Pistas

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Kaito no era el tipo de persona que sirviera para estarse quieto, esperando a tener toda la información para actuar entonces. Quería salir y recorrer la ciudad entera si era preciso para encontrar a Jii. Pero no podía escaparse del ojo vigilante del pequeño detective. En un par de ocasiones que había intentado burlarle había terminado recibiendo un pelotazo o un dardo anestesiante. Realmente sentía que el detective le había capturado.

Sin embargo Conan no le consideraba su prisionero. Si se había vuelto más reacio a dejar solo al mago era porque se daba cuenta de que la táctica que éste seguiría sería la de exponerse para hacerles salir, y eso no le parecía la mejor forma de actuar. Si había usado sus armas contra él, había sido porque no se le había ocurrido otro medio de retenerle.

Al fin el teléfono de Conan sonó. Era la llamada que ambos esperaban con ansia.

Prácticamente se arrojaron desde donde se hallaban sobre el móvil para descolgar.

- ¿Hattori…? – fue Conan el que llego antes - ¿Conseguiste averiguar algo?

- Ey, Kudo… Si, aunque Osaka no fue uno de sus principales centros de acción, había varios expedientes en la comisaria sobre ellos… Pude encontrarles por la descripción que me diste del tipo que os ataco.

Kaito se acercó bastante a Conan, hasta que casi sus caras se tocaron, pues él quería oír también. Aquello molesto bastante al detective que vio su espacio invadido por el ladrón.

- Esos tipos son unos ladrones bastante violentos – continuo Hattori hablando - Hace 10 años perpetraron bastantes asaltos armados con toma de rehenes… De hecho en el último sucedió algo muy interesante…

*Flashback con Hattori de narrador*

Ocurrió en una subasta de joyas clásicas egipcias. Varios coleccionistas e inversores millonarios acudieron al evento. Las sumas de dinero que se trataron fueron muy elevadas.

Estos tipos irrumpieron en mitad de la sesión, tomando como rehenes a varias mujeres que se hallaban en la sala. Exigieron que las cantidades que se iban a pagar por las piedras preciosas fueran desviadas a una serie de cuentas bancarias en el extranjero, así como también tomaron todas las que allí se hallaban.

Para su huida, pusieron varios paquetes explosivos en el sótano del edificio de subastas, con la idea de pasar al que se hallaba inmediato.

Para distraer a la policía liberaron a todas las mujeres que tenían de rehén, menos a una para asegurarse la retirada. Más tarde se supo que la retuvieron porque vio sus caras, y que planeaban matarla para que no les denunciara.

Pero entonces apareció alguien que nadie se esperaba… el famoso ladrón Kaito Kid. La policía dio por supuesto que era cómplice de los ladrones, o que había una especie de competencia entre ellos para hacerse con las joyas. Aunque varios testigos afirmaron que les ayudo a escapar y que con sus artes mágicas detuvo a los criminales. Ese punto no se aclaró nunca.

Después parte de la banda fue encarcelada. Aunque no se pudo detener a su líder, ya que no participo en el secuestro, y sus compañeros no hablaron. Kaito Kid tampoco ayudó mucho en eso, ya que dos años después desapareció sin dejar rastro… hasta el día de hoy.


*Fin del Flashback*


Kaito sentía que había estado conteniendo el aliento completamente al oír sobre la intervención de su padre. Ahora estaba claro porque aquellos individuos querían eliminarle de la ecuación. Para poder retomar sus robos asegurándose que nadie interferiría en esta ocasión.

- ¿Y se sabe quién era la mujer que les vio las caras? – pregunto Conan ajeno a la turbación de Kaito.

- Si… su nombre era Kuroba, Chikage Kuroba. Era la esposa de un famoso mago de aquel momento. Aunque no declaro por qué se hallaba en aquel lugar.

Mil preguntas se agolpaban en la mente de Kaito queriendo salir a la vez. ¿Por qué su madre estaba allí? Acaso... ¿acaso Kaito Kid estaba interesado en alguna de aquellas piedras y Phantom Lady fue a recoger información? Pero también podía ser que hubiera ido por su cuenta, y su padre al saber del peligro que corría su madre, había aparecido para salvarla…

¿Y él?

¿Por qué él no sabía de aquello?

Aunque… ahora que lo pensaba, en aquella época Aoko le invito a pasar unos días en la playa, se hallaba fuera de la ciudad y era solo un niño de 7 años. Fue fácil ocultárselo.

- Gracias por tu ayuda, Hattori – Conan miraba a Kaito, pero el chico había adoptado su poker face al notar las miradas del detective y era imposible saber qué estaba pensando.

- Mañana cojo un avión y estaré allí. Esos tipos van a por todas. Necesitareis ayuda… Y no me salgas con que no quieres involucrar a nadie más, ¿oyes Kudo? Porque ya estoy involucrado callándome lo de ese ladrón que estará ahí a tu lado escuchando. No me fio de ese tipo además.

- Oye oye Hattori… - Conan iba a intentar convencerle de que no hiciera eso, pero Haibara que había permanecido viendo la televisión les llamaba con gestos urgentes – Te dejo. Adiós.

- ¡Eeeespera! – pero ya Conan había colgado el teléfono.

Los dos chicos corrieron a sentarse en los sofás. La noticia que Haibara quería que viesen trataba sobre el asalto que se había producido hacia pocas horas en una sala de exhibición de objetos antiguos. Habían sido 5 encapuchados con armas.

Afortunadamente no había heridos
ni víctimas mortales. La policía aún no sabía la identidad de los asaltantes.

- Y con el inspector Nakamori al cargo… menos se sabrá todavía – se burló Kaito mientras se levantaba – si yo fuera detective, investigaría el lugar de los hechos por si dejaron pistas.

- Sí, es posible que se les pase alguna cosa. Mañana por la mañana iremos a investigar. Esta noche puede ser peligroso, porque pueden estar esperándonos – Conan sospechaba de la actitud tranquila de Kaito –Promete que Kaito Kid no ira allí él solo esta noche. Prométemelo o te aseguro que te delatare a la policía.

- Eso es chantaje, Detective. Pero te lo prometo. Con que alguien intente matarme una vez al día tengo suficiente.

Conan no terminaba de fiarse que el mago cumpliera su palabra, así que antes de volver a la agencia de detectives Mouri, dejo encargado a Haibara que le vigilase.

Apenas estaba avanzando la noche cuando una figura se movió por la casa del profesor. Avanzaba en silencio para no despertar a sus ocupantes. Ya casi estaba en la salida cuando repentinamente una luz de linterna se encendió.

- La primera regla de un ladrón… mentir abiertamente – le recrimino Haibara a Kaito mientras bajaba su reloj-linterna.

- No exactamente, señorita… - la respondió Kaito con su típico tono de Kid – Yo prometí que Kaito Kid no saldría de esta casa, pero también dije que si fuera detective investigaría el lugar.

- ¿No me digas que…? – Haibara le ilumino la cara. Kaito se dio la vuelta para mirarla, y acercándose la tomo la mano y se la beso. La niña se puso colorada y la retiro molesta.

Destinos Cruzados Donde viven las historias. Descúbrelo ahora