Noche de insomnio

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Capítulo 5

Tom

Ya no podía más. Debía volver. Todo se estaba desmoronando a su alrededor. No. Era él quien se estaba desmoronando. No podía concentrarse en sus planes, a duras penas atendía las clases. La obseción con respecto a ese extraño de la cámara lo dejaba en insomnio la mayor parte de las noches. Tenía que resolver ese enigma.

Esa noche fue al baño dañado. ¿Por qué nadie se había tomado la molestia de repararlo? Debía tener un hechizo para que nadie de administración (¿Dipper? ¡Ja!) o de mantenimiento se ocupara del asunto. ¿Cuántos lugares habría así en Hogwart? Ocultos a simple vista. En todos los años que lleva, solo ha encontrado un pasaje...

Escuchó con atención. Un sollozo. ¿Quién? "Te aconsejo que distraigas a Myrtle de esos baños si no quieres que te descubran" le había dicho el extraño.

-¿Qué haces acá? -preguntó con su voz de prefecto. Le era imposible tener un poco de empatía con una criatura tan quejumbrosa.

-Yo... yo... estaba... -salió la niña del cubículo.

-Ya pasó el toque de queda. Deberías estar en tu dormitorio.

-Lo siento. -murmuró apenada.

Tom contó hasta veinte en lengua goblin antes de maldecir a la niña.

-Vete, antes que alguien te encuentre. -la niña abrió grande los ojos sin poder creer que se librara. -Corre antes que informe a tu jefe de casa.

-Gra... gracias.

Oh, no. No, no, no. Tom conocía ese brillo en los ojos femeninos. ¡Otra admiradora! ¡Agh!

Esperó un momento y abrió el camino con un murmullo. Estaba a punto de bajar cuando lo sintió. ¿Es que esta noche nada saldría bien? ¿Por qué todos tenían que estar fuera de sus camas?

-Malfoy.

-Mi Lord.

Tom suspiró. A veces se preguntaba por qué tenía aliados... Ah, sí. Los necesitaba.

-¿Qué necesitas?

-¿Puedo preguntarle qué ha descubierto?

Tom giró para mirar a su aliado más importate y pensar qué hacer. Podría obliviarlo, pero...

-La Cámara de los Secretos.

Nunca había logrado quitar la máscara a su aliado, pero estaba feliz de haberlo logrado. Estaba ganando toda su fidelidad. No había duda.

-Ven. Parece que esta noche todo el mundo está con insomnio.

Bajaron por las escaleras talladas en la piedra, tenuemente iluminada por pequeñas antorchas que se encendían a los pocos metros de ellos.

-¿Hace cuánto que la ha descubierto, mi Lord?

-Dos meses.

-¿Es muy profundo?

-Creo que está debajo de los cimientos de Hogwart.

Llegaron a las puertas. No le había dicho a nadie que hablaba parsel, y ahora no era el momento para tener consideraciones. Abrió, sin mirar a Abraxas, y entraron.

Algo no estaba bien. Una espesa niebla verde cubría el piso. Tom sacó su varita, imitado por Abraxas.

-Has vuelto. -dijo la voz del encapuchado, resonando por todo el lugar. -Y con un... compañero. Espero que no se haga costumbre. Me gusta la soledad, ¿sabes?

-Preséntate ante nosotros. -ordenó.

Una sombra se deslizó por las columnas a su izquierda.

-Pero si estoy presente. A propósito, ¿no me presentarás a tu compañero? Aunque no creo que sea necesario. Sea bienvenido a mi humilde morada, joven Malfoy.

Abraxas miró a su Lord, quien negó con la cabeza.

-Nop, él no me dijo nada. En realidad, no me ha dicho mucho.

-Al parecer, conoces todo de mí. -reprochó Tom.

-No, no todo. Por ejemplo, lo que sé es que despertarías al basilisco y limpiarías Hogwart. -la voz sonó a sus espaldas, obligándolos a voltear. -Pero... lamento informarte, que no lo permitiré.

-¿Por qué?

-Piensa, Tom. Eres inteligente. ¿Qué ocurriría si un alumno muere aquí? -la voz los rodeaba. Ellos se pusieron espalda con espalda.

-Cerrarían el colegio. -respondió Abraxas.

-¡Exacto!¿Y dónde irías a parar, Tom? Otra vez al orf...

-¡NO LO DIGAS!

-Oh, lo siento. Creí que... al ser tu aliado, tu seguidor, tu más fiel sirviente, estaría al tanto de tu... estatus.

La neblina se concentró frente al rostro de Slytherin formando el cuerpo del extraño.

-Dime, heredero de la noble casa Malfoy, ¿qué harías si tu señor se equivocara, como lo estaba por hacer ahora?

-Él nunca se equivoca. Yo lo apoyaría...

-Otro ciego. No ven más allá de sus tontos ideales.

-¡No son tontos! -gritó Tom

-Me lo dice un... mestizo.

Y diciendo esto, se volvió niebla para entrar a la boca de Salazar.

Abraxas no sabía que pensar. Y Tom... quería cruciar al extraño.



No creo que sea una incógnita la identidad del encapuchado... ¿o sí?

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