Mike.

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Todos se encontraban en sus respectivas casas. Los gemelos habían dejado a Will para luego ir a la suya. En todo el trayecto notaron raro a Richie.

Y con toda la razón. Ahora este se encontraba en la sala, dando vueltas por doquier. No estaba seguro de que es lo que tenía que hacer ahora. Quería llamar a su amigo en Derry, pero... Se sentó cerca del teléfono y mando todo al diablo. Le llamaría.

Marco los números en el teléfono y espero ansioso, uno, dos, tres timbrazos, no contestaba. Colgó. Cerró sus ojos fuertemente y los abrió, haciendo que su vista borrosa, se maximizara y que todo se volviera irreconocible. Vaya que necesitaba ir a comprar unos lentes nuevos si es que no quería quedarse más ciego por el esfuerzo.

Regresó su atención al teléfono y volvió a hacer la misma acción anterior. Pero esta vez fue diferente, pues la contestación fue inmediata.

—¿Bueno?—contesto el moreno.

—¡Mike! Soy yo, Richie.

—Oh. ¡Hola! ¿Qué ocurre?—preguntó, se le hacía raro que llamara de repente.

—¿Recuerdas nuestra promesa? Todos prometimos que volveríamos si ese algo volvía a empezar—explicó serio.

—Si...

—Pues parece que ha empezado—dijo con un tono raro.

La línea se quedó en silencio por un momento. Pareciera que los dos se habían quedado sin palabras. Y es que si los veías a la cara podrías notar que estaban muertos de miedo.

—Mierda. ¿En serio? Pero recién pasó medio año—respondió por fin al salir del trance que le había dado al recordar aquel día.

—Necesito que me pases el número de los otros, sé que tú los tienes.

—Bien, llama de nuevo en unos minutos, iré a buscarlos.

—Te llamo luego entonces—se despidió.

Colgó el teléfono. Camino hasta la cocina y se sirvió un vaso de agua, el cual bebió de un trago. Al primero que llamaría sería Bill, hablaría con él pues siempre fue el líder y necesitaba que le ayudara.

Ahora. ¿Cómo hacía para que los de Hawkins no se metieran en esto? Tenían a Eleven, según sabía, con sus poderes podía buscar a personas no importa en dónde estén. Así que no podría irse sin decirle a nadie como había pensado antes. Pero también podía convencerla de ir consigo, pues así ellos ya no podrían encontrarlo tan fácilmente a la vez que tendría ventaja con Pennywise.

Ese era un buen plan, pero no sabía qué tan difícil sería convencerla. Mucho menos a su padre. Tal vez eso sería mucho peor.

—¿Por qué tiene que ser tan complicado?—cuestionó a la nada.

—¿De qué hablas?

—¡Mike! La mierda que te parió, ¿qué haces fisgoneando donde no te llaman?—preguntó malhumorado.

—¿Vas a empezar? Vamos, puedes contarme—sugirió.

—De hecho no, no puedo—estableció al momento.

—Richie...

Tal vez sería bueno contarle. Pero también podría arruinarlo más de lo que ya estaba.

—Es sobre lo del plan—dijo por fin—. No quiero que vayan. No quiero que se arriesguen. Es demasiado peligroso y no quiero que Will recuerde cosas traumáticas.

—Mira. Sé que no quieres eso, pero tampoco pienso dejarte solo—aclaró.

—Llamaré a mis amigos. No estaré solo.

—Según dijiste, ustedes apenas y lograron vencer al que no era real. Será mejor si también vamos nosotros—indicó con obviedad.

—No quiero meterlos. Si quieres pueden ir tu novia y tú. Aparte, Eso no es algo que tenga mucho que ver con fuerza, son otras cosas, y si incluyes a tus amigos, puedo empeorarse.

—Deja de decirle mi novia. Aún no lo es.

—¿Por qué no? Te gusta, le gustas, ¿o algo te detiene?—preguntó harto.

—Lo mismo digo de ti con Will.

—No quieras cambiar el camino Mikey, a él lo conozco desde hace unos días, tú y Eleven llevan años así.

Wheeler se quedó en silencio sin saber qué decir, se rascó nerviosamente la nuca y prosiguió.

—Es que, no estoy seguro, creo que...

El sonido del teléfono los interrumpió. Richie se levanto con el ceño fruncido a causa de que le hayan interrumpido la charla, que ya estaba dando un giro interesante.

—Hola, residencia Wheeler, ¿con quien tengo el gusto de hablar?—contesto con una mala imitación de voz de su madre.

—Uh, eh, ¿Richie se encuentra ahí?

Su risotada se escuchó tal vez por toda la casa. Su hermano fue hasta el para mirarlo confundido.

—Eres un tonto bocazas—le reclamó al darse cuenta de que lo había engañado con un truco muy simple.

—Ya, olvídalo. ¿Me conseguiste los números?—preguntó ansioso.

—Si, solo los diré una vez, tengo que ir con mi padre a hacer unas entregas.

—Entendido buen hombre.

Anotó todo en un papel y después de un casto "adiós" terminaron de hablar. Al dejar el teléfono miro hacia atrás y sus ojos se toparon con los de su hermano. Este le miraba fijamente.

—¿Quieres ir a comprar tus lentes? Es extraño verte sin ellos, y supongo que no has de ver muy bien—dijo luego de un rato.

—Oh, qué amable caballero, claro que quiero ir, muéstrame el camino en tu noble corcel—respondió poniendo sus manos juntas en sus mejillas y alzando la pierna izquierda, dándole un toque de princesa a su imitación.

—Aah, eres un idiota. Ve a comprarlos tú solo ahora.

—Vamos hermano, no seas un aguafiestas, tienes que acostumbrarte a mi increíble sentido del humor—le guiñó un ojo con diversión.

—Terrible querrás decir—repuso rodando los ojos.

Tozier se encogió de hombros y camino hacia la puerta de salida.— Mejor vámonos. Ah, una cosa más—volteo a ver a su hermano—. No tengo dinero así que los pagaras tu.

—¡Richie!

Rió al escucharlo exclamar su nombre y salió de casa. Estaba seguro de que Mike si le compraría los lentes.




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˗ˏˋтнε ∂εү ι мεт үσυˎˊ˗ 『ʀʏᴇʀs』『sт/ ιт』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora