still you want me

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Mi respiración irregular se asimilaba a cuando corría o hacia algo que requería de mucho esfuerzo, sin embargo, aún me encontraba con los pies descalzos clavados en el mismo lugar al que estaba parada desde hace cuarenta y tantos minutos. El hallarme agitada y alterada nada tenía que ver con hacer ejercicio. Y tal vez hubiese sido una buena idea echarme a correr antes de desencadenar un huracán de emociones en la sala del departamento que compartía con mi novio.

Pero no, porque a mí me fascinaba hacer de un pequeño grano de arena una montaña. Y luego tenía el tupé de lloriquear porque era demasiado lo que debía arreglar para que todo volviera a la normalidad.

Y aún así, luego de que yo montara toda una escena digna de una telenovela dramática, Liam estaba ahí para ayudarme.

En silencio, como había estado hace un buen rato ya que no quería interrumpir mis ladridos, caminó hacia mi. Cualquiera lo pensaría dos veces antes de acercarse a mi en este estado donde podría lanzar el florero que tenía a mi derecha, pero él ya sabía que yo ya no tenía ni fuerzas para llorar.

Su gran y cálida mano envolvió la mía para guiarme al baño, me quitó la ropa mientras esperábamos que la bañera se llene, incluso le puso las sales de baño que había comprado hace meses y jamás usé. Recogió mi cabello en un moño y me ayudó a meterme a la bañera cuando esta ya estuvo llena de agua caliente y burbujeante. Se subió las mangas de su camisa hasta los codos y se sentó en el piso junto a la bañera, hundió la esponja en el agua y frotó mi espalda con cuidado, como si me hiciera caricias para consolarme después del escándalo de lloriqueos que me había mandando hace instantes.

-¿Qué haces aquí? -Murmuré. Mi voz ahogada por encontrarme con mi frente sobre mis rodillas flexionadas.

-Le estoy dando un baño a mi novia -Contestó con aquella dulce voz que poseía.

-No me refiero a eso. Si no a ¿Qué haces aquí conmigo? En mi vida. Tratando de reparar el desastre que soy -Estiré mis piernas y enfrenté su rostro inexpresivo. Había dejado de enjabonar mi espalda para entregarme toda su atención -¿No estás cansado de las mismas quejas? Estoy segura de que ya te sabes de memoria mis etapas de quiebres mentales, lo que gritaré hasta echarme a llorar y sabes cuánto tiempo estaré así hasta necesitar hidratarme y dormir. Y aún así sigues aquí; secando mis lágrimas y dándome baños para luego llevarme a la cama y cantarme hasta quedarme dormida entre tus brazos. Comienzo a pensar que el loco aquí eres tú y no yo.

Liam dejó salir un suspiro, y cuando se aseguró de que no volvería a hablar hasta después de escucharlo, decidió abrir la boca.

-Puede que tengas razón y sí esté más loco que tú; porque mientras que tú te has rendido, yo quiero seguir apostando no sólo por nosotros, sino por ti; porque sé que aún puedes salvarte. Yo estoy aquí para darte una mano, abrazarte fuerte y darte millones de palabras de ánimo, pero tú eres quien logrará salir de la oscuridad en la estás. Y no será fácil, lo sé, pero seguiré dándote mi mano para que te levantes todas las veces que te caigas.

-¿Aún cuando tropiece con la misma piedra?

-Incluso si tropiezas con tus propios pies.

Reí inevitablemente, cosa que lo hizo sonreír y a su vez hizo que mi corazón se sintiera cálido. La única razón por la que seguía de pie era por aquella sonrisa la cual lamentablemente me había vuelto dependiente.

-Bien, ahora que te hice reír ¿Me haces lugar en la tina?

Asentí sin dejar de sonreír. Liam se puso de pie y con rapidez se despojó de su ropa, metió sus pies uno por uno y se sentó detrás de mi, abrazó mí torso y regó dulces besos por mis hombros.

-Sólo prometeme que cuando ya no sepas que hacer conmigo, y te sientas ahogado, darás un paso al costado. No quiero que te sientas atado a mi y mis problemas de control de ira.

-Lo prometo... -Dejó un beso detrás de mi oreja y me apretó contra él -Pero sólo si prometes seguir luchando contra aquello que no te deja respirar.

-Lo prometo -Giré mi rostro para unir nuestros labios en un dulce y lento beso.

En la tina cálida llena de burbujas y un aroma exquisito a una flor que no recuerdo su nombre, entre los brazos de mi amado hallé la paz que tanto necesitaba. No sé cómo lo hacía pero sus abrazos siempre enfriaban el infierno en mi interior y a la vez le daban calidez a mi corazón.

Liam era mi hogar; aquel refugio donde me sentía protegida, amada.

sweet lullabies • lp Donde viven las historias. Descúbrelo ahora