—JiMin, cálmate—, dijo YoonGi más amablemente. —No pienso pegarte ahora. Todavía no me has llevado a eso—.
Lo sostuvo en sus brazos, y lo apretó tiernamente contra su cuerpo hasta que dejó de temblar. JiMin nunca lograría comprender a ese hombre. Primero amenazaba golpearlo y después lo abrazaba con amor y ternura.
¿Amor? ¿Por qué había pensado en amor? YoonGi no lo amaba. Sólo lo deseaba. Y el amor y el deseo eran tan diferentes como la noche y el día. Él no podría abandonar ese lugar mientras el corazón de YoonGi no se ablandase y le permitiese partir, como su padre había concedido la libertad a su esposa.
—JiMin, ¿te sientes bien?—, preguntó él con voz grave, mientras con una mano lo obligaba a levantar la cara y a mirarlo.
—Sí—, replicó blandamente sin abrir los ojos.
Lo llevó a conocer a los dos hermanos de Jowon y a sus respectivas y numerosas familias.
JiMin vio que los y las jóvenes miraban a YoonGi con deseo en los ojos. Pensó que en definitiva JiHoo no había mentido. Habían abrigado la esperanza de atraer la atención de YoonGi pero había sido antes de que él urdiera el plan que lo había inducido a viajar desde Inglaterra. Ahora, él lo había capturado y lo exhibía ante la tribu entera. Seguramente todos lo odiaban... y él más que nadie.
Aquella tarde se sintió incomodo al llevar la misma vestimenta desde su llegada, en algún momento hablaría con YoonGi para saber si podía darle otras ropas, o como creía, tendría que hacerla por sí mismo. La verdad para él no era molestia había visto a su madre y algo había aprendido, no serían como los finos trajes que acostumbraba en Inglaterra, pero si tendría más que solo una muda. No podía negar que era vanidoso, pero en ese lugar alejado de la mano de Dios, como él lo consideraba, tendría que amoldarse a lo que el bárbaro le proveyera.
Antes del almuerzo, YoonGi fue a buscar a JiMin para llevarlo a bañarse, tenía un cuchillo al cinto, con fines de protección. Se reunió con él en el agua tibia, pero esta vez no intentó tocarlo.
Después del baño, JiMin aprovecho la oportunidad y le hablo de la ropa, YoonGi le prometió que le conseguiría algunas prendas.
Esa noche, JiMin fingió dormir, supuso que él intentaría poseerlo nuevamente. Pero YoonGi se limitó a abrazarlo y poco después se durmió.
Durante los días tranquilos que siguieron, JiMin y YoonGi establecieron una rutina bastante regular. Él compartía con JiMin las comidas, pero lo dejaba solo durante la mañana y la tarde. Lo llevaba al estanque a bañarse todas las tardes, antes de la cena, y después de la comida lo acompañaba, ocupado en limpiar sus armas, leer o simplemente meditar.
Todas las noches YoonGi le hacía el amor y cada vez él se debatía con todas sus fuerzas hasta que la pasión derrumbaba todas sus resistencias. JiMin no podía negar que esa relación amorosa le daba un placer muy intenso; pero precisamente por eso odiaba a YoonGi más que nunca.
YoonGi provocaba en JiMin sentimientos extrañamente contradictorios. Cuando él estaba cerca se sentía nervioso. Nunca podía prever lo que él haría. Conseguía que JiMin perdiese el control y provocaba su cólera, y después convertía este sentimiento en miedo. Porque él le temía, en efecto, creía que estaba dispuesto a golpearlo si lo provocaba demasiado.
Había transcurrido una semana desde el día que YoonGi había traído aJiMin al campamento. Estaba hastiado de permanecer un día tras otro, la jornada entera, en el interior de la tienda.
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Amor en Altamar. (Parte 1)
FanfictionLas estrellas brillan en la noche del desierto, todo es perfecto para el amor. Sin embargo, el terror acecha a Park JiMin, que en un acto caprichoso y temerario ha insistido en acompañar a su hermano desde Londres hasta El Cairo. Ahora es prisioner...