siento las piernas, excepto los muslos...esos me arden bastante - dice y suspira
- Mi culpa, lo siento - declaro pero él solo me abraza y hunde su nariz en mi cuello, me abraza así a veces, como si fuera un oso de felpa grande y esponjoso… tan lleno de amor.
- Podría acostumbrarme a eso… - susurra y lentamente se va quedando dormido

He ate my heart || MangettaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora