Mientras dormías, pude dibujar el contorno de tu silueta descansando junto a mí.
Reconocí las marcas de cansancio en tus manos, en tus ojos el desvelo, las lágrimas y todo aquello que no te deja estar en paz.
Tus brazos frágiles como el cristal me recordaron las caricias que han pasado por ellos y las que anhelas puedan llegar.
Con una pose sin importar el pudor, observo con cuidado un cuerpo inerte que desea tantas cosas.
La respiración es tranquila, pero en sus sueños, en sus más profundos deseos, existen preguntas que no se pueden contestar.
Me siento extasiada al observar tan encantador encuentro y aunque no pasó nada, aunque ni un roce accidental sucedió, me quedo con el recuerdo de haber dormido a su lado.
Con las caricias contenidas, con el ánimo de estar presente en el mismo lugar, con la acogedora sensación de su aliento, de ser la compañía de una noche pasajera.
Veo la realidad más cruel a simple vista y me doy cuenta, que es más inalcanzable que nunca.
Pero ahí está, con los ojos cerrados yendo a lugares locos. Mágica compañía para la eternidad. Constelación dibujando su perfección.
Y yo. Yo solo observo la belleza de tan grata compañía.
Ahí, mientras ella dormía.