Capitulo III: Mantente alejado de mi

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Comencé a correr como me era costumbre, pude escuchar mi nombre salir de su boca un par de veces, esto era estúpido, ¿por qué estaba corriendo? Fue fácil escabullirse entre todas las personas y salir por la puerta trasera del gimnasio, tomé asiento en la banqueta cogiendo una piedra de color blanco que encontré en el suelo. Ya esta, ¿para qué mierda me invitaba si el muy imbécil iba a estar tragándose con Mindy? Que idiota soy, ¿esperaba que se tragara conmigo? ¡Estoy enojada! ¡Y no se porqué! Me levanté lanzando la piedra con todas mis fuerzas, escuché un vidrio quebrarse y la alarma de un auto activarse, abrí los ojos viendo el jaguar con la ventana rota gracias a mi. Las puertas frontales del gimnasio se abrieron y todos comenzaron a salir y subir a sus autos para supongo que ir a la fiesta. Lentamente fingiendo inocencia retrocedí hasta salir corriendo por tercera vez en el día; escondí mis manos en mis bolsillos pateando una lata que encontré en la banqueta. Pensé que tendría un viernes diferente al los demás, no se. Estar en casa en aburrido, comencé a caminar procurando no pisar las lineas. Estaba cruzando la calle con la confianza de que el carro que venía aún estaba lejos, escuché en motor rugir y avanzar más rápido frenando repentinamente frente a mi, no sabía si me estaba dejando cruzar o quería matarme. Traté de avanzar pero de nuevo el motor sonó, retrocedí y este avanzó mas. Me percaté de que...¡era el puto jaguar al cual le había quebrado el vidrio! ¿¡Cómo sabe que fui yo?!

Las luces frontales se apagaron y la puerta se abrió, me di la vuelta para correr otra vez, la calle estaba vacía así que no lo pensé dos veces antes de mover mis piernas pero tiraron de mi chaqueta pegando mi espalda a su torso.

—¡Auxilio un viola... —cubrió mi boca arrastrándome hacia atrás, abrió la puerta de copiloto y me empujó dentro azotando esta y cerrando con seguro, intente pasar al asiento trasero, el rodeo y subió tirando de mis muslos hacia atrás para devolverme al asiento, colocó el cinturón de seguridad y se separó.

—¡Ya deja de golpearme! —encendió la luz mostrando su rostro.

—¡Pensé que eras un jodido violador! —intenté tomar su cuello entre mis manos para apretarlo hasta que dejara de respirar pero me empujó de vuelta al asiento.

—¡Si te hubiera dicho que era yo de todas formas hubieras corrido! —me crucé de brazos.

—¿Qué es lo que quieres?

—Yo solo quería hablar contigo, pero adivina que —sonrió cínicamente— cierta persona salió corriendo.

—Recibí una llamada de emergencia...

—¿O estabas muy ocupada quebrando el vidrio de mi auto?

—¡No fue intencional! —soltó una carcajada.

—En realidad no sabía que fuiste tu —mis mejillas se tornaron rojas.

—Ni siquiera sabía que era tu auto... —vi la roca sobre el tablero, estiré mi mano para tomarla pero sostuvo mi muñeca.

—Dejala ahí, es un buen adorno —mi estomago gruñó haciéndome recordar que no había comido nada en todo el día— ¿tienes hambre?

—...Si —sonrió arrancando el auto.

—Vayamos a cenar.

—¿No irás a la fiesta?

—Claro que iremos a la fiesta —fruncí el ceño.

—¿Iremos? No, no...yo debo volver a casa.

—¿Por qué eres tan aburrida? —me sonroje apartando la mirada— tu vas a ser mi compañera de noche.

—¿¡Qué?!

—¡No esa clase de compañera de noche!...al menos que quieras.

—¡No!

Cliché | Marcus & MartinusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora