Tae's Reasons→BTS/AU

Tape #13/ Cassette #7/Side A

La muerte no es la mayor pérdida en la vida. La mayor pérdida es lo que muere dentro de nosotros mientras vivimos.

-Norman Cousins.

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«Un último intento.

Le concederé a la vida un último intento.

Grabé doce cintas. Comencé con mis padres y Sungseok, quienes rompieron mi respeto, incluyendo dignidad; Hitman Bang, ARMY, Namjoon y Bogum que ayudamos a destruir mi autoestima; pasando por Hoseok, Yoongi y Jimin quienes quebraron mi espíritu; Jungkook quien rompió mi corazón; culminando en la cinta doce, Pdogg, que se llevó mi alma.

Sucedió algo curioso cuando terminó la número doce.

Sentí algo.

Un cambio.

Lo había drenado todo.

Y por un minuto. Sólo un minuto. Creí que podía superar esto.

Una parte de mí quiere escapar de la nauseabunda realidad a la que he llegado, y la otra ya se ha rendido.

Sólo queda mi corazón. Aún existente. Responsable por protegerme y saliendo a la batalla después de que las heridas dejaran de sangrar y los hematomas disminuyeran el color.

Decidí darle una segunda oportunidad a la vida, pero esta vez voy a pedir ayuda, porque sé que no puedo solo, eso lo sé ahora.

Por supuesto que si estás escuchando esto, yo fallé, o... Él falló.

Y mi destino está sellado.

[ ... ] »

Viendo a la mañana no tan escarchada como pasadas, Taehyung abría paso a su lacónico caminar, divisando los tumultos de nieve en el asfalto, el agua congelada en las tuberías y entre la madera y metal de las bancas.

Iba con un propósito.

No depositaba la seguridad suficiente en el susodicho pero lo manipulaba para que así pareciese.

Quería creer que podía tener una vida feliz, o al menos una por la que valiera la pena seguir, luchar, cosas por el estilo.

Por un largo tiempo estuvo discutiendo con lo que sería su decisión final.

Vivió con la ansiedad y en cómo se presentaba, claro ejemplo, la estática negra tras sus ojos, los susurros en el oído y el corazón extra en la garganta.

La muerte lo llamaba. Él estaba a punto de responder.

Aquel local le surcaba el avistar, pareciendo cimientos que despegaban del suelo, cegándole la magnificencia por minutos enteros, varado ahí esperando la llamada de nuevo, esperando a que esas voces dejaran de mascullar una sobre otra subrepticiamente.