💫Joffrey

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Anna Tyrell y Joffrey Baratheon.

La joven paseaba, o mas bien corría, por los pasillos del palacio en busca de su hermana mayor. Ella misma le confesó entusiasmada que pronto sería reina, pues se casaría con el nuevo rey Joffrey. A Anna no lo interesaba lo más mínimo el poder, pero se alegraba de que alguien como Margaery reinara. Sabía que lo haría bien. Además sería buena y bondadosa, no como la última reina. Los ciudadanos necesitaban a alguien como su hermana, estaba segura de que la adorarían. Aunque pensándolo bien ya lo hacían. Los Tyrell habían donado muchos suministros a los más pobres.

-Perro, ¡ven aquí ahora mismo! Hay unos sinvergüenzas por aquí que... -Anna vio sorprendida al rey, no esperaba encontrarselo tan pronto de nuevo. Aún así supo disimularlo y enseguida sonrió.

-Siento mucho interrumpirle, majestad. Espero que me perdone. Pero estaba buscando a mi doncella, hace tiempo que no la veo.

-Oh, lady. Qué grata sorpresa. ¿Cómo está?

Joffrey no le dijo nada acerca de su doncella a Anna, por lo que la muchacha pensó que eso significaba que no la había visto.

-Extraordinariamente bien, majestad, ¿y usted?

Justo cuando Joffrey fue a responder Sandor Clegane irrumpió en la sala.

-¡Perro! ¡Llevaba llamándote hace siglos y ahora apareces! Ahora no es primordial lo que tengo que decirte, así que haz el favor de salir por dónde has enviado -dijo un Joffrey enfurecido por haber sido interrumpido cuando hablaba con la muchacha que más le importaba en los siete reinos. Sandor se fue tan pronto como había llegado, estaba más que acostrumbrado a que lo trataran de esas maneras.

-No tendrías que haber sido tan brusco con él -se atrevió a reprochar Anna-. Es uno de los hombres más leales que tienes.

-Es un perro, pero supongo que tienes razón.

Joffrey se habría puesto rojo de rabia si alguien llegaba a juzgar como hacía las cosas, al fin y al cabo él era el rey, y ellos no eran nada. Pero con Anna las cosas eran diferentes. Muy diferentes. Sus reproches los tomaba como consejos, y siempre intentaba cumplirlos para que Anna se sintiera satisfecha con él. Por ella era capaz de cambiar.

-¿Te gustó la rosa que te di anteayer? Era tan blanca como tu piel, me pareció que estaba predestinada a estar junto a tí. Olenna me confesó que te encantan las flores.

-Y no se equivoca. Por algo el blasón de nuestra casa es una rosa bañada en oro y nuestro asentamiento es Altojardín -Anna río levemente y Joffrey se puso rojo de la vergüenza. Había hecho un comentario muy idiota-. Fue un detalle muy bonito, pero debiste habérselo hecho a tu prometida.

-Ya tendré tiempo de sobra para eso. Aunque tampoco es que me emocione demasiado la idea...

-Estás hablando de mi hermana, te recuerdo. Además, ¿no estabas muy alegre de estar con ella?

-No, es solo que mi pesada madre dice que será lo mejor para todos. Y más estupideces de esa clase. No sé porque no puedo casar contigo, tú también eres Tyrell -acabó confesando el joven, causando que a Anna casi se le salieran los ojos de su sitio.

-¿Pero qué dices? Tú... ¿prefieres casarte conmigo?

-Sí, lo prefiero. Da igual que mujer sea, yo siempre te preferiré a tí -Joffrey fue acercándose a Anna mientras decía aquellas palabras. Cuando estuvo a escasos milímetros de ella, le tomó de la barbilla y le plantó un casto pero tierno beso en los labios. Anna se separó de forma brusca de él disculpándose, y se fue de allí como había venido: corriendo.

No podía ignorar sus sentimientos hacia Joffrey, pero lo que sí que no podía hacer era arrebatar algo que tanto ansiaba su hermana. Se encontraba entre la espada y la pared.
Después de estar pensando un largo tiempo, decidió que lo mejor era hablar con Margaery y Olenna Tyrell. Todas juntas encontrarían la solución, siempre lo hacían. Al menos le servía de consuelo saber que a Margaery lo único que le gustaba de Joffrey era su corona y lo que eso significaba.

-¿Sabes qué? Qué si lo amas de verdad, cásate con él. Yo nunca podría ser feliz con Joffrey, pero si otro Tyrell puede, tenemos que usarlo a nuestro favor.

-Sí, y además como tú no sabes mucho sobre reinar... Margaery será tu consejera. Será como si en realidad ella también reinaa.

-¿Y todos contentos? -preguntó Anna a lo que sus dos familiares asintieron. Las tres estaban charlando tranquilamente sentadas al aire fresco-. Muchísimas gracias por todo, pero sobre todo por entenderlo. Las amo a ambas.

Después de darles un caluroso abrazo, se despidieron. Anna busco como loca por los jardines a su hermano Loras. Cuando lo encontró se lo contó todo. Él siempre la escuchaba atentamente, y viceversa.

-Bueno, pues no te entretengas tanto y ve a solucionarlo con tu amado, ¿no te parece? -le dijo Loras con una sonrisa graciosa en su rostro. Anna al ver que su hermano estaba en lo cierto, volvió a correr en busca de Joffrey. Cuando lo encontró se echó directamente a sus brazos.

-¿Sigues queriendo casarte conmigo? ¿O has abierto los ojos por fin?

-Tengo los ojos abiertos Anna. Sí, quiero casarme conmigo.

-Pues entonces hazlo.

Anna se separó del abrazó con Joffrey y le miró. Al ver que el muchacho no podía responder por culpa de su sorpresa, le agarró la cara con las manos y lo besó. Y esta vez los sentimientos fueron correspondidos.


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Ni siquiera me gusta Joffrey. Me repugna, de hecho. Pero como soy cool pues escribo una historia de amor sobre él.

¿Sobre quién quieren que escriba próximamente?

Game of thrones: one shotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora