Disparando A Matar

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El inspector Nakamori observaba a los cuatro niños con auténtico enojo. Le molestaba tenerles dando vueltas por ahí y entorpeciendo su trabajo. Todavía toleraraba al crío de gafas, ya que había demostrado tener algo de ingenio muchas veces.

En ese momento, una carta cruzó el aire volando y fue a chocar contra la vitrina de la joya.
Rápidamente se agachó a recogerla, y al ver que llevaba la firma de Kaito Kid, sintió que su corazón saltaba de emoción y júbilo. Él había acudido tal como anunció en su aviso. Por fin ese sería el día en que con actitud triunfante le esposaría las manos y borraría esa sonrisa presuntuosa de su cara.

Las luces se apagaron dejándoles a oscuras. Su cuerpo se tenso dispuesto a saltar sobre el ladrón en cuanto se mostrase sin el disfraz que estuviese usando. Escucho el sonido de varias armas cargándose y eso le sorprendió. Kaito Kid no solía usar armas de fuego. Y él no había dado orden de disparar a su equipo.

~~~~~~

Kid había lanzado la tarjeta con su firma con la intención de que el inspector Nakamori y el Detective distrajeran unos segundos su atención y así poder posicionarse en un ángulo más propicio sin ser visto.

Pulso el botón del aparato de control remoto que tenía en su mano y de inmediato las luces se apagaron.
En silencio se acerco a los policías que custodiaban la vitrina y rociándolos con spray somnífero les aturdió lo suficiente para que no se dieran cuenta de que sucedía.

"Esta saliendo todo a las mil maravillas. Como siempre Jii se preocupó por nada" - se dijo a sí mismo muy satisfecho.

Pero apenas había tomado la piedra en sus manos, cuando oyó que una pistola era cargada a su espalda por alguien que se le acercaba. ¿Le habían tendido una trampa? ¿Era alguien de la Organización?

- Dame la Tormenta Púrpura, Kid - dijo una voz de hombre que le era desconocida.

Con tantos policías, y los niños, no era lugar para hacerles frente. Tenía que salir de ahí. Rápidamente se dio la vuelta y lanzando una bomba de humo corrió hacia la puerta, pasando muy cerca de Conan. Oyó disparos detrás de él y un repentino latigazo de dolor le hizo dar un gemido. Disparo su pistola y lanzó su gancho contra el techo, izándose para pasar por encima de la multitud que se agolpaban en la entrada.

Corrió hacia las escaleras que subían a los pisos de arriba para salir por una ventana con su ala delta, intentando ignorar los disparos y los gritos de terror que quedaban a su espalda.

~~~~~~

-¡Mouri, yo me llevo a los niños, encargate tú de Ran y Sonoko! - le dijo el profesor Agasa a Kogoro una vez que habían salido del museo.

Éste asintió y condujo a las chicas hacia la calle. Ran se despidió de Conan y cada grupo fue en direcciones opuestas.

Ayumi lloraba desconsolada de miedo, mientras los chicos intentando hacerse los fuertes la animaban.

Conan permanecía callado, estaba aturdido por lo que había sucedido. Aquel grupo de hombres eran ladrones armados. Se habían aprovechado del caos creado por Kid para intentar hacerse con la joya, organizando un tiroteo contra la policía y contra el propio mago. ¿Quienes serían aquellos tipos? Esperaba que la policía los detuviese.

Antes de entrar en el coche del profesor junto a los demás, dio una última mirada en dirección al museo y vio que en ese momento una de las ventanas del último piso se rompía y una figura blanca salia volando. Kid se escapaba.

Pero... Algo llamó la atención de Conan.

Kid era un experto controlando su ala delta. Sin embargo, sus movimientos eran torpes, subía y bajaba y parecía que no tenía el control del todo. No había helicópteros cerca, y el aire de la noche era calmado, no había motivos para que no realizara un vuelo perfecto, ¿o es que acaso... acaso le sucedía algo que le impedía volar bien? A su memoria vino en forma de flash la imagen del momento en que empezaron los disparos, y que él había oído un gemido de dolor. ¿No estaría Kid herido?

Un motor de motocicleta arranco cerca de donde ellos se hallaban. Conan miro al piloto mientras salia de detrás de unos árboles y vio que dicha persona vestía completamente de negro y llevaba un casco muy elaborado que impedía ver sus facciones. Pero lo que hizo que el detective abriera mucho los ojos fue que a la espalda llevaba un gran rifle de caza, y que el desconocido tomaba la misma dirección en que se alejaba Kid planeando. ¡Iba tras él!

-¡Profesor, lleve a los niños a sus casas! - le grito a Agasa mientras cogía del maletero el patinete a propulsión que le había dejado al profesor para que lo reparara hacia un par de días.

-¡Pero Conan...! ¡Conan! - intentaron llamarle pero éste ya no les oía. Había encendido su patín y corría en pos del motorista.

La moto iba muy deprisa por la carretera. Poco a poco iba alcanzando a Kid. Conan apenas conseguía no perderles de vista. Le era difícil dar más velocidad a su patinete y esquivar los coches.

Estaban llegando ya al parque que se halla junto a la torre Thoto, cuando el motorista misterioso con una maniobra rápida se puso de rodillas en el asiento y cogiendo el rifle, empezó a disparar a Kid de seguido.

Cogido por sorpresa, el ladrón no pudo esquivar las balas que hicieron varios agujeros en la tela de su ala delta haciéndole caer al suelo.
Conan contempló con horror como esto sucedía y aceleró su patinete.

Llegó al claro de árboles donde se había estrellado Kid. A lo lejos vio la figura vestida de blanco del mago, tirada en el suelo y sin moverse. El ala delta estaba destrozado cerca. Bajándose del patín, corrió hasta él y lo primero que comprobó fue si estaba vivo.

Respiraba, pero con dificultad.
No había rastro de la persona de la moto. Quizás pensó que le había acertado cuando le vio caer y estaba ya lejos. Imposible saber quién era o si estaba relacionado con los hombres del museo.

Conan observo que en un costado la chaqueta de Kid presentaba una gran mancha roja que poco a poco se hacía más grande. Con cuidado le abrió la camisa. Estaba herido y perdía mucha sangre. Además ardía de fiebre.

Conan no sabía que hacer. Una llamada y la policía estaría ahí rápidamente.

Contempló al ladrón.

La tentación de quitarle el monóculo y el sombrero para ver su verdadero rostro era muy grande.

Pero...

Ladrón o no, era una persona que en ese momento necesitaba ayuda.

Suspiro profundamente y cogiendo su móvil, marcó un número de teléfono...

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