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—¿A dónde vamos? —Preguntó Patrick al ver que salían de la ciudad, ya que él pensaba que su cita sería en algún restaurante o algo así.

—Es una sorpresita, patito. —Sonrió Pete sin apartar la mirada del camino.

Patrick solo asintió y miró a través de la ventana, mirando el paisaje. Pete aprovechó y agarró la mano de Patrick, la otra sin apartarla del voltante. Patrick sonrió y entrelazó sus dedos junto con los del contrario, dándole un leve apretón así.

No era tarde, eran alrededor de las 5 de la tarde más o menos.

Ambos iban en silencio, Pete mirando hacia el camino y Patrick mirando el paisaje.

—Patrick... —Murmuró el ahora teñido, obteniendo la atención del mencionado.— You were the song stuck in my head... —cantó en un murmuro, haciendo sonreír al menor.— Every song that I've ever loved. —Siguió, pero ahí se detuvo.

Patrick sonrió y se inclinó, besando la mejilla de su novio.

—Eres tan adorable. —Murmuró en el oído contrario, obteniendo una pequeña risa de aquel.

Un rato después, llegaron a un bosque, a lo que se adentraron un poco en éste. Ya adentro del bosque, Pete estacionó el auto, así bajándose ambos de éste mientras que Pete bajaba una cesta. Se acercó al menor y lo tomó de la mano, de tal manera guiandolo  a cierto lugar.

Caminaron hasta llegar a un pequeño lago, el cual Patrick se sorprendió al ver, ya que se veía tan limpio y tan pacífico. Volteó a ver a Pete y le sonrió.

—Es tan hermoso —se acercó y besó dulcemente los labios de Pete.—, ¿cómo encontraste este lugar?

—Aquí venía antes para despejar mi mente.

De la cesta, Pete saca un mantel de cuadros colores blancos y rojos, lo acomoda en el suelo y luego ambos chicos se sientan ahí, frente a frente, con la cesta en medio de ambos.

—Digamos que no soy muy romántico así que solo esto se me había ocurrido. —Ríe sacando unos sándwiches de la cesta, haciendo reír igual a Patrick.

—Qué romántico. —Habló el menor sarcásticamente riendo.

Comieron mientras reían y hablaban. Patrick admiraba el paisaje y Pete simplemente admiraba a Patrick, sintiéndose tan enamorado como el primer día. Cuando terminaron de comer, Pete agarró a Patrick de la mano y lo jaló, así obligándolo a levantarse con él.

Pete apegó su cuerpo junto con el de Patrick, pasando los brazos del contrario por sus hombros y pasando los de él por la cintura del menor. Comenzaron a bailar lentamente, como esos que hacen en los bailes escolares cuando ponen una canción lenta. Bailaron debajo del cielo púrpura, haciendo que Patrick sintiera todo más romántico.

Estuvieron así un rato, hasta que Pete se detuvo y se separó un poco para poder ver bien al menor.

—¿Estás bien? —Preguntó sin razón alguna.

—Claro que sí. —Rió el menor.— ¿Por qué?

—Por nada, solo preguntaba. —Sonrió y besó los labios contrarios.

Cuando se separaron, Pete metió una mano en un bolsillo, dejándolo reposar ahí y suspiró.

—Patrick, ¿qué puedo decir? No tienes ni idea de cuánto te amo, podría decírtelo una y mil veces hasta que te canses de escucharlo. Te amo más que tocar el bajo a todo volumen por las noches, y vaya que eso es decir mucho. —Bromeó el mayor.— No sé cómo describir lo tanto que te amo, es algo que no puedo explicar y que no creo que podría llegar a hacer algún día. Antes de conocerte... Bueno, he tenido parejas antes de ti, pero nunca sentí algo tan fuerte con ellos como lo siento contigo. Lo que siento por ti es algo tan fuerte que hasta me duele. Desde el día en que te conocí, supe que tú tenías un toque diferente a las demás personas, algo que te hace diferente a los demás, algo que simplemente amo de ti. Desde el primer día en que comenzamos a salir, supe que ese era el mejor día de mi vida, y desearía volver al tiempo solo para ver cómo me decías que sí, porque, joder, no sabes cuán feliz me dejaste el resto de la semana. —Ríe un poco, soltando un suspiro.— Ni siquiera sé cómo explicar todo, te amo tanto. Siendo sincero, siempre pensé que algún día terminaría viviendo con 50 gatos —dice bromeando.—, pero llegaste tú y me hiciste cambiar ese pensamiento. La verdad nunca pensé que me seguirías hablando aunque haya confundido solo un número del de Brendon. Siempre que tengo un mal día, siempre estás tú ahí para alegrarlo, y con tan solo verte me alegras toda la semana. Hay algo en ti que me vuelve loco, ese “algo” que me hizo enamorarme de ti y no de alguien más. Mierda... Podría besarte para explicarte todo, pero no lo haré, porque quiero hacerlo formal. Quiero estar contigo aún cuando tengamos 64, quiero estar a tu lado para siempre. Créeme cuando te digo que eres lo que más quiero en este mundo y que nunca me atrevería a hacerte daño. Y bien, sin más rodeos, Patrick Stump, ¿me harías el hombre más feliz del mundo haciéndome el favor de casarte conmigo? —Se puso de rodillas, sacando su mano del bolsillo junto con una pequeña caja, abriéndolo y dejando ver un anillo de oro. Patrick solo se cubrió la boca, intentando procesar todo lo que acababa de pasar.

Ambos se quedaron en silencio unos segundos, Patrick sin poder procesar la situación mientras que Pete solo sonreía. A Patrick no le salían las palabras a lo que solo asintió rápidamente una y otra vez, así aventándose a Pete, abrazandolo y besando sus labios. Se quedaron así hasta que tuvieron que separarse por la falta de respiración, pegando sus frentes.

—No sabes qué tan enamorado estoy de ti. —Ríe un poco, haciendo reír al menor igual.

—El solo pensar que estaré con el hombre que amo toda mi vida me hace tan jodidamente feliz. —Sonríe el menor, así volviendo a unir sus labios junto con el mayor.

Se separaron un poco después y el mayor le colocó el anillo en el dedo anular de la mano izquierda al menor, mirando éste por unos segundos.

—Se ve tan bien en ti. —Sonrió alzando la mirada hacia el contrario.

—Te amo. —Murmuró el menor.

Volvieron a besarse, ahora sentándose sobre el mantel en el suelo. También... Digamos que tuvieron un poco de diversión esa noche ahí.

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