Obligado a avanzar a punta de pistola, Kaito seguía a aquellos cinco hombres por los largos túneles que formaban las alcantarillas. No dejaba de asombrarle el conocimiento que tenían de la red subterránea que recorría toda la ciudad. Se movían sin dudar ni errar un solo giro. Ahora entendía porque a la policía le era tan difícil hallar su escondite. Era como buscar una aguja en un pajar.
Aunque le habían devuelto su pistola de cartas, le habían advertido que no hiciera ningún intento de escapar, pues ante cualquier movimiento sospechoso uno de ellos enviaría con un aparato de radio una señal a su jefa y ésta haría explotar a Jii sin dudarlo. Por el momento no le quedaba más opción que permanecer a la espera. Al menos, con su traje blanco de nuevo puesto, Kaito Kid se sentía preparado para afrontar cualquier cosa que se avecinase.
El Inspector Nakamori literalmente gritaba las órdenes a su brigada tanto de tierra como a la que sobrevolaba el cielo en los helicópteros por la emisora del coche patrulla, mientras éste recorría a gran velocidad las calles de la ciudad en dirección al edificio de la Coorporación Suzuki, llenando la noche con el sonido de la sirena.
En el asiento de atrás le acompañaban Hattori y Conan. Ni habían pedido permiso para ello, simplemente se habían subido antes de que el coche se pusiera en marcha.
- Espero que estés en lo cierto con esto, Kudo – le susurraba en ese momento Hattori a su amigo.
- Yo también – le respondió Conan, sintiendo una gran ansiedad en el pecho. Ojala su deducción no fuera errónea, o tardía, y llegaran a tiempo de detener a los ladrones… y de ayudar a Kid.
Mientras tanto, Kaito y aquellos tipos habían llegado a una sección de los túneles con aspecto de haber sido reformado recientemente. Sin perder tiempo, los ladrones dejaron las mochilas que cargaban a sus espaldas y empezaron a organizarse. Dos de ellos se dispusieron a preparar y repartir las armas que usarían en su incursión, pistolas típicas de asalto, con silenciador y munición suficiente.Un tipo alto, tuerto de un ojo, y cuyo nombre clave Kaito había escuchado que era Rodio, estaba encargado de vigilarle. Con un movimiento rápido le había empujado hasta que su espalda había chocado con la pared opuesta, y había colocado su pistola debajo del mentón del mago para asegurarse que se mantuviera en esa posición.
Los otros dos ladrones sacaron masa explosiva que colocaron en puntos concretos de la pared. Ayudados con palancas de hierro, iban soltando los ladrillos conforme las explosiones que provocaban debilitaban el cemento, y para amortiguar el ruido, los ladrillos caían a colchonetas hinchables que colocaron debajo. Después de unas seis detonaciones habían abierto un agujero lo suficientemente grande para permitirles el paso y acceder al edificio.
Al pensar la policía que el objetivo era El Milagro Azul, apenas encontraron a unos pocos guardias de seguridad, a los que dejaron inconsciente de un golpe sorpresa. La Black Star se hallaba en el despacho principal de las oficinas, guardada en una vitrina que contaba con un sistema de seguridad basado en el reconocimiento de la voz. El cristal era blindado, a prueba de balas y explosivos. Al verlo, Kaito entendió porque le necesitaban para ese robo, porque él era capaz de imitar a la perfección la voz del presidente Suzuki.- Adelante muchacho – le sonrió con sarcasmo Rodio, mientras le daba empujones pequeños y le iba acercando a la vitrina – Es tu momento de gloria. Cumple tu parte y todo esto pasara a ser un mal sueño…
Kaito observo de reojo a los 5 individuos que se habían reunido en torno a él.
- Venga, ¿a qué esperas? – le presiono el que parecía encargado de dirigir el grupo.
Uno de ellos saco un móvil de su bolsillo y encendiendo la cámara, empezó a grabarle y el que estaba a su lado escondió su arma detrás de la espalda. Ese era su plan desde el principio, una vez que la vitrina estuviera abierta grabarían su muerte, y después de enseñársela a Jii-chan le matarían a él, y así cumplirían su venganza. Estaban tan seguros de su victoria que ni se esforzaban por disimular.
- “Vamos Detective… se me acaba el tiempo, ¿dónde estás?” – pensó Kaito mientras carraspeaba para modular la voz e imitar la de Suzuki.
En ese momento, el ruido hecho por varios helicópteros se escuchó. Las ventanas se iluminaron repentinamente por los focos encendiéndose y la estancia se volvió tan brillante que era imposible permanecer con los ojos abiertos. Los ladrones maldijeron y se cubrieron la cara con los brazos.
Kaito aprovecho para moverse rápido. El hombre que parecía el líder dio un grito de rabia y empezó a disparar en su dirección pero solo acertaba al vacío, pues el mago se había situado a sus espaldas. Debía encontrar al que poseía el aparato de radio y evitar que avisaran a su jefa si quería salvar a Jii.
Como una marea viviente, el Inspector Nakamori con sus hombres irrumpió en la sala. Los focos se apagaron y se encendieron las luces. Los ladrones al verse acorralados se lanzaron contra la policía. Se desato un caos de golpes, disparos lanzados al aire, pero todo parecía indicar que aquellos tipos llevaban las de perder. El inspector Nakamori tiraba de las caras que caían en sus manos buscando a Kid, gritando su nombre.Uno de los ladrones consiguió escapar y corría por los pasillos de las oficinas, con un agente pisándole los talones. El hombre se giraba y disparaba a su perseguidor, pero este esquivaba las balas y no perdía a su presa de vista. De pronto, de la nada, apareció un extintor de incendios lanzado contra sus piernas, lo que le hizo perder el equilibrio y caer al suelo, volando su arma de sus manos y yendo a parar lejos de su alcance.
Hattori corrió a echarse encima, inmovilizándolo. Detrás suyo Conan preparo su reloj por si debía dispararle, pero al ver acercarse al policía que le perseguía y agacharse para registrarle los bolsillos, lo bajo lentamente.
- ¿Kid, qué sucede? – Conan se había dado cuenta de que aquel agente era Kid disfrazado, pero no entendía que buscaba.
Kaito no le respondió, sus dedos se movían frenéticos por los bolsillos, hasta que topo con lo que buscaba y se apresuró a revisarlo. Comprobó que el aparato de radio no había enviado ninguna señal, y tirándolo contra el suelo lo rompió en pedazos, asegurándose así que no lo haría. Entonces miro a Conan y una sonrisa se dibujó en su rostro.
- Tardaste mucho en resolver la pista, Gran Detective – le dijo con tono burlón.
- No habría hecho falta si tu no hubieras sido tan imprudente – le devolvió la sonrisa Conan.
- Ya me regañaras más tarde. Esto aún no ha acabado – dijo Kaito mientras con un giro de su cuerpo se quitaba el traje de policía y volvía a vestir su traje blanco – Y para poner punto final a este show, necesitare que me acompañes…
Sin dar tiempo a Conan a reaccionar, Kaito le cogió por la cintura mientras que con su mano libre disparaba contra el cristal de la ventana varias cartas, rompiéndolo. El pequeño detective se vio de repente volando sobre la ciudad junto a Kaito, mientras Hattori lanzaba un grito llamándole.
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Destinos Cruzados
FanfictionDurante el robo de una joya en el museo Suzuki, Conan intentará atrapar una vez más al escurridizo mago ladrón Kaito Kid. Pero alguien más quiere la joya. Una banda de ladrones que fue enviada a la cárcel por el primer Kaito Kid, el padre de Kaito K...