③ CAPITULO ♞

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- ¿Tú hiciste qué?

Shownu se giró incrédulo hacía Wonho. Ellos estaban tomando unos tragos en la barra, de espaldas hacia la común escena de BDSM en el sótano del club que Shownu algunas veces frecuentaba cuando estaba aburrido.

—Seguro, ¿cuál es el gran problema? Es divertido. Hago exactamente lo que quiero durante una hora. Bueno, no exactamente lo que quiero. No puedo joder al tipo ni obligarlo a que me dé una mamada, pero solo eso. Y todo sin compromiso. Ese lugar está en Queens, lo que es bueno. Ninguno de nuestros conocidos en la ciudad estará ahí. Se mantiene fresco. Voy allí cuando tengo tiempo libre, solo por diversión.

Shownu sacudió la cabeza. —No te entiendo. ¿Por qué voy a pagar por algo que puedo tener gratis? —Shownu movió su mano hacia los semidesnudos niños sumisos que llenaban el club, vestidos con piel y cadenas, anhelando servir. Si bien había que admitir que algunos de ellos estarían mejor cubiertos, barrigas cerveceras y piernas delgadas no eran una oferta atractiva, no importaba lo sexy que fuera el atuendo que usaran.

Wonho señaló animadamente con su vaso. 

—Eso es lo hermoso de eso. Puedes hacer una escena sin las molestias. Nada de tipos persiguiéndote cuando terminaste con ellos y estás listo para alguien nuevo. Ni patéticos posibles amantes llamándote después, lloriqueando que quieren verte de nuevo. Ni celosos novios apareciendo inesperadamente cuando tienes tu pene enterrado en el culo de otro tipo.

—Habla la experiencia, —dijo Shownu secamente.

Wonho bajó la cabeza, pero no lo negó.

—No solo eso, cada chico tiene mejor apariencia que el anterior. Todos ellos son jóvenes, en sus veintes o treinta, y de lo que yo he experimentado allí, todos ellos son artículos genuinos. Reales sumisos o al menos reales masoquistas, listos y dispuestos para tomar cualquier cosa que no se salga de las reglas del Dungeon, por supuesto.

A pesar de sí mismo, Shownu estaba comenzando a interesarse. 

—¿Cuál es el costo?

—De doscientos a quinientos la hora, dependiendo de lo que se negocie por adelantado. Más la propina al chico. —Wonho movió su mano desinteresadamente. El dinero, como él decía, no era problema. Él era realmente un niño rico y nunca había trabajado de verdad, ni un día en su vida.

Shownu, por otro lado, había trabajado muy duro para conseguir lo que tenía, construyó una pequeña compañía que desarrollaba software de informática, inmediatamente después de que salió de la universidad. Recientemente la había vendido a los 'chicos grandes' por mucho dinero. Ahora él tenía treinta y dos años y por primera vez en su vida no tenía que trabajar setenta horas a la semana, sino que era capaz de tomarse las cosas con calma. Era propietario de una casa en Westchester County, manejaba carros de lujo y tenía un círculo de amigos con los que disfrutaba salir, todas las cosas que definían el éxito para los ojos de la mayoría de la gente.

Por un tiempo incluso pensó que había encontrado el 'verdadero amor'. Eso resultó ser falso y se alejó.

En un esfuerzo por recuperarse de los estragos del amor en su vida del año anterior, regresó a relaciones casuales y sexo anónimo con chicos que levantaba en los bares gay locales. Después de un tiempo regresó a los clubes de BDSM de Manhattan, levantando chicos que llamaban su atención durante una hora o una noche, rara vez más que eso. Aunque él disfrutaba la diversión, nadie lo emocionaba realmente. Shownu era un tipo de naturaleza privada, solía mantenerse en sí mismo y disfrutaba cuando estaba solo, perdido en su propio creativo mundo de complejas programaciones, o enterrado en un buen libro con una copa de brandy a su lado. A pesar de que en ocasiones había fantaseado con encontrar al sumiso perfecto, desde Minhyuk, se había dicho a sí mismo que no necesitaba a nadie que lo completara.

Tenía que admitir, que siempre había estado vagamente curioso acerca de las mazmorras profesionales, aunque él conocía más de lugares en donde hombres sumisos o masoquistas pagaban para ser dominados por una mujer que golpeaba sus flácidos traseros mientras les decían que habían sido unos niñitos malos.

Mientras pensaba en Minhyuk, y todo el dolor que le había causado, se daba cuenta de que la idea de pagarle a alguien por el privilegio de usarlo por una hora, sin tener una negociación o desarrollar ningún tipo de relación, no se oía tan mal.

Wonho estaba mirándolo, una traviesa sonrisa se formó en su cara. Él sacó una tarjeta de presentación de su cartera y la deslizó por la barra hacia Shownu.

«Dungeon Dreams

Para los distinguidos Dominantes, solo con citas.»

Había un número de teléfono abajo. Shownu tomó la tarjeta y se la llevó al bolsillo. «¿Qué demonios?» No tenía nada mejor que hacer.

SUMISO POR ALQUILERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora