Capítulo II

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Estoy mejor sola de todos modos


Gruñí mientras borraba el lagrimal del ojo que estaba dibujando, quedaba demasiado abajo dándole un aspecto caído lo cual no lucía para nada bien.

—La razón de ser del arte nunca es del todo la misma. La función del arte en una sociedad dividida en clases y sometida a la lucha de estas difiere en muchos sentidos de su función original —la profesora leía el libro de artes mientras yo me limitaba a dibujar, miré a mi alrededor unos cuantos dormidos, otros que parecían dormir despiertos. Odiaba a esta profesora y no llevaba mas de un día conociéndola.

Era una señora ya mayor de cabello rubio obscuro y rellena. Parecía estar amargada, lo único que rescataba la clase era el libro que recolectaba fragmentos de Ernst Fischer. Recargue mi cabeza en la pared mientras difuminaba con mi dedo el lápiz sobre la córnea.

—Hay algo llamado umbral del dolor, se reñere a el dolor que una persona puede soportar —suspire oscureciendo los alrededores del ojo... —Bien, hagan parejas y trabajen en las actividades del libro —justo cuando pensé que no podía odiarla mas.

—Tu serás mi pareja —le hablé a la pared abriendo mi libro comenzando a responder las preguntas.

—¿Sabes? El arte siempre me ha gustado —levanté la mirada Viendo a Martinus sentado frente a mi— ¿y a ti?

—¿Qué estas haciendo? —miré alrededor como algunas miradas estaban en nosotros.

—Voy a ser tu pareja —es demasiado hermoso, no puedo con esto. Mira su carita toda bonita y tierna. Reacciona Mercy.

—A-ah, pero seguro alguien mas quiere ser tu hina.

—¿Y? Yo quiero trabajar contigo.

—¿Quién es ella? —señale una chica de cabello castaño claro viéndonos fijamente, en especial a mi.

—...Mindy, mi novia —¿escucharon eso? Fue mi corazón quebrarse en muchos pedacitos.

—Oh... —la campana marcó el fin de la clase y suspire aliviada poniéndome de pie— nos vemos.

Cogí mi mochila saliendo del salón mezclándole con todos alrededor, miré hacia atrás como Martinus parecía discutir con Mindy, movió su mano para callarla y comenzó a caminar, me vio y al parecer pronunció mi nombre, pero todos los murmullos a mi alrededor limitaban mi audición. Volví a girar para llegar a mi casillero y tomar mis libros lo mas pronto posible.

—¡Mercy, espera! —sujetó mi brazo— dios, ¿por qué siempre estas huyendo? —¿No es obvio que para evitarte?— tenemos clase juntos. Vamos.

—No creo que… —fui interrumpida, que novedad.

—Guarda silencio, vamos —tiró de mi brazo hasta llegar al aula de orientación, la siguiente clase— ¿tienes alguna clase de problema con las personas? Eres muy callada.

—Em, yo solo...es complicado.

—Ya veo, y dime, ¿por qué has venido de tan lejos a Canadá? —¿y ahora que mierda digo?

—Yo…conseguí una beca escolar por mi alto desempeñó —mentira.

—Wow, eso es fantástico. ¿Vives muy lejos de la escuela?

—A una hora en autobús, es normal que llegue tarde —reí.

—Yo vivo a minutos, pero aún así
vengo en auto —levantó los hombros indiferente— deberías venir a el juego de hockey, es este viernes.

Cliché | Marcus & MartinusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora