Confrontación (Parte 2)

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Desde el día que la vio por primera vez deseó poseerla en cuerpo y alma, sentir su piel, su calor, su deseo y su respuesta a todo lo que él era capaz de entregarle en la copulación, estos años de noviazgo se contentó con besos y caricias que llenaban todas las expectativas que tenía sobre ella. La quería para siempre y esperaba una entrega mutua, que ambos sintieran la pasión y la necesidad de unir sus sexos una vez fortalecida su relación. Lo que acababa de oír de la boca de su amada lo dejó pasmado. La deseaba con todo su ser, pero no era la Serena que él amaba la que le pedía aquello. Por qué la sentía tan inquieta, por qué su mirada emitía destellos de infortunio, por qué sentía a su cuerpo desesperado de algo que en sí no deseaba hacer. Él estaba completamente excitado, la quería en ese momento y en miles de otros más; pero no así, su conciencia le decía que no así. Qué fácil sería aceptar lo que ella le estaba pidiendo, llevársela de una vez a la cama y satisfacer toda esa fogosidad que retenía desde el primer momento que la vio, si hiciese lo que ella le estaba pidiendo nada ni nadie interferiría en su destino, ella sería suya para siempre.

Vino a su mente el recuerdo de la mañana, Zafiro se encontraba en su oficina cuando recibió la visita del agente inmobiliario, por fin estaba listo el departamento en el vivirían los recién casados, una sonrisa apareció en su rostro al recordar lo entusiasmada que estaba Serena escogiendo los tonos de las habitaciones, los modelos de los muebles, la decoración y los artefactos... En el bolsillo de su pantalón se encontraba la llave de ese nidito de amor, su intención había sido sorprenderla con la noticia, pero quien salió sorprendido fue él al escuchar esas tres palabras de su novia.

– ¡Mi princesa! ¡Te amo! Y es lo que más deseo en esta vida, sentirte con cada uno de mis poros, llenarte y satisfacerte por completo, hemos tenido varias oportunidades de concretar nuestra pasión, pero siempre me pusiste el pare. Querías llegar virgen al matrimonio, era tu sueño, es tu sueño... ¿verdad? – su voz se quebraba y no podía ocultar su congoja, que le sucedía a su amada, por su espina dorsal un escalofrío comenzó a recorrer, tenía miedo preguntar y saber la respuesta al mismo tiempo; algunas veces es más cómodo vivir en la mentira que enfrentarse a una cruda verdad.

– Yo... yo... quiero demostrarte que te quiero. Estos años me has hecho muy feliz, hemos compartido tantas anécdotas, buenos y malos momentos, hasta creo que me conoces más que yo misma y, sin embargo siento que te estoy fallando. – Su corazón estaba angustiado, lo quería pero no lo amaba, sentía que estaba traicionando todo lo vivido. En su mente estaban Darien y Mina, no podía involucrarse entre ellos. No podía lastimar a Zafiro, a ese hombre que cambió su vida y hoy era tomado en serio por su familia y el resto del mundo. Qué pasaría con él si decidía dejarlo, volvería a sus antiguas andadas, de ese modo no sólo le estropearía la vida a él, sino también a Mina, que estaba tan enamorada, a tal punto de entregarse a un hombre que se encontraba bajo los efectos del alcohol inconsciente de sus actos, y Darién, no solo sería repudiado por su propia familia, sino por la de Mina y también por la de ella. En qué encrucijada estaba metida y cómo salir sin lastimar a sus seres queridos. Una lágrima comenzó a recorrer su mejilla, Zafiro la notó y suavemente la secó con su dedo pulgar, los ojos de Serena no podían contener el llanto y él se percató de ello, era la confirmación de su mayor temor, había regresado el enmascarado, aquél hombre que era el dueño de su corazón.

La cogió de la mano y sin decir palabra la llevó a donde había dejado estacionada su Harley Davidson, "su nena como él la llamaba", ambos se pusieron el casco y el condujo a una velocidad que antes no se permitía por el temor de Serena, sentía como su cuerpo temblaba pegado al de él, su corazón latía a mil por hora y su pensamiento estaba en blanco. Llegaron al edificio donde se encontraba el hogar que ambos habían construido. Ella bajó rápidamente de la moto, al hacerlo él la tomó de la mano y subieron por el ascensor. Llegaron, el sacó de su bolsillo las llaves, abrió el lujoso departamento, la hizo pasar y cerró la puerta con cuidado. Serena abrió los ojos y se sorprendió de la belleza del lugar. Su cuerpo comenzó nuevamente a estremecerse, no había marcha atrás.

¿Felices los cuatro? (Sailor Moon)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora