De un momento a otro, Tsubaki comenzó a disfrutar de la compañía del doctor, cada cosa que hacía NamJoon por ella, parecía salvarla un poco más de la muerte. Se sentía en confianza y aunque no había conseguido borrar la triste mancha del pasado, sí había logrado respirar con libertad.
Su familia no había llamado, pero su hermana le informó sobre el funeral de su difunto novio. Se sintió miserable por no poder asistir, pero sus piernas no lograban responder aún y el doctor encargado no le permitía salir del hospital sin un acompañante. Además, la familia del chico traslado el cadáver hasta Japón. Las posibilidades de Tsubaki se volvían cero.
NamJoon entró en la habitación y le sonrió. No llevaba bata de doctor; esa era la primera vez que lo veía vestido de manera tan informal. Una bermuda holgada, con una camiseta blanca, también demasiado grande. Llevaba un gorro rojo en la cabeza y uno anteojos redondos. Definitivamente jamás pensó que Nam acostumbrara vestirse de esa manera, pero debía admitir que le iba demasiado bien.
El chico se acercó al a cama y se sentó en el borde. La saludo en japonés.
— Tsubaki-chan ¿Qué te parece continuar con la lección? — Como un buen amigo, NamJoon se comprometió a enseñarle inglés. Después Hangul.
Por suerte la muchacha conocía el alfabeto y eso era suficiente para continuar.
Tsubaki asintió sin ánimos. En un súbito momento en donde su mente viajó millones de kilómetros, preguntándose en que demonios pensaban sus padres al haberla abandonado. Concluyó que, al ser una familia con el presupuesto justo para vivir, no tenían dinero para el boleto de avión. Pero carajo, ni siquiera un maldito mensaje de texto. Su hermana menor los mantenía informados, pero que caray, necesitaba ver y abrazar a su madre.
NamJoon la miró desconcertado.
— ¿Pasa algo? — preguntó. El chico sabía que pasaba algo. Por favor, era obvio que pasaban millones de cosas. NamJoon no había podido conciliar el sueño a causa de la terrible preocupación que tenía por Tsubaki. Suspiró. — ¿Puedo hacer algo por ti?
Tsubaki lo miró.
— Tu japonés es realmente bueno. — respondió.
NamJoon formó una mueca.
— Gracias. — Respondió.
Al parecer Tsubaki aún no le tenía confianza. O por lo menos, eso creyó.
De pronto, la chica se giró hacia la ventana y esbozó una dulce sonrisa que no debía ser vista por nadie.
— NamJoon... — Musitó. — ¿Podrías prestarme tú móvil? Quiero llamar a mamá y no puedo hacerlo desde el iPad que me prestaste.
NamJoon sonrió.
— Claro que sí. Es extraño que no hayan devuelto tus cosas. Llamaré al departamento de policía.
— No importa, dice Akiko que ya han llegado allá. Junto a las pertenencias de Ayato-kun. La policía me hizo llegar una maleta con un poco de ropa, pero nada más. Aún estoy preocupada por la factura del hospital.
NamJoon le entregó el teléfono a la chica. Creía que prestándole su preciada iPad conseguiría comunicarse con su familia, pero al parecer la única con la que tenía contacto era con su hermana menor.
Harta de no escuchar la voz de sus padres, Tsubaki marcó el número deseando que uno: la llamara entrara, sabía que larga distancia era igual a poca probabilidad y dos: que su madre respondiera.
Alguien tocó la puerta de la habitación, SeokJin y un Jimin de 14 años entraron al lugar colocándose al lado de NamJoon. Tsubaki se giró para sonreír y dedicarles una reverencia.
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Be my medicine |KNJ|
FanfictionFushisawa Tsubaki es una buena muchacha de una familia japonesa promedio, amante de los animales y aspirante a novelista. Ha estado enamorada del mismo hombre por 10 años, decidida a casarse para así, poder unir su vida con la de su amado. Antes de...