Casa maldita

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—Si no dejas de moverme jamás voy a encontrar la llave, Martinus —me quejé moviendo el enorme manojo de llaves buscando la correcta para abrir la puerta.

—Es que —tiró mas de mi— con tan solo mirar la puerta puede verse que no hay nada bueno abajo —hizo referencia a la desgastada madera y chapa de cristal— la oferta de comer atún y ver películas sigue en pie...

—Martinus —le miré.

—No me mires asi... —bajó la mirada completamente sonrojado— se que luzco como un cobarde pero...

—Esta bien —sonreí empujándolo ligeramente con la cadera— vayamos por ese atún.

—N-no, está bien, iremos a tu sótano y buscaremos cosas...turbias.

—¿Seguro? Preparo unos sandwiches de atún que uff...

—...Hay que hacerlo de una vez.

Abrí la puerta después de varios intentos, lo primero que vimos fueron unas escaleras que conducían a la completa y total obscuridad. Solo 15 peldaños eran capaces de verse con claridad antes de desaparecer en la penumbra.

—Empezamos mal —murmuró.

Me cogió la mano antes de comenzar a bajar mientras alumbraba con la linterna del celular al igual que yo. Las escaleras eran largas, parecían nunca terminar, se podría decir que el sótano se encontraba diez metros bajo la casa y eso en cierto modo era algo perturbador.

—Busca algún interruptor.

Deslizamos nuestras manos por las paredes tratando de encontrar algo, al sentir el apagador lo subí llevándome la grata sorpresa de que el foco parecía estar fundido.

—Genial, ¿qué podría ser peor? —jadeo— Mercy, ¿dónde estas?

—A un lado tuyo.

Caminamos juntos iluminando alrededor, lo primero que vimos fue un montón de mantas cubriendo una serie de cosas de diversos tamaños. Lo primero que destapamos fueron unos espejos alineados, todos y cada uno estaban estrellados donde se supone nuestra cara debería estar reflejada.

—¿Por qué tantos espejos? ¿Y por qué todos están estrellados?

Mientras Martinus permanecía debatiendo el caso de los espejos, me adelante entrando mas al fondo; era como un cuarto mas alejado y despejado que el anterior, puesto que este no estaba abarrotado de objetos.

No podía ver mucho, solo lo que mi linterna alcanzaba a iluminar, mi abdomen chocó contra una supergicie fría, eran los barrotes de una cama, estaba pegada a la pared por detrás, era el fin del sótano. Mire las sabanas manchadas de un color café opaco en algunas zonas.

—Mercy, encontré una bolsa muy pesada... —escuché sus pasos— ¿qué haces? ¿Qué es eso?

—N-no lo se... —llegó a mi lado cargando una bolsa negra aparentemente pesada— una cama.

—Deberíamos salir de aquí, cuando consigas focos pod... —su cara palideció.

—¿Qué sucede?

—Una...¡una cosa en la cama! —devolví mi vista a esta viendo una enorme tarántula caminar sobre esta.

—¡Vamos a morir! ¡Mercy tenemos que salir de aquí!

—¡Martinus, calmate por favor! ¡Es solo una araña!

—¿¡Una arañal? ¡Es un puto monstruo! Un momento… ¿E-eso es sangre? —señaló las sabanas.

—...Oh dios mio.

—Estamos donde...

—La niña fue exorcizada.

Cliché | Marcus & MartinusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora