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— No puedo creer esto— susurró mientras aún seguía caminando con rapidez, y sintiendo las lágrimas acumularse nuevamente en sus ojos.

— ¡JiMin!— HoSeok le detuvo tomándole del brazo.

— ¿Qué haces aquí?— se quitó enseguida las lágrimas.

— Dije que te iba acompañar... y eso es lo que voy hacer.

— Pero TaeHyung...

— Ya arreglé contigo desde antes, le dije que me espere.

JiMin apartó la mirada y mordió su labio inferior.

— Hey... ¿Estás bien?... ¿Estás llorando?

— N-No— respondió, sin embargo a los pocos segundos comenzó a sollozar.

— ¿Tan fuerte fue la pelea con él?

— Yo creo que deberías hablar con él... Y-yo... no puedo meterme.

— ¿Meterte en qué?

— En lo de ustedes.

— No entiendo...

— Es algo que él debe contarte... así que solamente pide hablar con él... y ahora por favor déjame estar solo.

— Pero JiMin...

— Por favor— suplicó en un susurro.

— Está bien, cualquier cosa llámame, ¿si?— acarició su cabello antes de voltearse e irse.

JiMin le observó irse y luego siguió caminando, con su vista nublándose cada vez más debido a todas las lágrimas.

Finalmente, después de unos cuantos minutos, llegó a su pequeño departamento, por lo que sacó la llave y abrió la puerta.
Entró con lentitud, notando que todas las luces se encontraban apagadas, dando señal de que no había nadie allí dentro. Prendió la luz y se dirigió a su habitación con pasos nerviosos y asustados. Se sentía como si estuviera en una casa embrujada.
Cuando abrió la puerta de la habitación, una ventisca fría y dolorosa golpeó contra su rostro. La habitación donde albergaban tanto buenos recuerdos como malos, aunque ahora en su mente al ver aquella cama solo se acordaba de una cosa, la cual le provocó un leve mareo y náuseas por unos momentos.

Decidió ignorar todos los malos recuerdos y las imágenes que le estaban invadiendo mientras guardaba algo de ropa en su mochila. No se la iba a llevar toda, ya que solo iba a irse de la casa por unos días. Seguía siendo suya, por lo que tenía derecho a quedársela, a pesar de que no podía estar más de diez minutos allí dentro, pero al menos podría venderla y comprarse otro departamento.
Siguió sacando ropa de su armario hasta que llegó a la de JungKook, siendo en su mayoría remeras blancas y negras, que quedaban demasiado holgadas y enormes cuando él se las probaba. Muchas veces solía provocar así a su novio, ya que éste amaba que use su ropa mientras abajo no tenga nada y que le quede enorme, llegándole por debajo de los muslos.
Se dio cuenta que estaba llorando al ver el suelo con algunas lágrimas que habían caído, por lo que se las limpió y cerró la mochila con rapidez. Estaba a punto de salir de la habitación hasta que escuchó la puerta principal abrirse.

— ¡JiMin! ¡JiMin, por favor dime qué estás aquí!— escuchó su desesperada voz desde la sala.

El rubio pensó rápido y se escondió en el viejo armario que tenían ahí y que no usaban, debido a que estaba algo roto. Era cobarde de su parte, pero si veía directamente al pelinegro, podría desplomarse frente a él, y no quería eso.

— ¡JiMin!— logró verlo entrar a la habitación.— Mierda... ¿dónde estás?— le escuchó decir con la voz rota.

El más bajo llevó su mano hasta su boca para poder callar el llanto que estaba por venir, sintiendo ahora las lágrimas caer sobre su mano.

Lie ✦Kookmin✦ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora