10 - Taemin

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Una vez estoy en la esquina de la calle me embarga por completo una sensación que si me atreviera a definirla como nerviosismo, estaría equivocado. No conozco la denominación que se le da a la forma en que mi corazón late con un ritmo sordo y vacío; a cómo mi garganta se seca a cada rato y mi cabeza duele de tanto pensar en las palabras correctas que debo decir llegado el momento. Mi mente continúa maquinando en silencio cuando entro a la cafetería donde he quedado con Taemin para hablar. Está de frente a mí, en la mesa del fondo de un cafetería casi desértica, pero no repara en mi presencia por estar atento al libro entre sus manos.

¿Qué digo? Nunca se me han dado bien las palabras. ¿Comienzo primero con una conversación convencional tipo: "¡Hola! ¿Qué tal has estado?" o voy directo al grano: "He vuelto con Jungkook. No podemos seguir viéndonos"?

Mientras me voy acercando reconozco el título de su lectura. Manifiesto comunista dice la portada.

—Menudo cliché—. Suelto. Taemin levanta la vista y me dedica una sonrisa de cortesía. —Un libertario leyendo Marx.

—Hola. Llegas tarde—. Me notifica.

—Lo sé, lo siento.

—No importa. Yo también llegué diez minutos tarde, por eso me sorprendió no verte aquí.

—Entonces deberías pedir disculpas tú también.

—Yo no te he pedido que lo hagas—. Se encoge de hombros. Me siento frente a él y señalo su libro con un gesto de cabeza y una expresión de escepticismo.

—¿Y eso de repente?

—Me lo encontré en un banco mientras venía.

—Oh, vaya. Pensé que serías del tipo que compra en tiendas remotas o en segundas manos. Tal vez incluso a vendedores ambulantes—. Rie.

—Qué mejor comerciante local que la misma calle.

—Debiste dejarlo. A lo mejor era de alguien y se le olvidó—. Me muestra las palmas de sus manos en un gesto inocente.

—Si lo encuentro desatendido en la calle, para mí ya es propiedad del que lo coja siguiente.

—¡Yo desandaría mis pasos para recuperar mis posesiones!

—Si lo dejas a tus espaldas no es mi problema.

Arqueo las cejas sorprendido. Tal vez interpreto mal, pero creo haber entendido que no ha sido un libro abandonado a la intemperie.

—No sabía que llegaras al punto de ratero. Qué decepción.

—Llámame prestamista si te hace verlo con mejores ojos —. Me guiña el ojo y sonrío. Me es inevitable no hacerlo en su compañía por al menos un segundo.

Minutos más tarde doy un sorbo a mi bebida. Yo he pedido un Latte Macchiatto y Taemin no sé qué es lo que ha pedido. Cuando voy a preguntárselo como excusa para evadir la cuestión que he venido a conversar con él realmente, se me adelanta y va directo al grano.

—Dijiste que querías decirme algo. ¿Qué es?

Dejo la taza en la mesa redonda que hay entre nosotros. La estoy sujetando con las dos manos y el calor de la taza pasa a mis manos a través de los corpúsculos de Ruffini. Suspiro disimuladamente y formo, de forma involuntaria, un puchero con los labios. No sé cómo empezar y para no comerme mucho la cabeza lo suelto de una.

—He vuelto con Jungkook—. Lo miro. Su expresión no ha cambiado en absoluto, como cuando una persona ya conocía lo que le están contando de antemano y no puede disimular asombro.

Viceversa [JiKook] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora