VI - HONOR Y DEBER

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- Espera que limpie el agua y el paño. – Le dije cogiendo ambos llevándolos hacia aquel tronco vacío que utilizaba mi padre para bañarse. Eché el agua limpia sobre el tronco y lavé el paño. Después vacié el cuenco de agua allí también y lo llené con agua limpia. Miré a Gray, que ahora estaba sentado sobre un tronco cortado. Fui hacia él, dejé el cuenco en el suelo y miré su pecho que todavía sangraba. Seguí sus ojos hasta mi muslo izquierdo, no la había notado antes pero mi pierna sangraba también por la herida de aquel cuchillo. El al darse cuenta se levantó me cogió de la cintura y me sentó donde antes estaba él.

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- Estas curándonos a todos y ni si quiera cuidas tu pierna. – Me dijo quitándome el paño. Lo rasgó en dos y los metió en el agua.

- Si no lo hacía yo no lo haría nadie. Sois unos tercos y pensáis que unos arañazos no os pueden hacer nada, y no es así. He visto a más de un hombre morir por un simple rasguño. Debéis aprender a pedir ayuda. – Cogí un trozo del paño y lo escurrí y el hizo lo mismo con el otro.

Cerró mis piernas y llevó el paño en dirección a mi herida, a lo que yo me adelanté y antes de que tocara mi muslo aparté las piernas y las apreté sobre sus caderas para acercarlo a mí. No parecía esperarse eso y abrió los ojos con expresión de asombro. Solté el agarre con las piernas y llevé mi paño a su pecho, chocándome con su collar, el cual recordaba a la perfección desde aquel día. Entonces rió y llevó el suyo a mi muslo.

- Como en los viejos tiempos, ¿no? – Dijo mirándome fijamente a los ojos elevando una ceja y una sonrisa de lado. – Mierda, se acuerda de aquel día. – Pensé. Encontré sus ojos que me miraban, sus increíbles ojos grises.

- ¿Eras tú? Ya casi ni me acordaba de eso. – Mentí.

- ¿A no? Viendo como me miras pensaba que te acordabas perfectamente. Si no es así es porque te gusto. – Dijo. Yo solo reí.

- ¿Gustarme? No eres el único hombre que pisa estas tierras, ¿sabes? – Dije terminando de limpiar su herida y vendándole. Él se acercó más a mí.

- Tienes posibilidades, no eres fea, me gusta tu físico y sabes pelear, es más de lo que he visto por aquí. Y al parecer al viejo de mi padre le agradas. Veo por qué. – Me susurró agarrándome la cintura apretándome contra su miembro. Lo aparté y me levanté.

- Cuidado con lo que dices sobre tu padre. Es un buen hombre y desde luego ha ejercido de padre conmigo mejor que el mío propio. – Me giré con intención de salir.

- Espera a que vende tu pierna. – Dijo agachándose apoyando una rodilla en el suelo. Vendó mi muslo y se levantó. - ¿A mí no me vas a dar el beso? – Inclinó su cabeza hasta poner la frente a la altura de mis labios. Le sostuve el rostro y le besé la frente. Lentamente elevó su rostro encontrándose a mí misma altura. Y acercó sus labios a los míos. 

Sonó entonces el cuerno y me moví antes de que me tocara. Salí a mirar. Detrás de mí salió Gray.

Los guerreros del este acababan de llegar tras el aviso de guerra que nuestros hombres enviaron. Su jefe paró a unos metros frente a mí, a su lado estaba Rogue y otro muchacho a quién no presté atención. Nuestros guerreros se mezclaron con los suyos.

- Debo hablar contigo Juvia y con tu hermano. – Dijo el jefe. Le invité a entrar, Gajeel salió de la multitud y entró también. Entré y Gray, Natsu, Silver y Laxus me siguieron.

- ¿No entendéis que quiere hablar únicamente conmigo y con Gajeel? – Dije mirándolos.

- No importa, son tus hombres de confianza. ¿No? Se enterarán igualmente. – Dijo el Jefe.

- Todos nos sentamos en las pieles que habían extendidas en el suelo haciendo la forma de un círculo.

- Juvia, ya me han contado lo sucedido. Lo siento por lo de vuestro padre. Quiero que sepas que tu pueblo tiene nuestro apoyo, y que si necesitas cualquier cosa incluso hogar para algunas familias, mi pueblo abrirá las puertas a los tuyos, sus hermanos. Y si entramos en guerra mis guerreros lucharán junto a los tuyos.

Tu padre ya me avisó de lo que podría pasar y desgraciadamente, es exactamente como ha sido. Sé que todavía es pronto, pero debemos hablar de ello. 

Tu padre sabía que iba a morir pronto. El espíritu de tu madre le avisó. No quiso decirte nada para no preocuparte. Tampoco pasabais demasiados tiempo juntos y pensó que decírtelo cuando ya no pudiera levantarse sería lo mejor, pero no contamos con esta guerra. Por ello intentó dejar todo preparado de alguna manera para ti, su sucesora. – No contesté nada. No sabía que estaba pasando.

- Puedes heredar su puesto de líder tanto tú como Gajeel. Pero tu padre quería que fueses tú. Decía que eras la viva imagen de tu madre y sabía lo fuerte que te estabas haciendo. 

- Solo hay un impedimento para poder acceder a ese puesto. Y es que debes casarte, asegurar que tendrás una familia, ya sabes. Tu padre quería que lo hicieras con alguno de mis guerreros, por ello se empeñaba tanto en que os conocierais y pasaseis tiempos juntos. Pero yo te libraré de ello, podrás escoger por ti misma, mi apoyo lo tenéis asegurado. Pero tienes que hacerlo el día que cumplas tus 20 años. Si decidís que sea Gajeel quien se quede el puesto, las condiciones son las mismas, deberá hacerlo en la ceremonia de su próximo cumpleaños. Tenéis todavía unos meses para decidirlo, pero no os demoréis mucho, podríais perderlo todo sino.

- Y tu Juvia, si ninguno os casáis y los norteños se enteran, por el acuerdo que tu padre hizo con ellos, podrían reclamarte y llevarte a la fuerza. No dejéis que eso ocurra. Solo elegir bien. Juvia, al fin y al cabo ya eres toda una mujer, escoge a alguien con honores, alguien digno de liderar junto a ti. Y preparaos para lo que pueda pasar. 

- Lo cierto es que te cases u no, es posible que vuelvan a reclamar su parte del trato. Y ya has visto que no les importa derramar sangre si es necesario. – Se levantó. – Dejaré a algunos de mis guerreros un tiempo aquí para ayudaros a recomponer todos los daños cuanto antes. No olvidéis vuestro deber Juvia. 

( Yo simplemente... no sabía que decir. Tenía muchas preguntas pero no pude pronunciar una sola palabra. )

Me levanté sin analizar todo cuanto había dicho aquel hombre y lo acompañé hasta sus barcas para despedirlo a él y a sus hombres. En cuanto el horizonte los perdió me di la vuelta entre la multitud y sin levantar la cabeza ni mirar a nadie seguí en dirección a mi cabaña. Entré y me arrodillé en las pieles.



Mil perdones y mil gracias por vuestra paciencia conmigo. Aquí dejo este capitulo y espero subir pronto el siguiente. Espero que les guste y... Un beso enooorme  :D


PREGUNTA:  ¿Quién debería ejercer su deber de para su pueblo y asumir el liderazgo?   :) 

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