Varias horas después…
Leslie solo podía pensar en correr. Sus piernas prácticamente no tocaban el piso mientras se movía. Lo único que deseaba era alejarse de todo, correr lejos de los hombres que la habían detenido, de las palabras de su amiga, de ese extraño y nuevo mundo donde sabía no sería bienvenida. Solo quería regresar a su casa, a su vida medianamente normal.
Nuevo Edén, pensó, asignados, varios hombres para una mujer, familia, otro planeta, otra galaxia. No, era demasiado, demasiadas cosas que no comprendía. Solo quería huir de allí.
Mientras se movía por el lugar escuchó a una de sus amigas a su lado, giró su rostro levemente para ver pero no la encontró. Siguió corriendo, solo en línea recta hasta que tropezó con algo y cayó hacia adelante, sobre sus manos y rodillas.
Jadeo y cerró los ojos un segundos antes de congelarse. Podía sentirlo, claramente, alguien estaba a su lado observándola.
Lentamente alzó su rostro y se encontró con el de un hombre a unos centímetros de distancia. Y en ese segundo le pasó la cosa más rara del universo, tuvo deseos de llorar enseguida, de arrojarse a sus brazos.
El hombre de cabello negro y ojos castaños muy oscuros la observaba con una extraña expresión, parecía tan sorprendido como ella.
—¡Médico! —ladró una voz que la hizo dar un pequeño brinco.
Leslie observó a su alrededor enseguida, solo allí notó que estaba en un campo despejado de vegetación, con más de dos docenas de hombres observándola fijamente.
—Sí, claro —soltó el médico y lo miró enseguida. Su voz ronca pareció atraerla de regreso a él.
El hombre la tomó de los brazos con suavidad y la ayudó a levantarse, no dejó de verlo. Allí recordó las palabras de Bárbara.
—Usted es…
—Soy Alex, médico. No te preocupes, ya estas a salvo —aseguró. Su voz estaba ahora más en calma, controlada y de cierta manera fría. Aun así ella le creyó enseguida.
Un hombre de cabello plateado llegó a su lado mientras les ordenaba a los demás que buscaran en el bosque, luego la miró.
—Alex —dijo con voz seria y autoritaria—, llévala a la tienda.
El hombre a su lado asintió y la guió con cuidado hacia el lugar. Ella se dejó guiar mientras observaba a su alrededor. Varios pares de ojos la examinaban, y ni siquiera le importaba, estaba a acostumbrada a eso. Lo que llamaba su atención es que no había ni una sola mujer entre ellos, y todos ellos parecían listos para una batalla.
Dio un respingón cuando la sentaron sobre una silla alta.
—Lo siento —dijo el médico fríamente—, no pretendía asustarte.
Ella negó enseguida y lo miró.
El hombre examinó su rostro y procedió a curarlo. Mientras trabajaba ella notó lo alto que era, incluso para ella que alcanzaba el metro setenta y cinco. El hombre era casi diez centímetros más alto.
Este se detuvo de repente y la observó fijamente, era como si él intentara averiguar algo sobre ella, algo importante.
—Alex —lo llamaron y él se alejó un poco.
—General —dijo Alex y ambos observaron al General acercarse—. Al parecer no tiene más heridas a simple vista pero debo llevarla al hospital.
El general asintió.
—Entonces prepara un vehículo, la llevaras enseguida.
—Sí —Alex la miró un segundo antes de salir de la tienda.
Leslie tragó nerviosa y observó al General. El hombre tomó otra silla y se sentó frente a ella.
—Lamento tener que hacer esto ahora pero necesito que respondas a unas preguntas—. Asintió suavemente y entrecruzo sus brazos esperando—. ¿Cómo te llamas?
—Leslie Jauregui —murmuró.
Él asintió.
—Leslie, yo soy el General Gutter y tu estas en Nuevo Edén—. Asintió enseguida.
—Bárbara me lo dijo.
Él arrugó su frente.
—¿La viste?—. Volvió a asentir. —¿A quién más?
Leslie abrió y cerró la boca, luego procedió a contarle todo lo que había sucedido. Como habían terminado en ese lugar, secuestradas, y luego habían huido. Le relato brevemente lo que Bárbara le había contado sobre Nuevo Edén, de que estaba en otro planeta donde los hombres recurrían a la tierra para buscar mujer porque ellos solo engendraban hombres. Le contó sobre los asignados y por último sobre la carrera en el bosque.
Al acabar él asintió y se puso de pie.
—Bien, es todo por ahora, Alex te llevara al hospital. En unos días nos veremos.
Ella asintió y lo vio salir de la tienda. Cerró los ojos y suspiró. Así que era cierto, estaba en otro planeta, donde los hombres eran una gran mayoría.
—Podemos irnos —dijo una firme voz y abrió los ojos enseguida. Alex estaba allí, observándola con mayor intensidad. Ahora estaba segura de que él la miraba de forma extraña.
—Mis amigas… —murmuró para simplemente hacer algo.
—No te preocupes, el General se encargara de buscarlas y cuando sepan algo te lo informaran.
—Bien —susurró se puso de pie.
Leslie no pudo volver a mirarlo mientras el vehículo en que se movían avanzaba por las calles. Fingió que miraba por la ventana y observaba el paisaje.
El hombre a su lado la abrumaba como nadie nunca lo había hecho, la hacía sentir extrañamente segura pero también tímida y nerviosa a la vez.
Cuando por fin se detuvieron él bajó del vehículo y luego le abrió la puerta. Le ayudó a bajar y la acompañó hasta la recepción. Otro hombre apareció a los segundos.
—Él te llevara a una habitación para que te atiendan.
Ella observó enseguida al hombre confundida.
—Yo creí que tú…
—Debo regresar con los demás, mi prioridad era atenderte y luego acompañarte hasta aquí.
—Ah —murmuró decepcionada—, ya veo.
Él sonrió suavemente por un segundo, haciéndola sonrojar un poco.
—Cuídate Leslie—. Ella casi se estremeció al oírlo decir su nombre. —Quizás nos volvamos a ver.
Con eso él se giró y salió del hospital. Leslie siguió al otro hombre mientras pensaba en Alex, y que en verdad le gustaría volver a verlo, a pesar de la extraña situación en la que se encontraba.
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Hola, aqui esta el segundo capitulo :) queria agradecer por sus comentarios en el primer capitulo, asi que GRACIAS. Espero les haya gustado este capitulo, y no olviden dejar sus comantarios. Nos vemos el viernes, Saludos.
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La fantasía de Leslie
RomanceNovela Romántica y Erótica Serie Nuevo Edén Libro Cuatro Leslie amaba su vida, amaba ser el centro de atención de cualquier lugar, prácticamente ese era el objetivo de su existencia. Lo que no amaba era sentirse fuera de lugar, inútil y pérdida, y d...