El General regresó al siguiente día como le había dicho. Al ingresar a la habitación él la observó enseguida, esperando.
Leslie suspiró y asintió suavemente.
—Sí, quiero quedarme —soltó.
Sí, si quería, quizás aquí podría encontrar un hogar.
El General asintió y sonrío luego de unos segundos.
—En dos horas vendré por ti.
—¿Ya? —preguntó sorprendida.
—Sí, solo faltaba tu respuesta para esto.
El General salió de la habitación y ella se sentó en la cama.
Eso quería decir que ya le habían sido asignados hombres, que alguien ya sabía sobre ella y aun así había aceptado. Suspiró temblorosamente, eso la asustaba un poco.
***
Cuando el General regresó, Leslie se giró enseguida para verlo entrar a la habitación. Él apuntó fuera de la puerta indicándole que saliera. Lo observó un segundo antes de hacerlo, como si necesitara unos segundos para darse valor.
Afuera se detuvo enseguida al ver a dos hombre allí. El General llegó a su lado y la guió fuera del hospital.
—Entonces —murmuró Leslie en el automóvil, observó al General a su lado —¿Qué pasará ahora?
—Pasaras por tu asignación —dijo él con tranquilidad.
Alzó una ceja.
—¿Pero no se supone que ya tengo asignados?
Él la miró a los ojos.
—Sí, pero esta pequeña y significativa reunión también sirve para decirle a los demás hombres que ya tienes una familia.
—Que ya pertenezco a alguien — dijo con cierta ironía.
El General rió a pesar de sus palabras.
—Se podría decir—. Él siguió sonriendo —Mi mujer dice que yo le pertenezco de cierta menara —ella sonrío suavemente —ya ves.
—Entiendo —aseguró —es como una unión civil, un matrimonio público.
—Exacto.
Ella asintió suavemente y observó por la ventana.
Así que como un matrimonio, pensó.
—¿Cuantos asignados tendré? —preguntó enseguida.
El General sonrío y negó con su cabeza.
—Eso lo sabrás en pocos minutos.
***
Ya en la central de justicia y reclamación Leslie observó el elegante edificio antes de seguir al General. Él la hizo subir a un ascensor, apenas este se detuvo y las puertas se abrieron una mujer más baja que ella aprecio en frente, sonriendo como si nada.
—Hola, yo son Anabela—. Leslie observó un segundo al General y luego a la mujer.
—Hola, soy Leslie.
Ella asintió enseguida.
—Lo sé —Anabela apuntó a un lado y la siguió. —El General me contó que eres amiga de Bárbara —asintió —bien, eso significa que debes saber dónde estás, todas sus amigas lo saben.
Sonrió.
—¿Las conociste a todas?
—Sí —asintió suavemente. —¿Tienes alguna pregunta?, ¿ duda?
—No, a decir verdad creo saber lo suficiente. Que estoy en otro planeta de otra galaxia en una ciudad llamada Nuevo Edén, que aquí solo engendran hombres y por eso recurren a la tierra por mujeres, y que estoy a punto de pasar por mi asignación, donde me entregaran a mis aginados—. Anabela sonrío.
—Muy bien, eso resume casi todo.
Arrugó su frente.
—¿Qué me falta?
—Que tus asignados serán seleccionados para ti y entregados, en base a varios métodos de búsqueda. Que puedes confiar en ellos para lo que necesites y que si tienes una duda puedes llamar al General o a mí.
Leslie sonrío.
—O a mis amigas —dijo entre pregunta y afirmación.
Anabela asintió suavemente.
—También.
La mujer apuntó unas puertas dobles y la hizo detenerse.
—Aquí es.
Leslie tomó aire, estaba muy nerviosa.
—No te preocupes —le dijo ella suavemente —yo llevo años aquí y nunca me he arrepentido.
Leslie asintió y abrió las puertas.
Esperaba que su decisión fuera la correcta, en verdad deseaba encontrar un hogar en ese extraño mundo.
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Otra capitulo mas, sí , se que dije que nos veriamos el lunes pero tambien tenía claro que el capitulo del dia viernes era muy corto, y no soy tan mala para dejarlas asi. Por esto ya habia decidio publicar otro hoy, espero les guste. Y ahora si nos vemos el lunes, para conocer a los asignados de Leslie. Saludos y pasen un buen fin de semana. :)
Y claro, gracias por sus comentarios.
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La fantasía de Leslie
RomanceNovela Romántica y Erótica Serie Nuevo Edén Libro Cuatro Leslie amaba su vida, amaba ser el centro de atención de cualquier lugar, prácticamente ese era el objetivo de su existencia. Lo que no amaba era sentirse fuera de lugar, inútil y pérdida, y d...