Prólogo.

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Soundtrack Devuélveme el corazón ❤️ Sebastián Yatra

Prohibida su copia y/o adaptación sin mi consentimiento. En caso de existir acudiré a asuntos legales. Por favor avísenme si ven que alguien copia mis historias, se los agradecería muchísimo.



En la vida hay que aprender a ganar y perder, debemos aceptar que muchas veces por más que luchemos por aferrarnos a algo o alguien, por más que lo intentemos se irá de algún modo.

Christopher está cansado de las constantes peleas y celos de su esposa, ella ha llegado hasta el punto de llevar a su hijo y decirle que su padre les está engañando.

Damaris, al inicio le pareció una mujer bastante atractiva y sencilla, salieron un par de veces, alguna que otra caricia traviesa pero nada más, formalizaron su relación y un año después se casaron, tres meses después de la boda Damaris le dijo que estaba embarazada. Christopher estaba feliz por la noticia y más aún su esposa, pero por su trabajo tenía que salir muy temprano y regresaba a altas horas de la noche por lo que su esposa creía que él le era infiel. En más de una ocasión llegó a su trabajo y armó una escena de celos delante de personas importantes solo porque Christopher estaba cerca de una chica que al parecer quería mucho a Christopher, claro pero Damaris no contaba con ese cariño fuera uno de hermanos pues la chica tenía novia.

El castaño se disculpó con los presentes y llevó a su esposa hasta su casa donde ella le reclamó por no decirle nada de lo que hacía. Luego se echó a llorar mientras decía que todo era culpa de las hormonas del embarazo. Christopher lo dejó pasar.

Pero las cosas no mejoraron en los meses siguientes ni mucho menos después del nacimiento de su hijo: Mateo. Damaris se volvía más insoportable y le exigía cada noche revisar su celular y cuando tenía días libres él no podía usar el celular. Damaris siempre quería que Christopher saliera con ella a cualquier lado,incluso si eran eventos del trabajo o alguna fiesta a la que le han invitado sus compañeros de trabajo. Por cuatro años soportó todo eso. Hasta que un día regresó con Mateo pues lo había llevado a casa de la madre de su esposa para almorzar y Damaris se sentía mal ese día como para acompañarlos. Christopher dejó a su hijo en la sala y subió hacia él cuarto de su esposa llevándole algo de comer, grande fue su sorpresa cuando la descubrió con otro hombre. Ella trató de explicarle y decirle que como él ya no estaba con ella, su esposa tuvo que buscar cariño en otro hombre.

Christopher les aventó la bandeja con la comida que traía y le dio unos cuantos golpes al hombre que estaba con su esposa y una cachetada a su mujer. Tomó una maleta y rápidamente colocó sus cosas y las de su hijo.

Damaris gritaba para que no se lleve al niño a lo cual un Christopher enfadado le respondió:

—¡Prefiero criar a mi hijo solo a que viva con una cualquiera!

Y sin mas salió de esa casa con su hijo e ignoró los gritos de su esposa.

Su hijo no preguntó nada acerca de porque su padre se detuvo a medio camino de la autopista salió del carro y gritó. Varias personas lo miraban sin saber el porqué de ese comportamiento, pero tampoco se detuvieron para preguntar. Cuando se tranquilizó y pudo dejar de llorar, subió de nuevo al auto y abrazó fuertemente a su pequeño prometiéndole que no sufrirían más.

Mateo solo correspondió el abrazo de su padre y luego se quedó dormido mientras Christopher manejaba con dirección a Miami, estaba seguro de dejar su vida en New York, a su esposa, trabajo y amigos.

Iba a empezar de cero en una cuidad que años atrás de saber que esto le iba a pasar, hubiera deseado aceptar la propuesta de su amigo e irse hacia Miami.

—Papi, tengo hambre.—exclamó Mateo mientras se restregaba los ojos y bostezaba en el asiento de atrás.

—Yo también, estamos cerca de un McDonald's ¿sobrevivirás un rato más?—dijo mientras le sonreía a su hijo. El pequeño asintió y Christopher lo ayudó cuando Mateo quiso pasarse al asiento de copiloto.

—¿Y mi mamá?

—Tu mamá... bueno, vamos a vivir ahora solo tú y yo ¿si?

—¡Si! Cuando tú no estabas mamá venía con un señor y me decía que no les moleste y que no te diga nada. Mami me pegaba cuando hacía ruido o le decía que tenía hambre.

Christopher se quedó como estatua ante la confesión de su hijo, ahora entendía los moretones que su hijo tenía y el porqué cuando llegaba del trabajo Mateo siempre corría a abrazarlo y no quería que él vaya a trabajar.

—Mamá ya no te hará daño, lo prometo.

Mateo sonrió y Christopher también.

Empezaría de nuevo, con su hijo.






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En verdad espero que les guste mucho.

Aprender a amar.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora