11| Nuevo comienzo.

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Erick suspira mientras ve a los hijos de Chris y Carmen correr junto a Thiago, casi oscurece y él tiene deberes que hacer, Daysi no estaba hoy en casa y es por eso que se tomó la libertad de estar viendo a los niños jugar. Aunque hubiera preferido mirar alguna serie en Netflix pero aquí está.

—¡Chamaquitos! —grita intentando llamar la atención de los tres niños, estos voltean y miran al cubano con una sonrisa. —¡Vámonos!

—¡No!—chillan Mateo y Thiago, Alicia hace un puchero pero obedece, los dos niños la siguen.

Toma a los niños y camina con ellos de vuelta al edificio y en el camino compra unos chupetes.

Llegan cerca de las cinco de tarde y el cubano mira en todas direcciones buscando algún indicio que le muestre que su progenitora está aquí. Al no hallar nada sube con los pequeños a los respectivos departamentos.

Thiago se queda en su departamento y Erick va a dejar a los dos niños junto a sus padres -quienes no han preguntado o enviado algún mensaje preguntando por ellos, lo cual es raro porque Carmen suele ser muy cuidadosa con su hija y Christopher... bueno supone que él también.

—Erick ¿mañana podemos jugar con Thiago?—dice Mateo, el cubano asiente distraídamente mientras ve que al frente de la puerta de Christopher hay un hombre alto, moreno y rizado que golpea la puerta y parece que lleva esperando un buen rato pues mira su celular y vuelve a tocar.

—Buenas tardes.—dice el ojiverde, aquel chico voltea a verlo y Erick observa como los rizos caen despreocupadamente sobre la frente del chico.

—Buenas tardes.—responde y mira a los niños. —¿Cómo vas Mateo? —el rizado se agacha hasta la altura del pequeño castaño y choca los puños con él. Erick lo mira extrañado.

—¿Se conocen?—inquiere, el rizado asiente y mira a la niña rubia que sostiene la mano de Mateo.

—Hola linda.—Erick mira al rizado interactuar con los hijos de sus amigos como si los conociera.

—Disculpe ¿Pero quién es usted? —Erick dice y el rizado se levanta, limpiándose los jeans.

—Lo siento, soy Joel. Amigo de Christopher, ¿Está él en casa?

—Se supone que sí.—murmura y toca la puerta.

—He estado llamando por más de una hora y nadie abre. —dice Joel mirando con diversión como las mejillas de Erick toman un color rojo.

—De seguro debe estar dormido.—responde y voltea la cara, dispuesto a ir y preguntarle a Carmen si tal vez Christopher le dijo que saldría.

—Mi mami y Chris estaban aquí.—dice Alicia, Erick abre los ojos sorprendido e intenta no pensar en porque estarían solos. Claro que no es nada malo pero... que trauma.

—Oh...volveré más tarde entonces.—dice Joel con una ligera pizca de incomodidad. —Hasta luego niños, Erick.—dice y el ojiverde lo ve perderse por el pasillo que da al ascensor.

—¿Por qué papi no abre la puerta?—dice Mateo y se acerca a Erick.

—Ehm... porque—¿Cómo salvas a dos niños de cinco y seis años de un posible trauma? —Porque... ¿No quieren unas tostadas? —los ojos de los dos brillan y asienten. Erick se los lleva de nuevo a su departamento. Sintiéndose todo un genio por evitar que los pobres niños queden traumados como él.


Aprender a amar.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora