Aún sin entender nada sobre las visitas, me duché y vestí lo antes posible. No tenía ganas, pero no me quedaba otra.
Estaba tocando 'Arabesque nº1' de Claude Debussy justo cuando sonó el timbre.
"¡Elio! ¡Ve a atenderlo!" pidió mi padre desde el estudio, probablemente le estaba dando los últimos detalles para sorprender al invitado, como siempre.
Volvió a sonar.
"¡Elio!" esta vez fue mi madre.
Ahora todos estaban oocupados.
Resignado, me levanté de la banqueta y abrí la puerta. Allí solo había un chico de cara pícara y traviesa. Sonreía con una mueca burlona en su boca y en sus ojos azules. Tenía el pelo rubio, la nariz chata, la mandíbula marcada.
Parecía un niño, quizás unos meses mayor que yo. Fruncí el ceño.
"Tú debes de ser Elio."
Asentí.
"Yo soy Asher."
Fui a tenderle la mano, pero él prefirió darme un beso en la mejilla. Incómodo y asombrado, retrocedí con una mueca de odio breve e intensa. (Oh, Elio, tienes que comportarte con los invitados.) A él solo le pareció algo divertidísimo, ya que no hacía más que reír a carcajadas,
"Pasa" dije secamente.
Entró y cerré la pesada puerta con un chasquido.
Supe qué era lo que iba a hacer: miraría el piano; tocaría las teclas agudas, luego las graves; aporrearía el instrumento; y más tarde me preguntaría si sé tocarlo. Era la misma historia de siempre con cualquier invitado que pisaba la casa por primera vez.
Pero no.
Se sentó y comenzó a tocar 'Arabesque nº1' de Debussy mientras me miraba desde sus ojos de apariencia angelical. Mi sorpresa fue tal que no pude evitar quedarme callado.
Encima tocaba mejor que yo.
"Oh, Elio que bien la to..." mi madre quedó impactada al ver que aquel que estaba sentado al piano no era ningún muchacho de pelo castaño y rizado, sino un chico completamente desconocido y de mirada viva, no muerta (como la mía).
"Asher" pronuncié con voz de ultratumba.
Ya había tenido suficiente por un día, para toda mi vida, en realidad. Primero Oliver se fue, luego se casa, luego nos invita, y ahora me manda a un chico mil veces mejor que yo. ¿Es que pretende destrozarme?
Cuando concluyó, se levantó sonriendo y pasó a saludar a mis padres con un sincero apretón de manos.
"Asher, de América."
"Encantada."
Sentía que estaba siendo sustituido y dolía tanto que no me dejaba fuerzas para hacerme daño.