6.- Te amaré, vida mía.

348 78 7
                                    

Cuatro meses más tarde...

La estadía de Tsubaki en Corea estaba por terminar, lo habían dado de alta en el hospital y la chica recuperó la sensibilidad en sus extremidades. NamJoon había asistido a su rehabilitación y sin saberlo ni pensarlo, Tsubaki comenzó a verlo como algo más. Sin embargo, la muchacha intentaba a toda costa sacarse al joven de la mente, pues cuando pensaba en su amor perdido, un desagradable sentimiento recorría su cuerpo y la culpa llenaba cada parte de su ser. Para ella, enamorarse tan pronto no era lo correcto, así que optó por continuar con su vida y regresar a Japón, lista para olvidar al muchacho.

NamJoon se encontraba a su lado, hablándole sobre su titulación y expresándole el deseo de verla ahí. Tsubaki se miraba las manos con preocupación, planteándose en la mente, mil y un formas de hablarle al chico sobre su regreso. Mientras tanto, NamJoon la miró, esbozando una sonrisa afable que le brindaba esperanza y le arrebataba mil veces las ganas de alejarse. El chico, levantó una ceja y se acercó a Tsubaki.

— Entonces ¿Irás? — Preguntó.

Tsubaki lo miró desconcertada.

— ¿Cómo?

Nam comenzó a reír.

— Bueno, estás un poco perdida. Ahora que te han dado el permiso para salir del hospital, pensaba que podías asistir a mi toma de protesta la próxima semana. En realidad, me gustaría mucho que asistieras.

El rostro de NamJoon reflejaba emoción y anhelo. Era evidente. Tsubaki sabía que NamJoon estaba enamorado de ella y no había nada en el mundo que deseara más que corresponderle. No obstante, no podía hacerlo, no mientras tuviera a Ayato en el corazón. Porque un hombre como Nam, merecía a una mujer segura, que no amara a nadie más que a él.

La chica tragó saliva y posó la vista en el joven. Tan fugaz y repentinamente que fue casi imperceptible. Nam ladeo el rostro.

— ¿Qué sucede? — Y la cuestión casi venció a la muchacha.

El nudo en su garganta creció y de pronto, las palabras llegaron a su boca como destruidas. En el fondo sabía que no eran las correctas, pero debían ser dichas.

— No puedo NamJoon. Regresaré a Sapporo el viernes.

NamJoon abrió los ojos, obnubilado, luchando por procesar las palabras de Tsubaki. Se giró desconcertado y sonrió sin ganas.

— ¿Regresarás? — Suspiró —. Vaya.

Tsubaki asintió; su vista comenzó a nublarse y sintió sobre sus mejillas, a un par de lágrimas derramarse. Sorbió por la nariz.

— Mi madre ha comprado los boletos de vuelta. Tengo que volver y poner mi vida en orden. Yo planeaba decírtelo, pero ...

Nam la miró a los ojos. —. Comprendo. — Dijo —. Ya lo has hecho y te lo agradezco. Es bueno saber que regresarás a tu país.

Tsubaki sabía que, al volver, perdía cualquier oportunidad con NamJoon, pero también sabía que llegaría alguien capaz de comprender la grandeza detrás de aquel muchacho.

— Si tú quieres, podemos seguir en contacto. —. Musito la chica, con un hilo de voz.

NamJoon asintió.

— Claro que sí, prometo enviarte fotografías y vídeos del evento. Será una lástima que no puedas asistir, pero así son las cosas. — Se obligó a sonreír. —. A veces pasa.

— Gracias por entender...

(****)

Los días transcurrieron demasiado rápido, mucho más de lo que NamJoon hubiera imaginado y aunque deseo mil veces que el tiempo se detuviera, sabía que estaba siendo irracional y que, aunque no lo quisiera, terminaría sucediendo.

En contra de su voluntad, acudió al aeropuerto para despedir a la muchacha y a su madre. NamJoon se inclinó hacía la silla de ruedas y le dedicó una última sonrisa a Tsubaki. Entonces, sintiendo a su primer amor siendo arrancado por la fuerza, la abrazó, deseando que aquel momento perdurara una eternidad. Que ninguna fuerza se atreviera a arrebatarle lo que tanto atesoraba; lamentándose mil veces por no haber sido capaz de abrir su corazón y contarle las mil y una cosas que pensaba.

Tal vez, jamás serpia capaz de encontrar a una mujer que lo hiciera sentir como Tsubaki lo hacía sentir, pero al decir verdad, no deseaba que llegara alguien.

Tsubaki regresó a su país sin saber que se llevaba consigo el corazón del doctor. 

Be my medicine |KNJ|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora