CAPITULO 11: Paredes tristes.

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No sé cuánto tiempo ha pasado, pero me despierto en una habitación donde la única luz que la ilumina es una pequeña lámpara parpadeante sujeta al techo, las paredes de la ala son grises de cemento al igual que el suelo, la única decoración que hay en esa sala es una puerta en la pared de enfrente, una puerta gris y oxidada, tan solo mis pensamientos estaban presentes en ese momento, estaba repasando como era que había acabado en aquella situación, pero que fuera realmente a pasar algo así y mas que me había dicho Kai que era peligrosos estar en el pueblo cuando aquí todo era más peligroso y si en realidad Kai si conocía a Cassie o se hacía a la idea de lo que era, como era posible que no la hubiera detenido o al menos que hubiera hecho algo al respecto, a no ser que en realidad no sepa que Cassie es una bruja que me quiere para... ¿ para hacer que ? tal vez iba a usar mi sangre para hacer eso que Kai decía que pasaba cada no sé cuantos años. Cassie era irritante pero jamás habría dicho que era alguien realmente mala o tal vez Kai era el malo ... todo es muy confuso.

- Mira a quien tenemos aquí - dice un hombre barbudo al entrar en la sala gris. Lleva un traje muy antiguo y parece muy mayor, pero no se mantiene con nada, por muy mayor que parece ser se mantiene muy bien, pero sus ojos detonan tristeza y algo mas ¿ ira ? o ¿ amor ? es algo confuso

- Si es la hija de El Gran Señor - dice sarcásticamente, pero como no contesto sigue diciendo. -ahora estarás donde debes estar -me dice.

- ¿ Que ? - le digo confusa.

- El angelito no te ha dicho nada verdad -dice mientras que se va acercando a mí.

- ¿ Que me tiene que decir ? - le digo medio aturdida pero sin levantarme del suelo.

- Pobrecilla ... - me dice cuando ya está a mi lado. lleva un maletín negro que abre a mi lado y empieza a sacar cosas muy escalofriantes.

- ¿ Qué es eso ? - le digo al ver unos arneses donde en la parte de detrás hay unos pinchos.

- Algo necesario - me dice mirándolo - quítate la camisa.

- Ni de coña - le suelto.

No dice nada y se da la vuelta para dirigirse a la puerta, pero se para allí y llama a alguien.

Poco después entra por la puerta una chica que no había visto nunca con el pelo morado y los ojos muy verdes, casi como los de un gato o los de una serpiente.

- Hola, me llamo Calíope - me dice sin mirarme y veo que lleva una aguja en la mano. - no me gusta hacer eso pero es necesario - dice mientras que mira la aguja.

No digo nada, porque realmente en ese momento tengo mucho miedo, Calíope se acerca a mí y me coge del brazo y me inyecta la aguja.

- Sentirás dolor pero no tanto - me dice y empiezo a sentirme mareada.

Entonces sin decir nada Calíope empieza a quitarme la camisa y me quedo en sujetador y sin darme cuenta me pone los arneses, entonces noto frio, no frio por estar semidesnuda, si no un frio como cuando algo dentro de ti se congela, siento el frio de cuando algo dentro de ti se rompe, no sé si es por la inyección o por la cosa que me estaba poniendo, pero un frio glacial me congelo todos los músculos y huesos del cuerpo, a Calíope le temblaban las manos, a ella tampoco parecía gustarle aquello que estaba pasando, si la hubiera conocido en otra situación me habría parecido alguien muy extraña, pero inofensiva, aunque por lo poco que pude ver tenía el cuerpo tatuado y una gran dilatación en la oreja izquierda, pero yo ya había conocido a mucha gente así antes y la mayoría eran muy majos, Calíope tenía que ser algún tipo de ser, por que tenia las orejas puntiagudas y sus ojos de cerca realmente no parecen reales.

Note un fuerte dolor en la espalda cuando me apretó los pinchos sobre los omoplatos y sobre la mayor parte de la espalda. El dolor era muy agudo y realmente era de lo peor que había sentido nunca.

Calíope deja de apretar y oigo un ruido extraño ¿ está llorando ?

- Yo no quiero hacer esto, pero no tengo otra opción, dice entre sollozos detrás de mi, mientras que me sujeta de las caderas con una mano.

Entonces noto como aprieta mas los pinchos y como la sangre me cae por los brazos y la espalda. Poco después perdí el equilibrio y caí de morros hacia delante, no sentía nada, me estaban vaciando por dentro, por suerte me desangraría y moriría horas después, pero no entendía por qué aquello, porque me ponían aquel método de tortura para sacarme sangre o para lo que fuera, pero todo mi cuerpo se quedo inmovilizado, todo mi cuerpo dejo de ser completamente mío y el dolor hizo que por fin me desmayara.

Alas rotasWhere stories live. Discover now