Las Cosas Se Complican

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- Lo que puede querer decir esta nota – decía el profesor Agasa en ese momento cogiendo en sus manos la copia que habían hecho de la original enviada a la policía – es que quizás durante un robo de Kaito Kid, pretenden matarle, como lo hicieron anoche…

Habían apagado la televisión y los chicos habían permanecido todo ese rato en silencio.

- No puede ser eso – hablo Conan por fin mientras se ponía de pie y paseaba por la sala – Ya que Kid siempre envía una nota de aviso de sus robos, y aún no se ha recibido ninguna, así que no pueden saber cuándo él haría otro robo como para decir qué le estarán esperando…

Conan dijo esto último mirando al mago. Kaito negó con la cabeza… no, él no tenía ningún robo en mente por ahora.

- Es un desafío – hablo también él, el tono de su voz era severo – El día que ellos han marcado darán algún tipo de golpe y ya que Kaito Kid estará allí invitado por ellos, aprovecharán para eliminarle.

- De momento – interrumpió Haibara apareciendo en la habitación con unos papeles en la mano – parece que el día señalado será el 21 de junio. Dentro de dos días. Es el día más largo del año, y la hora en que ocurrirá tu muerte será cuando sea de noche completamente.

Las palabras de Haibara habían hecho que un escalofrío le recorriera la espalda a Kaito. Y es que para ser una niña, había pronunciado la palabra muerte con una frialdad que daba miedo. Y que no dejara de mirarle le ponía nervioso. ¿21 de junio? ¿En serio? ¿El día de su cumpleaños? Precisamente cuando cumplía los 17 alguien pretendía matarle.

- Ahora solo queda saber a qué se refiere lo de la “llama que se apagó con el frío de altos muros” y dos días para averiguar puede no ser mucho… - medito en voz alta Conan.

- Parece que por esta noche, no podemos hacer más. Mañana tenéis que ir al colegio para no levantar sospechas. Así que mejor vamos a dormir. – comento Agasa, y mirando a Kaito añadió dudando – Puedes quedarte aquí en lo que terminas de recuperarte de tu herida…

- Gracias, pero ya me encuentro mejor. Recogeré todo y me iré. Me mantendré en contacto… - Kaito dijo esto con un guiño de ojo y se dio la vuelta.

No llego muy lejos, pues de pronto cayó desmayado al suelo. A su espalda, Conan bajo su reloj anestesiante.

- Pero Shinichi… - se preocupó Agasa yendo junto a Kaito y tumbándolo en el sofá.

- Sera mejor que se quede escondido hasta que pase todo. – ordeno Conan – No sabemos hasta qué punto puede estar buscándole aquel individuo de la moto, ya que no se ha hecho pública la muerte de Kid, por lo tanto puede pensar que fallo cuando le disparo. Además, presiento que él tiene la clave para llegar hasta esos tipos.

Esa noche, mientras todos dormían, el móvil de Kaito sonó varias veces con insistencia. Hasta que de pronto, la llamada se cortó.

~~~~~~


Si normalmente el colegio se le hacía eterno a Conan, aquel día era insufrible. Estaba deseando que terminara para poder dedicarse con calma a resolver el acertijo de la nota. Al recoger la mochila en casa de Ran, ya la había dicho que volvería a casa del profesor a seguir con el serial
de misterio.

En cuanto sonó la campana que anunciaba el final del día, salió corriendo antes de que alguno de la Liga Juvenil de Detectives tuviera alguna genial idea para hacer a la tarde. Apreciaba mucho a sus amigos pero ese día no tenía humor para estar con ellos.

Corría por la calle cuando su móvil empezó a sonar. Era el profesor Agasa.

- Shinichi… lo siento, Kid se ha ido – La voz del profesor sonaba arrepentida.

- ¿¡Cómo que se ha ido?! Maldición – la cabeza de Conan empezó a trabajar muy deprisa, ¿dónde podía haber ido aquel ladrón? - ¡Profesor te dije que le sedaras si era necesario!

- Le deje esposado como me dijiste, y para que se entretuviese puse la televisión… Al volver del baño ya no estaba…

- ¿La televisión? ¿Qué estaban diciendo? – puede que hubiera visto algo que le impulso a irse corriendo.

- Algo sobre una misteriosa explosión de gas en un barrio. Al parecer varios locales habían ardido completamente, aunque no había víctimas mortales…

- ¡Dime la dirección de ese barrio!

Aprovechando que la policía andaba tomando declaración a los vecinos, y los bomberos habían sofocado ya el fuego y se estaban retirando, una figura con ropa oscura y una gorra calada hasta los ojos entro a escondidas en lo que había sido el Blue Parrot. Ahora solo era un montón de escombros quemados con las paredes negras de hollín.

La angustia que había sentido al ver las imágenes en televisión aun le oprimía el pecho. Había intentado llamar a Jii varias veces, pero no le cogía el teléfono y Kaito empezaba a temerse lo peor.
Busco por todo el local alguna pista, pero no encontró nada. No tenía mucho tiempo, si alguien le pillaba allí podía resultar sospechoso.

La mesa de billar donde Jii escondía el material de Kid estaba tirada en una esquina. Rezando para que ni la policía ni los bomberos hubieran encontrado nada, comenzó a tocar todo el borde de madera, hasta que dio con el interruptor y esta se abrió por la mitad.
Jii tenía preparado bastante material de magia: bombas de humo y de luz, la pistola lanza gancho y cartas, algunos explosivos de mínimo daño...

Cogió todo en una bolsa, y echándola al hombro, salió a calle. Hacía lo posible por andar tranquilo para no llamar la atención.
Mientras iba meditando sobre qué era lo que había sucedido. Estaba claro que de alguna forma habían descubierto que el Blue Parrot era el cuartel de Kaito Kid y por eso lo habían atacado simulando una explosión de gas. Pero lo peor era no saber qué había sucedido con Jii, donde estaría, ¿acaso le habían secuestrado?...

No se dio cuenta de que se había metido por un callejón sin gente, y eso fue un error. Primero escucho el ruido de un arma cargándose, y después el rugido de una moto echándosele encima. Corrió en zig-zag para evitar darle un blanco fácil al motorista.
Un disparo le hizo soltar la bolsa. Rechino los dientes, pero sólo podía seguir corriendo.
A su derecha vio un garaje con la puerta metálica medio abierta y se metió dentro sin dudarlo.
Era un espacio pequeño y medio vacío. Busco con la mirada algo que pudiera usar como arma para defenderse. No vio nada.

"Maldición, ¿y ahora qué hago?" - pensó Kaito, empezando a desesperarse.

Una silueta vestida de negro se dibujo en el marco de la puerta.

- Hasta aquí has llegado, falso Kaito Kid - la voz de aquella persona sonaba amortiguada por el casco, pero era fría y áspera.

Entró en el garaje sin dejar de apuntar a Kaito. Éste empezó a notar el sudor cayendo por su rostro.

- Oniichan, Oniichan, ¿donde estas? - escucho de pronto una voz infantil muy conocida.

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