Capítulo Diez

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Capítulo Diez

FREDY

-Quiero que sepas que por más cooperativo que me esté portando contigo, no significa que apoye lo que haces- Matt suspira y toma un sorbo de su champán.

-¿Por qué no me sorprende? Uno tiene que hacer lo que sea para sobrevivir, ¿acaso me juzgas por ser lo que soy?

-¡Que dices! Yo no juzgo a nadie.

-¿Y no crees que lo que haces es juzgar?

-No si en vez de juzgar lo que hacer juzgo tus acciones, ¿cómo se te ocurre volverme a secuestrar? La primera vez casi lo entendí, querías llamar mi atención, ¿pero dos veces? ¡Esto es de locos! ¡Tú estás loco!

-Sí, bueno. No sería la primera vez que me lo dicen.

-Esta vez el que no se sorprende soy yo. ¿Puedo saber cómo iniciaste con esta locura?

-De hecho no es nada del otro mundo, cuando mis padres se enteraron de mis preferencias me trataban más como un estorbo que como un hijo, tuve amigos no muy buenos que me indujeron a drogarme, beber, fumar, esas cosas estúpidas de los adolescentes. Lo bueno es que no me obsesioné, pero seguía sin tener que llevarme a la boca, así que empecé a distribuir. No me fue difícil hacerme parte de los Mala Noche, sobre todo porque mi barrio no era de los mejores, si es que me comprendes.

-Eso no es una excusa, hay miles de personas que no tienen que comer y aun así no toman la salida fácil.

-¿Y qué se supone que hiciera? Era un pequeño chico gay que no había terminado la preparatoria, ¿quién iba a ofrecerme trabajo? Yo pienso que tuve suerte, porque a pesar de lo que todo el mundo ve, no somos tan malos.

-¿Ah, no? ¿Por qué es bueno que les ofrezcan drogas a los niños?

-Nosotros no andamos por ahí ofreciendo drogas a los niños, es diferente cuando ellos vienen a nosotros solicitando un trabajo porque no tiene donde dormir. Nada de eso es nuestra culpa.

-Pero no lo impiden.

-¿Y qué esperabas? No somos hermanos de la caridad. Los niños que nos recurren tienen la suficiente edad para saber que lo que hacen no está bien, y que si quieren llevar una vida justa a donde deben ir es a la iglesia. Los que tocan a mi puerta no vienen buscando amor y paz, sino lo que la caratula del libro puede ofrecer.

-¿Drogas?

-Un escape. Los niños no se drogan porque les parezca divertido o lo necesiten, eso lo hacen los adictos. Ellos vienen porque en su vida cotidiana no los aceptan, por su raza, religión, gustos, o cualquier otra estupidez que opine la sociedad. Llegan a nosotros buscando aceptación, y eso es lo que les doy.

-Por un pequeño precio, ¿no?

-No soy un santo, y en esta vida nada es gratis.

-Claro- ruedo los ojos.

-¿Por qué no tomas un poco de agua? Te ves sediento- ofrece, sacando una botella del mini refrigerador.

La miro con renuencia pero la acepto, si estaba haciendo calor. Además, a las botellas selladas no les pueden poner nada, ¿verdad?

-¿A dónde se supone que vas a llevarme en tu lindo y lujoso jet?- pregunto, dando un largo sorbo a la botella.

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