14| ¡Te amo!

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El miedo me invadía, y tenía que admitirlo.

No sé si temblaba por el frío que hacía aquí, o si temblaba por estar parada frente a esta puerta de madera que, estaba segura en algún lugar recóndito de mi mente recordaba.

Sus suaves manos acariciaron mis hombros con delicadeza, casi como si supiera que tenía miedo. Intentó tomarme mano y, aunque intenté hacer lo posible para que su mano no se entrelazara con la mía, fue inútil , él ignoró aquella petición de mi cerebro e hizo caso a los gritos de mi corazón. Y entrelazó sus dedos con los míos.

Mi cerebro me decía que no le tocara, que no dejara que me ponga una mano encima. Mi corazón enamorado, por otro lado quería que él me tomara de la mano y apaciguara todos mis miedos.

Tranquila—susurró en español, amaba que me hablara así. Era más... excitante. —Estás conmigo.

Lo sé, confió en ti, pero aún así tengo miedo.—indiqué así mismo en español. Las clases con Erick habían dado resultado, también las clases con Chris.

Entendía el español muy bien, incluso la señora Daysi me invitó a ver unas novelas con ella. Recordé las tardes sentada en el sofá mirando esas telenovelas, buscando en el traductor para ver que significaban algunas palabras que no había oído en mi vida.

Jen, no me había hablado desde que le di ella noticia sobre mi decisión de quedarme en Miami. Ella cambió de número, sabía que el nivel de su enojo era muy grande, pero no dejaría que nadie más irrumpiera en mi vida.

—¿Chris?—levanté la vista, una mujer preciosa se hallaba junto a la puerta, tenía las manos en la boca y sus ojos estaban llenos de lágrimas. Noté el inmenso parecido de esa señora con Chris.

<La misma sonrisa> pensé. Me aparté cuando Chris envolvió los brazos en el cuerpo de su madre y la abrazaba fuertemente. Ella lloraba en su hombro y él le murmuraba algunas palabras dulces.

A mi lado, Mateo miraba la escena con un gran entusiasmo. Alicia, por otro lado se dedicaba a mirar el nuevo paisaje, uno totalmente desconocido para mi niña. Y uno totalmente conocido para mí. A pesar de ser la primera vez de Mateo en pisar el país de su padre, pareciera que le encantaba.

—Me alegra que estés aquí, pensé que ya no regresarías.—dijo esa mujer mientras acariciaba el rostro de Christopher, intentando hallar algún indicio que le diga que esto es un sueño, un lindo sueño.

—Tenía pensado regresar aquí pronto, mami.—Chris dijo, mientras su mamá le sonreía. Pude ver el amor que transmitía la mirada de Chris hacia su madre y viceversa. Ese amor tan grande y tan puro que alguna vez quise tener, y ver en los ojos de mis padres.

—Te juro que parece que estoy en un sueño, un buen sueño. —la señora sonrío, Chris la volvió a abrazar. Empujé disimuladamente a Mateo, quien me dio una mala mirada y Christopher aprovechó para tomarlo de los hombros.

—Mamita, él es Mateo, su nieto.—apenas Chris lo dijo, su mamá pegó un gritito de emoción, tomó a mi niño entre sus brazos y lo abrazó tal como hizo con Chris -o más-.

—Dios mío, no lo puedo creer, estas muy grande y más guapo que en las fotos, mi amor. —dijo la señora mientras acariciaba las facciones de Mateo, él le sonreía con verdadero cariño.

Aprender a amar.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora