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Pete llegó justo diez minutos después a la casa de Patrick. Se encontraba sobre su auto, tenía un poco de miedo de lo que sea que le diría Patrick, normalmente cuando alguien en una pareja dice “Tenemos que hablar” solía significar algo malo, y es lo que tenía Pete, que Patrick lo dejara o algo al estilo.

El pelinegro se preparó mentalmente, soltó un suspiro y sacudió sus manos, finalmente bajándose del auto. Caminó con poco miedo hacia la puerta, apenas tenían poco más de dos meses juntos, y no quería que acabara así de la nada. Llegó a la puerta y se quedó parado ahí por unos segundos. Nuevamente soltó un suspiro y finalmente tocó la puerta un par de veces.

Unos segundos después, se abrió la puerta, dejando ver del otro lado un Patrick llorando, destrozado. En cuanto vio a Pete, se lanzó sobre él y comenzó a llorar más. Pete solo se limitó a abrazarlo y acariciarle la espalda, mientras que Patrick lo abrazaba fuertemente mientras lloraba sobre su hombro.

Cuando se calmó un poco, entraron a la casa del rubio, sentándose sobre el sofá para tres, aún abrazados. Patrick se limpió el rostro con una mano y le sonrió a Pete.

—¿Quieres contarme lo que pasó? —Preguntó Pete en un susurro, Patrick simplemente asintió. Se quedaron en silencio unos segundos, Patrick buscando las palabras exactas de lo que diría, Pete solo esperando la respuesta.— Si quie–

—Mi mamá falleció esta mañana. —Soltó de la nada, comenzando a llorar nuevamente.

Pete no supo qué decir, a lo que nuevamente comenzó a acariciar la espalda de Patrick. Quería decir algo, pero no algo cliché como el “Está en un lugar mejor” ni nada así, pero no tenía otra opción. Le dijo eso y más, el rubio solo asintió soltando un sollozo. Intentó dejar de llorar, pero no lograba.

—Llora si quieres, —susurro Pete.— llorar es bueno, y aquí estoy para ti. —Hizo pequeños círculos con un dedo sobre la espalda de Patrick, éste alzando la mirada hacia el pelinegro y soltó una pequeña risa como pudo.

—Soy tan afortunado de tenerte, en verdad. —Habló Patrick entre sus sollozos, ahora no llorando por su madre, sino por tener a Pete a su lado.

—Y yo a ti. —Susurró el pelinegro, besando la cima de la cabeza del rubio.

Se quedaron unos minutos en silencio, Pete aún acariciando la espalda de Patrick aunque éste ya haya dejado de llorar. Patrick aprovechó su posición y besó un poco el cuello de Pete, a lo que el contrario solo soltó una pequeña risa.

—¿Irás al funeral? —Preguntó Patrick entre susurros, apartándose un poco de Pete, así logrando verlo bien.

—Claro que sí, patito. Ahí estaré para ti. —Sonrió el pelinegro y besó los labios del rubio unos segundos.

Patrick agarró las mejillas de Pete y alargó el supuesto beso pequeño, así sentándose sobre el pelinegro y éste acomodando sus brazos alrededor de la cintura del rubio.

Segundos después, se separaron.

—Patrick... —Sonrió al sentir que los besos del anterior mencionado comenzaba a bajar por el cuello de Pete. Patrick solo lo calló con un pequeño beso.

—Quédate esta noche, no quiero estar solo. —Murmuró el rubio pegando su mejilla al hombro del pelinegro.

—Haré lo que sea por ti, Patty. —Sonrió Pete, acariciando la mejilla de Patrick, a lo que éste cerró los ojos.

—¿Lo que sea? —Preguntó entre risas el rubio, el pelinegro solo asintiendo.— Hay tantas cosas que quiero que hagas. —Susurra y ríe, al mismo tiempo que se sonroja.

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