⓵ CAPITULO ♞

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El pene de Kihyun se levantaba con avidez mientras Jooheon, arrodillado detrás de él en la Cruz de San Andrés, fijaba sus tobillos a las restricciones.

—¿Cómo te sientes? —La voz de Jooheon era baja, un sensual ronroneo al oído de Kihyun.

—Estoy bien. —Kihyun fue evasivo, no estaba seguro de qué era lo que Jooheon quería escuchar, no se permitía suponer demasiado. Él estaba feliz de que su erección estuviera oculta al escrutinio de Jooheon.

—Te ves muy bien, —Jooheon se rió—. Espalda fuerte, ideal para ser flagelada. —Los dedos de Jooheon se deslizaron por su piel. Kihyun se estremeció ligeramente y se mordió el labio para evitar gemir—. Déjame ver cómo manejas la flagelación que dices adorar.

Kihyun estaba sin camisa, atado en X por los tobillos y muñecas a la cruz en la pequeña, pero bien equipada mazmorra. Podía ver a Jooheon por el rabillo del ojo moverse hacia unas altas repisas contra una pared. Jooheon seleccionó un pesado látigo, con las tiras trenzadas de un brillante color púrpura. —Dices en tu solicitud que puedes manejar más que un poco de dolor. Vamos a descubrirlo. ¿Empezamos?

—Sí, Señor. —Las palabras salieron espontáneamente de sus labios. Algo en Jooheon lo compelía a usar ese término de respeto.

Kihyun no podía controlar el ligero temblor que recorría su cuerpo mientras Jooheon cruzaba su espalda con las tira de piel. Él comenzó suavemente, calentando su piel con una fuerte lluvia con el cuero.

Aunque la situación fuera planeada, el cuerpo de Kihyun respondió como siempre lo hacía a la sensual flagelación. Él amaba el sonido del cuero golpeando contra la piel. Amaba el olor animal escondido en el terso y suave cuero curado, y aún así capaz de arder fuerte en las manos correctas. Jooheon, dejó claro enseguida que sabía lo que hacía.

La mente de Kihyun se vació y su cabeza cayó hacia atrás cuando Jooheon comenzó a flagelarlo más fuerte. Con cada ardiente beso del cuero, su pene se tensaba hasta que estuvo dolorido. Jooheon le dio un golpe especialmente intenso y Kihyun se empujó con fuerza contra la cruz. La fricción de la madera contra su ingle casi hizo que se corriera en sus jeans. Cerró los ojos, obligándose a calmarse. Estaba confundido con su fuerte reacción. No esperaba responder tan sexualmente a la flagelación por un extraño, y eso lo molestaba.

—Toma esto por mí, —Jooheon murmuró. Kihyun se balanceaba en el borde de un trance erótico, su respiración lenta, su cuerpo electrificado por un particularmente cruel golpe del látigo. Jooheon lo golpeó duro como ningún Dominante en la escena lo había hecho antes. Kihyun se sintió entrando en el lugar en donde el placer ya no era percibido como tal, sino de algún modo elevado; de algún modo sublime.

«¿Quién era ese hombre que podía causarle tan intensa respuesta?» «¿O era solo que Kihyun era fácil?» Una puta sumisa del dolor que ansiaba el látigo, sin importar quien lo blandía.

Jooheon siguió un tiempo más, disminuyendo la intensidad hasta que el cuero fue solo un beso susurrado contra su carne. El lento ritmo le dio a Kihyun una oportunidad de recuperar el control, que en silencio agradeció.

Jooheon desabrochó los puños de sus muñecas y se inclinó tan cerca que casi se fundieron, su pecho se presionaba contra la espalda de Kihyun. Este podía oler su colonia y un tinte de sudor detrás de ella. Jooheon lo rodeó, presionando su palma ligeramente contra el pecho desnudo de Kihyun. Este estaba sudado por la intensa flagelación. Podía sentir su corazón golpeando contra la palma de Jooheon. Resistió una repentina y casi incontrolable urgencia de girar la cara para tocar los labios de Jooheon con los suyos.

Jooheon se apartó y se arrodilló para desatar los tobillos de Kihyun. El momento había pasado.

Él esperó mientras Kihyun se apartaba inestablemente de la cruz. Kihyun trató de atrapar su mirada, preguntándose si lo que él sentía era compartido por Jooheon. Pero no vio nada ahí, ni el simple reconocimiento, nada más que una cínica sonrisa.

—Puedes tomar una flagelación, no cuestionaré eso. Se ve que también lo disfrutas. —Miró directamente a la entrepierna de Kihyun y sonrió. Kihyun se giró, avergonzado.

Kihyun respiró profundamente, esforzándose en concentrarse y sacudirse la sensual telaraña de deseo que Jooheon había tendido sobre él.

La voz de Jooheon se volvió formal, como si empujara a los jóvenes a este ritmo todos los días. Quizás lo hacía.

— Estoy muy complacido con tu natural sumisión, pero para nada pasiva. Siento una fuerza en ti que es muy atrayente. Atraparla y subyugarla puede ser una poderosa experiencia.

Él miraba a Kihyun directamente, sus ojos tan oscuros que parecían casi negros.

—Nuestros clientes esperan una respuesta honesta. Esa es una de las razones por la que cobro tanto por nuestros servicios. Tú, amigo mío, nos permitirás venderte al mayor precio.

Kihyun no estaba seguro de cómo responder.

—Gracias, creo.

—¿Estás listo para otra ronda? —Kihyun asintió y Jooheon se movió hacia la repisa, regresó con un rollo de una delgada soga roja—. Si obtienes el trabajo, espero que te sometas a una intensa 'bondage'. Algunas veces la hora entera se utilizara en eso. Un cliente japonés en particular podría amar que mantengas tus manos en ti mismo.

Mientras Kihyun absorbía esa información, Jooheon dijo fríamente. —Desnúdate. Déjame ver cómo manejas la soga.

Sintiéndose moderadamente avergonzado, Kihyun pateó sus botas quitándoselas y se bajó los jeans. Se quitó la ropa interior y la dejó en la pila de ropa ya excluida.

—Posición de firmes, —Jooheon ladró. Kihyun obedeció, mirando hacia abajo para evitar ruborizarse cuando Jooheon recorrió su cuerpo con una insolente mirada.

«Esto no es real.» «Es solo un trabajo, una manera de ganar algo de dinero.» «Puedo hacer esto.» «Es fácil.»


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