Capítulo I: El niño bonito

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Realmente no sabía si deseaba morir o estaba mas feliz que nada.

—Levántate joder! ¡Se te va a ir el bus y no creas que violare los limites de velocidad por ti!

—Ya llévame diosito.... —susurré mientras tiraba las colchas a un lado y me ponía de pie.

Tallé mis ojos repetidas veces en círculos hasta lograr tener una visión clara de mi habitación sin vida. Las paredes tenían el papel tapiz arrancado y maltratado, había bolsas del huésped pasado en el suelo con un contenido desconocido para mi, la mesa de noche era un jodido desastre y en mi cama los cobertores hechos bola con lapices y libretas enroscadas seguido por la puerta que no poseía picaporte... mi cuarto era un asco. Tire de mi toalla arrastrándola para entrar al baño dispuesta a tomar una ducha de agua fría, até mi cabello en un mono para no mojarlo para después entrar y despertar en segundos ante el balde de agua congelada. Subí los pantalones por mis piernas mientras pensaba que tan jodido sería mi primer día en el instituto, tal vez no pasé nada, seré un punto de atención por minutos v luego todos volverán a lo suyo ingnorándome por completo mientas yo dibujo ojos en mi libreta y todos somos felices.

—¡Si no bajas en diez minutos juro por mi vida que te abandono!

—¡Ya lo has hecho cuando nací¡ ¿Cuál sería la diferencia ahora? —escuché un bufido de su parte y sonreí satisfecha terminado de cepillar mi cabello.

Miré la bolsa de maquillaje a mi lado durante varios segundos antes de rodar los ojos recordando la vez que me puse delineador como labial. Decidí solo tomar un labial rosa y ponerlo en mis labios rápidamente antes de bajar con la mochila colgando de mis hombros a grandes zancadas.

—Te tardas una hora arreglándote y sigues luciendo como vagabunda.

—Tu trabajas mas de diez horas al día y sigues sin conseguir un ascenso —cogí mis llaves y tarjeta del bus.

Subimos al auto sin decir ni una palabra en todo el camino, me dejó frente a la parada y suspire mirando mis manos.

—Siento lo que dije —me incliné dejando un beso en su mejilla— nos vemos en la tarde.

—Eres la niña mas hermosa que mis ojos van a llegar a ver.

Cerré la puerta del auto tomando asiento en la fría banca de metal donde había otro chico con la misma camisa del instituto esperando el bus. Mire mis botas limpiando un poco de polvo que manchaba el terciopelo de estas. Estaba nerviosa, ¿qué tan malo puede ser? digo, nunca me han sucedido cosas interesantes así que tal vez podría andarme tranquila. El bus se estaciono frente a mi y pasé mi tarjeta por el lector tomando asiento en uno de los lugares al final. Canadá es hermoso, siempre soñé con vivir aquí y ahora lo había logrado. Tal vez no de la forma que me hubiera gustado pero al fin de cuentas estaba aquí disfrutando al máximo. Después de largos cuarenta minutos llegué al instituto viendo las grandes puertas ante mi, realmente este lugar me intimidaba. Camine hasta llegar donde el guardia el cual me detuvo.

—¿Dónde esta su gafete? —tragué en seco— sin el no puedes pasar.

—Y-yo no lo tengo.

—Lástima —genial, todavía no entraba y ya estaba que me levaba el diablo.

—Soy de nuevo ingreso.

—Se supone que tu padre debía venir contigo, de no ser así me temo que te quedaras afuera.

—Aja, claro. Esa excusa es muy cliché.

Me di la vuelta totalmente molesta, hacia mucho que había llegado y aún no tenía un celular para llamar al estúpido de mi padre. Camine por la calle esperando encontrar un teléfono publico del cual realizar una llamada. Me prometió que había hecho todo y no tendría problemas para ingresar, pero no, me ha fallado. No me sorprende. Estuve vagando por la calle hasta encontrar una maldita cabina telefónica, inserte tres monedas y marqué el teléfono de mi tía, la cual no tardo en contestar en más de cinco sengundos.

Cliché | Marcus & MartinusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora