hyperactive ass

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  A veces pienso que soy la novia de un pequeño de cinco años con trasero inquieto y risa de ángel.

  Estoy en proceso de un informe el cual debo entregar entre estas horas pero a mi novio le parece perfecto ser ruidoso ahora mismo.

  Y, aunque él mismo lo niegue, sé que lo hace para llamar mi atención; acaba de volver de un viaje por trabajo y todo lo que quiere es estar conmigo, lo entiendo porque me siento igual y con suerte lo más afectuoso que hemos compartido fueron un par de besos y un abrazo de bienvenida antes de volver a internarme en nuestra habitación para continuar tecleando en la laptop.

  Tan pronto termine esto podré darle todos los mimos que necesita -y aceptar yo los suyos porque Liam es un tipo muy solidario que le encanta dar y recibir, sobre todo dar-, pero si sigue brincando en la cama por las carcajadas que suelta lo único que va a lograr es desconcentrarme cada vez más.

-Li, bonito... -Las palabras se me quedaron en la garganta al voltear mi silla y encontrarlo comicamente recostado en el colchón con las piernas descansando en la pared de la cabecera. Sus ojos de cachorro dejaron de observar la pantalla de su celular para poner su atención en mi. Por un momento se me cruzó por la cabeza mandar todo a la mierda y lanzarme a la cama a comerlo a besos, pero me dije a mi misma que era fuerte y poderosa y no dejaría que unos bonitos ojos dulces como la miel me doblegaran -... ¿Podrías guardar silencio sólo un rato? Debo y quiero terminar esto pronto y no creo poder si sig-

-¿Acaso te distraigo? -Me interrumpió sentándose en la punta de la cama. Su tono y ojos expresaban total inocencia, pero la sonrisa que se formó en su rostro carecía de aquello, diversión era todo lo que prometían aquellas comisuras elevadas, sobre todo la izquierda que era la más alta.

-Sí, cariño, lo haces -Admiti sin más. Su gran sonrisa me hizo saber que era lo que quería escuchar -Eres realmente ruidoso, así que, por favor, calladito y quietito por la próxima media hora.

  Soltó una risita y levantó las manos en señal de rendición -De acuerdo, lo siento.

  Le lancé un beso de agradecimiento y voltee en mí silla para seguir tecleando como loca. Pero no pasó ni un minuto que ya tenía a Liam abrazando mis hombros con sus brazotes tatuados.

-¿Qué puedo hacer para ayudarte, bonita? -Murmuró, sus labios pegados a mí oreja y su tono ronco y pesado enviaron miles de descargas por todo mí sistema.

  Pero no, yo sabía lo que quería y no me entregaría en bandeja de plata tan fácilmente. Cerré mis ojos y suspiré tratando de ignorar el hechizante aroma de su colonia.

-¿Qué tal te iba en historia? -Me las arreglé para decir sin que me temblara la voz. Y las piernas.

-Uhh, terrible -Rió logrando que me mordiera el labio inferior. Él sabía que su risa era una de mis debilidades -Pero... -Sus manos pasaron a tomar mis hombros y masajearlos con lentitud y fuerza a la vez -Podría ayudarte de otra manera... Te siento muuuuy tensa.

  La idea de echarme hacia atrás y darle un cabezaso en su nariz sonaba tentadora, al igual que voltear y comerle la boca. Pero ninguna era sana para ninguno de los dos.

-¿Quieres ayudarme? Hazme algo de comer -Propuse sonriendo con burla.

  Sus movimientos cesaron. Sabía que sonreía con la lengua entre los dientes sin verlo.

-Lo que sea por mí bebé -Dejo un ruidoso beso en mí mejilla y abandonó la habitación.

  Suspiré echando mí cabeza hacia atrás. Paz, dulce paz. Estiré todos mis huesos haciéndolos tronar y volví al trabajo, conociendo a Liam no tardaría en volver con un sándwich y una cerveza. Tampoco es como que pretendía que hiciera un banquete para veinte personas, sólo quería ingerir algo y terminar esta porquería.

  Cinco minutos después mí novio atravesaba el marco de la puerta para depositar un plato con dos sándwiches y dos latas de cerveza. Enfrenté su mirada con una ceja elevada en señal de confusión.

-¿Qué? También tengo hambre -Se defendió tomando su parte para volver a la cama.

  Reí bajito y le agradecí antes de alimentarme.

[...]

  Revisé el informe por quinta vez y sonreí  orgullosa al no hallar más errores ortográficos. Adjunté el archivo y se lo envíe a mí profesora. Me di palmaditas en los hombros al notar que aún faltaban tres horas para que la fecha límite de entrega llegara a su fin.

  Suspirando con felicidad, voltee en mi silla giratoria y sonríe enternecida al encontrarme con la imagen más adorable que existía; Liam echado boca abajo en la cama roncando con los enormes auriculares de collar en su cuello. Luego de la merienda se ofreció a lavar los cubiertos y al volver me dio un beso en la frente y se puso los aparatos para escuchar música y entretenerse sin molestarme. Había estado tan metida en el proyecto que no me había enterado en qué momento empezó a roncar.

  Me puse de cuclillas junto a la cama dispuesta a quitarle con delicadeza los auriculares para que no le estorben y continúe en el mundo de los sueños pero aún así despertó.

-Parece que a alguien se le acabaron las baterías -Bromee entre risas, él se unió a las mías mientras se frotaba los ojos para aclarar su vista.

-Sucede que me aburría sin ti -Confesó formando un adorable puchero que no pude evitar besar.

-Ya soy toda tuya, bonito -Sonreí con picardía.

-¿De verdad? ¿Terminaste tu trabajo?

-Hasta lo envié -Dejé un último beso en sus labios y me puse derecha estirando mis brazos hacia atrás -Iré a darme una ducha para relajarme, estoy agotada.

  Di media vuelta para dirigirme al baño dentro de nuestro dormitorio, incluso lance mí camiseta y shorts al suelo quedando sólo en bragas, pero ni con eso más mis comentarios Liam captó la indirecta. Asome mí cabeza por el marco de la puerta y él continuaba echado en el colchón pero con la mirada perdida en mis prendas de ropa.

-¿Quieres hacerme compañía?

  Sus ojos conectaron con los míos e incluso a esta distancia logré ver ese brillo de excitación.

-¿Puedo? -Preguntó sentándose en la cama.

-Casi que te estoy rogando que te metas en la ducha conmigo, amor -Descubrí mí cuerpo desnudo y sonreí orgullosa al verlo ponerse de pie con rapidez sin quitarme los ojos de encima, parecía un lobo hambriento -Sabes... necesito esas enormes y fuertes manos dándome masajes.

-¿Dónde, princesa? -Empezó a quitarse la ropa. Mordí mí labio inferior al oír su tono ronco.

-En todos lados -Y voltee para caminar meneando mí trasero con obviedad.

  De más está mencionar que pasamos más tiempo volviendonos uno, devorandonos y tocando todo lo que estaba a nuestro alcance en lugar de asearnos.

sweet lullabies • lp Donde viven las historias. Descúbrelo ahora