Extra| Te extraño.

709 74 16
                                    


Christopher's Pov.

Sé que muchas veces hubiera preferido que mi vida hubiera sido como en mi libro, desearía que ella estuviera a mi lado y que viéramos a nuestros hijos crecer, enamorarse, cumplir sus sueños, en fin, hacer todo eso.

Pero juntos.

Desearía poder tomarla de la mano cuando nuestros hijos abrían los regalos en Navidad o en sus cumpleaños.

Alicia creció bastante y hasta yo seguía sin creerme que esa pequeña rubia me iba a robar el corazón.

A Mateo muchas veces en las noches lo había descubierto mirando una foto de todos nosotros juntos, y cerca del aniversario de la muerte de mi Carmen, él cambiaba de carácter, se volvía más distante, casi no sonreía y estaba distraído e incluso deprimido.

Él la extrañaba demasiado.

Muchas veces lo escuché llorar, sabía que Carmen había dejado un gran vacío en el corazón de mi hijo, después de todo, no contaba con que él se encariñaría  tanto con Carmen. O incluso jamás llegué a pensar que ambos se llegarían a amar mutuamente.

Mañana iría a verla, después de mucho tiempo. Juraría que en mis sueños podía verla, podía sentirla abrazándome y besándome. E incluso algunas veces busqué su mirada entre la multitud que se aglomeraba en la editorial cuando presentaba un libro nuevo.

La extrañaba demasiado, y la seguía amando como siempre. Al fin y al cabo, ella fue una parte fundamental en mi vida, en la vida de mis hijos, ella fue una pieza clave en el enorme rompecabezas que debía armar a lo largo de estos años sin ella.

El día está nublado, y a pesar que parece que lloverá, no quiero irme. No porque aún estoy sentado en el coche mientras observo a varias personas entrar y salir de ese lugar.

Quisiera volver a casa, pero tengo la creencia de que ya va siendo hora que deje mis temores atrás y afronte la cruel realidad.

Bajo del auto y me adentro a ese lugar de penas y llanto. Sostengo con fuerza el ramo de flores y en la otra un anillo.

Cruzo el primer mausoleo y siento cómo el miedo me consume, ahí, al final, debajo de un árbol está la tumba de Carmen. Me acerco lentamente sin poder creerlo, hay algunas flores pequeñas sobre su tumba que han caído del árbol.

—Si te soy sincero, aún me cuesta asimilar que estés ahí, bajo tierra en lugar de estar a mi lado.—empiezo y aprieto con más fuerza las flores. —No diré que me alegro de venir, en absoluto, sería mentirte y mentirme.

Tomo aire.

—Pero, cariño, como me haces falta, extraño tu risa, tus besos, tu mirada adormilada después de que acabamos exhaustos cuando hacíamos el amor. Extraño tus regaños y tus celos, extraño sentir tu cuerpo bajo el mío, extraño sentirte a mi lado al despertar, extraño las tardes acostados sobre el sofá mirando una película. Extraño oírte cantando cuando hacías la comida y como te burlabas de mi cuando intentaba cocinarte algo especial y terminaba pidiendo comida china o pizza, extraño cuando te sonrojabas cada vez que te decía alguna frase de uno de mis libros. ¡Extraño mis ganas de vivir! Las extraño porque murieron desde el día que me dejaste, desde el día en el que nunca más volví a ver el color de tus ojos o cuando jamás volví a besarte y sentir el dulce sabor de tus besos. Te extraño como no tienes idea, y sé que quizás, todo esto ya estaba planeado..., pero me sigue doliendo, me sigues  lastimando a pesar de haberte amado tanto, prometiste que estarías conmigo, que pase lo que pase harías todo lo posible por quedarte junto a mí.

Cierro los ojos e intento reprimir las lágrimas que resbalan por mis mejillas.

—Juraste que me amabas, juraste que yo intentaría ser feliz cuando algo malo te pasara. ¡Pero por un carajo no puedo! ¡No puedo! Te amo tanto que me duele, duele ver la habitación vacía, ver la casa sin ese toque cálido que solo tú sabías darle. Extraño poder amarte tanto y decirte cuando amaba tu risa. Extraño tanto tú solo hecho de existir. ¡Extraño cada uno de los jodidos momentos que pasé contigo!

Caigo de rodillas junto a su tumba, y coloco mis manos sobre esta, el llanto no se hace esperar y suelto más lágrimas de las que pensé, caerían.

—Amor..., te extraño tanto. Me dueles tanto, me has lastimando más de lo que pensé que lo harías. Apenas te vi, supe que quizás estabas destinada a herirme, pero jamás pensé que sería de esta manera. Creí..., que..., te juro que creí que nuestra relación no funcionaría y te marcharías de mi lado. Pero jamás pensé que..., jamás pensé que te iba a perder para siempre.

Sentía que toda mi alma se quedaba ahí, se estaba quedando junto a la mujer que más amaba en la vida. A la mujer a la cual le había entregado mi amor y mi corazón por segunda vez.

Y por segunda vez, había terminado con el corazón roto.

Sólo que esta vez, creía que no había nadie más que sea capaz de aliviar el dolor que se hacía más grande conforme pasaban los minutos.

—Sé..., sé que en el fondo de mi corazón te he perdonado por irte. Pero hay una parte de mí, que espera esto sea un mal sueño y al despertar estés a mi lado. Así como en la novela, en la cual a él se le muestra una parte del futuro que tendrá si no cambia y al final son felices. Cariño, como hubiera deseado..., como hubiera deseado que seas mi mujer, mi chica, que fueras solo mía.

Me levanté de la tumba, pero seguía arrodillado junto a ella. Y, aunque el llanto había cesado, aun sentía ese nudo en la garganta que me decía, que llorara todo lo necesario.

—Cuando me di cuenta que estaba siendo un idiota egoísta, pensaba ir a casa y arreglar las cosas, pero me llamaron y me dieron la fatal noticia. Hermosa, te prometo que si nada hubiera pasado, yo hubiera ido al día siguiente a comprar un anillo, y así sea con un vestido modesto, sin fiesta, solo nosotros sé que tal vez, te hubieras casado conmigo ese mismo día. —sonreí melancólico.

Abrí la palma de mi mano y ahí yacía el anillo de compromiso que, ella hubiera usado. Uno del que estoy seguro, Carmen habría amado por el simple hecho, de que se lo daba porque quería hacer una vida con ella. Quería llegar a casa y que me recibiera con uno de sus tantos besos y abrazos, y poder decirle al mundo que ella era mía, que era era mi dulce esposa. Solo hubiera querido que ella sea la persona con la cual compartiría maravillosos años y después, relatarnos a nuestros futuros nietos.

—Bella, siento mucho todo lo que dije ahora, pero sabes que yo nunca fui un hombre que guarda sus palabras, lo que te dije fue como me sentía y me siento al pasar de estos años. Carmen, solo espero que desde donde estés, seas capaz de perdonar a este idiota egoísta que a pesar de todo, te ama con toda la fuerza de su corazón. Así como yo te he perdonado por romperme el corazón e irte sin arreglarlo.

Lloré un rato más, hasta que por fin logré hallar esa paz que tanto había anhelado.

Quizás, ella me había perdonado.

O tal vez por fin había logrado decirle todo lo que quise.

Esperé un momento más y después de dejar las flores, me fui del cementerio con el anillo en mi bolsillo.

Subí al coche y sonreí.

Sonreí porque pude perdonarme a mí mismo y a Carmen.

Sonreí porque, la seguía amando como el primer día que descubrí cuánto la amaba.

Sonreí, porque muchas veces el destino no te da lo que esperas, pero a pesar de todo te enseña a amar mientras puedas a esa persona.

Sonreí, porque ella siempre será la culpable de mis historias de amor y los finales felices.

Un final feliz, que nosotros no tuvimos.

__________

Les juro que me dio cargo de conciencia como terminó la historia que lloré tanto escribiendo este extra.

Espero les haya gustado.

Me retiro a seguir llorando.

Aprender a amar.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora