Se Levanta El Telón

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Desde lo alto del rascacielos, una solitaria figura contemplaba la ciudad durmiente. El aire nocturno agitaba su blanco ropaje y hacia que su capa ondease hacia atrás.

Un escalofrío repentino le recorrió desde la base del cuello hasta el final de la espalda. Pero no fue a causa de que la temperatura aquella noche fuera especialmente fría.

No.

Algo le preocupaba. Tenía un mal presentimiento por el robo que iba a llevar a cabo en poco tiempo. Como si se avecinase algo importante.

Mentalmente revisó cada paso que llevaría a cabo. No podía permitirse cometer un solo error. Tenía que estar preparado para todo.

Su objetivo esa noche era la última adquisición del museo Suzuki, la Tormenta Púrpura, una curiosa amatista con intrincadas formas en su interior. Quizás también albergaba a Pandora, la mágica piedra que deseaba la Organización que asesinó a su padre hacia 8 años. Debía asegurarse.

Un amplio despliegue policial le estaría esperando, organizado por el inspector Nakamori para custodiar la joya. Pero eso no le preocupaba en absoluto.

Tampoco le preocupaba que hubiera dispuesta alguna trampa elaborada para capturarle, ya que el viejo Jirokichi no iba a estar presente, por hallarse fuera de la ciudad.

Pero con toda seguridad, la mayor amenaza a la que se enfrentaría sería EL.

El pequeño detective de gafas, que siempre aparecía para torcer sus planes y veía a través de sus trucos. Su relación con la familia Suzuki provocaba un enfrentamiento entre ellos siempre que el magnífico Kaito Kid enviaba un aviso. Y estaba seguro que esa noche no sería diferente. Sería un gran duelo.

Una voz resonó en su oído, proveniente del transmisor que llevaba, sacándole de sus pensamientos.

- Joven Kaito... - oyó la voz de Jii - aún está a tiempo de echarse para atrás y dejar este robo. Aquí la vigilancia es muy estricta, hay muchas cámaras de seguridad.

- Ya ya Jiichan - le corto Kaito - no empieces otra vez. Voy a hacerlo si o si. Estate en tu puesto y haz lo que acordamos cuando llegue el momento.

- Como diga Joven Amo...

A Kaito le dolía ser tan brusco con él, al fin y al cabo solo se preocupaba por su seguridad. Pero si quería sacar a la luz a los que mataron a su padre, no podía echarse atrás.

Quedaban 15 minutos para que comenzara el show. Respiro una vez profundamente. Poco a poco su poker face fue apareciendo en su rostro. Pasara lo que pasara, nunca debía perderla.

~~~~~~~~~

Conan echo una rápida mirada a su reloj. Diez minutos para la hora anunciada por Kid. El cuerpo del pequeño temblaba con una emoción contenida. Descubrir el truco del mago, perseguirlo y atraparlo eran situaciones que le llenaban de adrenalina. Y es que los robos de Kaito Kid siempre eran emocionantes.

La familia Suzuki había pedido a Kogoro Mouri que participara en la captura del ladrón. Eso por supuesto había subido mucho el ego del detective privado que se permitía el lujo de dar consejos de experto al inspector Nakamori, quien le miraba con cara de pocos amigos. Pero Conan sospechaba que en realidad a quien querían tener allí era a él. Ya que se le había declarado oficialmente como "el enemigo natural de Kid" por sus múltiples enfrentamientos.

A su lado, Ran escuchaba con una sonrisa en sus labios y con una paciencia infinita a una histérica Sonoko quien, como ya era habitual siempre que llegaba un aviso del ladrón a su familia, se desvivía por una mirada o un gesto de amor hacia ella de su amado Kid.

Ignoró pues a las dos chicas y dio una vuelta por la sala donde se exhibía la Tormenta Púrpura. Ésta se hallaba en una vitrina de cristal de cuarzo natural, lo que provocaba que fuera más espectacular aún el contemplar sus destellos morados reflejo de la luz de la habitación. No había ningún sistema de seguridad que la protegiera, pero cuatro policías permanecían a su alrededor sin bajar la guardia.

Todas las salidas estaban cerradas por parejas de agentes de la policía. Y en los pisos superiores, aunque no había nadie, se habían dispuesto sensores de movimiento de tal forma que si alguien quería entrar o salir por ahí se sabría de inmediato.

Había habido mucho público congregado contemplando la vitrina hasta ese momento. Un grave error pensó el detective ya que con toda seguridad el mago se había infiltrado entre ellos para entrar en el edificio. Ahora la policía estaba desalojando el museo, para que sólo la policía y ellos permanecieran en su interior.

Un grupo de hombres daban problemas porque se negaban a salir, quejándose de que aún no habían visto la piedra, cuando habían pagado ya la entrada. ¿Sería Kid uno de ellos?...

Los pensamientos de Conan fueron interrumpidos cuando escucho...

-¡Conan! ¡Ahí estás! - era Ayumi que junto a sus amigos Mitsuhiko y Genta pasaban entre las piernas de los policías de la puerta para llegar hasta él.

- ¿Qué hacéis vosotros aquí? - se enfadó el detective con ellos.

-Venimos a ver la joya y a capturar a Kid - explicó Genta como si fuera lo más normal del mundo - para eso somos La Liga Juvenil de Detectives.

-No he podido evitar el traerlos, se colaron en el coche - le susurro el profesor Agasa a Conan cuando consiguió que la policía le dejara pasar.

- Pero bueno profesor, ¿y tú ha que venías? - le interrogó Conan mientras le atravesaba con la mirada.

- Bueno... Es que yo... Realmente sentía curiosidad por esta joya. Oí en televisión que era algo nunca visto - intento justificarse Agasa con sudores cayendo por su cara ante la mirada del detective.

Conan iba a responderle cuando en ese momento una carta cruzo el aire con un silbido y fue a golpear la vitrina de la Tormenta Púrpura. El inspector Nakamori corrió a recogerla y al darla la vuelta, un grito de triunfo salió de su garganta.

-¡Kid! ¡Está aquí ya! - se volvió a sus hombres enseñando la carta con la firma del ladrón - ¡Estar alerta!

Las luces se apagaron en ese momento y el caos se desató en segundos. Conan vio de reojo un brillo cerca de él. Se oyeron disparos, el sonido de los casquillos cayendo al suelo y a alguien emitiendo un gemido de dolor.

Las chicas gritaron de terror y Kogoro cogió a su hija y a Sonoko para sacarlas de la sala.

El pequeño detective se puso en guardia mientras alejaba a sus asustados amigos del origen de los disparos.

¿Quién disparaba?

¿A quién habían herido?

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