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Hoy iba a ser el día que cambiaria todo, este partido seria el que definiría el camino que tomaría mi vida. Perder no solo significaría ser eliminados del campeonato, sino que me convertiría en la deshonra de mi padre y en la vergüenza de mi familia

Nos encontrábamos en el tercer cuarto del partido, empatados dos a dos con el equipo contrario, el próximo gol definiría quien ganaría y quien volvería a casa con las manos vacías. Mis compañeros se pasaban el balón uno a uno tratando de llegar a la portería contraria. Todos jugaban unidos como equipo, pero pese a nuestros esfuerzos nuestros rivales tenían la ventaja. Estaban a punto de llegar a nuestra portería. El balón lo llevaba el número 17 del equipo contrario y el único al alcance para interceptarlo era yo.

-el numero 17, Neil Holander de los dragones de papel se está acercando a territorio peligroso para Los cuervos – gritaba el comentarista por su micrófono – si no quieren ser derrotados otra vez y tener que volver a casa, el numero 14, Chris Arango tendrá que buscar un modo de recuperar el balón

Solo basto que el narrador del partido dijera mi nombre por los altavoces para que las esperanzas de todos en las tribunas se desvaneciera. Nadie esperaba nada de mí. A pesar de venir de una familia con un largo historial de campeones en el futbol, yo era el eslabón roto en la cadena familiar. El futbol no era lo mío, no me gustaba y era pésimo jugando. La única razón por la cual jugaba, era para complacer a mi padre, antiguo capitán de Los cuervos y su actual entrenador. Él me metió en el equipo para seguir la tradición familiar al igual que mi hermano. Pero pese a mis esfuerzos por complacerlo, siempre terminaba decepcionándolo debido a lo mal que jugaba

Mi puntería al patear el balón era pésima, cuando quería dar un pase siempre terminaba pasándole el balón al equipo contrario, inclusive en ocasiones me caía por pisar el balón al tratar de alcanzarlo. Era el peor jugador en la historia de la familia y en cada partido, no hacía más que dar pena y ensuciar el prestigio familiar. Siempre trato de dar mi mejor esfuerzo para que mi padre se sienta orgulloso de mí, y deje de verme como un error, pero siempre termino fallando

Tenía que recuperar el balón, pero no podía hacerlo. Neil era un excelente jugador, cada vez que intentaba quitárselo el lograba evadirme y seguir avanzando con mucha facilidad, mirándome con esa sonrisa, como burlándose de mi mientras mascaba su chicle. Estaba a punto de llegar a la portería y por el rostro que tenía el portero note que estaba nervioso. Era más que un hecho que Neil metería un gol y los dragones de papel ganaría el partido y avanzarían a la semifinal. Tenía que evitarlo y la desesperación al no poder recuperar el balón me llevo a hacer lo único que se me ocurrió para detener a Neil. Cometí una falta

Le metí el pie y lo hice caer al suelo provocando que el balón se saliera del campo. Me dieron una tarjeta amarilla por eso. Sabía que eso era un truco sucio, pero prefería hacer eso a perder el juego.

-interesante – menciono Neil mientras se levantaba – pensé que un miembro de la familia Arango haría algo mejor que eso para poder quitarme el balón. Debo decir que... me decepcionas

Decepcionar. Como si no hubiese escuchado esa palabra lo suficiente. Desde que me unieron al equipo no he hecho más que decepcionar a todos, y eso realmente me molesta

-¿algún problema con eso, amigo? – le dije acercándome a él de manera retadora

-a decir verdad, si. Quiero ganar el juego

-qué curioso. Yo también quiero lo mismo

Neil y yo nos acercamos hasta quedar frente a frente, dejando un espacio de tan solo cinco centímetros entre nuestros cuerpos mientras nos mirábamos retadoramente a los ojos. Neil, a pesar de no ser el capitán de su equipo, era de los mejores jugadores que había visto y la mayor amenaza en este momento. Había logrado detenerlo en esta ocasión, pero si llegaba a recuperar el balón nuevamente, sería una victoria segura para los dragones de papel. Si quería evitar eso, tenía que desconcentrar a Neil.

No sé en qué carajos estaba pensando en ese momento o si la desesperación de querer ganar fue lo que me impulso a actuar de esa manera. Tenía que desconcentrar a Neil y al estar ambos en la situación en la que nos encontrábamos, solo se me ocurrió una cosa

Le di un beso rápido en la boca

Había visto a otros jugadores hacer eso, incluso a jugadores famosos. Pensé que serviría pero... cuando me disponía a alejarme de Neil, él extendió su mano hacia mí, la deslizó por mi nuca para sostenerme y como si el mundo hubiese ido en cámara lenta, lo vi acercarse a mi rostro mientras desviaba su mirada a mi boca. Él abrió la suya y saco su lengua dejándome verla unos instantes antes de pegar sus labios a los míos

Neil me estaba besando a mitad del campo, ante la mirada atenta de todos los demás jugadores y las personas en la tribuna. Un silencio se hiso presente en todo el campo, como si el mundo se hubiese detenido para presenciar ese momento

El beso era intenso, Neil presionaba sus labios con fuerza contra los míos succionándome el aire mientras sostenía mi cabeza por mi nuca para no dejarme escapar. Su lengua exploraba cada rincón del interior de mi boca mientras trataba de detenerla con la mía siéndome imposible lograrlo. Trataba de empujarlo para apartarme de él pero, apenas tocaron su pecho, mis brazos perdieron toda su fuerza y no podía apartarlo de mí. Hasta un niño de tres años tenía más fuerza que yo en ese momento

No sé cuanto duro ese beso, pero sentía que nunca terminaría. Fue hasta que empecé a sofocarme a causa de la falta de aire cuando Neil me soltó y se aparto de mí dejando ver una línea de saliva que conectaba su lengua con la mía. Después de soltarme, Neil me miro con una sonrisa y me guiño el ojo para después marcharse por el balón, dejándome ahí parado, totalmente atontado.

Mi estrategia para desconcentrar a Neil se volvió en mi contra. Él me había besado de una manera que solo los amantes hacen, enfrente de todos. En frente de mis compañeros, en frente de mis amigos, en frente de mi familia. Estaba totalmente confundido y avergonzado. El árbitro pito dando continuidad al partido. Todos siguieron corriendo tras el balón menos yo. Me quede ahí parado como un idiota mientras mi cerebro terminaba de procesar lo que había pasado. Fue hasta que escuche los gritos de mi padre llamándome cuando logre reaccionar y meterme en el juego. Pero no sin antes darme cuenta que había algo en mi boca. Lo escupí y vi que era el chicle que Neil estaba mascando. Ese hijo de puta lo había dejado en mi boca... era de plátano

El juego continúo y valla que el destino sabía que este partido era importante para mí. Faltaban solo cinco minutos para terminar, el balón estaba en nuestro territorio, pero gracias a un pase largo por parte de nuestro capitán, el balón cruzó la cancha y al haberme quedado atrás, termine obteniéndolo. La cancha vacía a varios metros a la redonda, tenía el camino libre, éramos solo el portero y yo. Una oportunidad como esta, solo una vez en la vida.

De inmediato corrí a la portería seguido por los demás jugadores. Todos en la tribuna me apoyaban, tenía la victoria asegurada. Pero ese maldito de Neil logro alcanzarme y correr a mi lado con esa sonrisa. Al verlo lo único que mi mente hiso fue recordar ese beso que me había dado. Me estaba desconcentrando, sentía mi cara ardiendo al ver a Neil correr junto a mí, acercándose cada vez más y más. Sentía que en cualquier momento él se arrojaría sobre mí. Mi respiración se dificulto a causa de los nervios, la portería estaba cada vez más cerca, en mi mente solo estaba ese largo y húmedo beso

Para cuando llegue a zona de tiro, otro de mis compañeros logro alcanzarnos. Tenía dos opciones, arriesgarlo todo y tratar de meter gol, o darle un pase a mi compañero para que él meta el gol. Sabía que la segunda opción era la más adecuada, pero en este partido tenía que ganarme la aprobación de mi padre, tenía que demostrarle que no era un fracaso. Quien tenía que meter el gol para ganar, era yo

Mi compañero me gritaba que le pasara el balón, el portero oponente, al verme acercarme se dispuso a bloquearme pero tropezó y cayó al suelo en un excelente golpe de suerte para mí. Era una oportunidad de oro así que decidí arriesgarlo todo. Me dispuse a dar un cañonazo pero Neil logro llegar a mí, y lejos de intentar quitarme el balón, me guiño el ojo y me mando otro beso en el aire. Solo eso basto para que mi concentración se perdiera y mi cuerpo quedara petrificado. Pero logre reaccionar y moverme, cerré los ojos y di la patada. Lo que paso después fue algo sorprendente, según las palabras del comentarista

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