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🎨 «Un gran día» 🎨

— ¿Qué mierda, Jongin? — espetó Sehun, ni bien despertar y descubrir que su mejor amigo había rodado durante la noche, hasta terminar encima de él.

Habiéndose conocido desde que tenían ocho años, su amistad afianzándose casi desde el primer instante, Sehun debería estar más que acostumbrado a compartir la cama con Jongin, incluyendo en el paquete los más molestos hábitos de su amigo. Esos que comenzaban en los ronquidos de oso que el otro profería y terminaban en la tendencia a transformarse en koala, aferrándose con brazos y piernas a lo primero que tuviera cerca.

Sin querer ahondar en porqué aquello que Jongin siempre abrazaba cuando compartían habitación, resultaba ser él y no una de sus esponjosas almohadas, Sehun echó mano de todas las fuerzas con que contaba a primer hora del día, para arrojar el molesto cuerpo del moreno al otro lado del futón, una divertida sonrisa dibujándosele en los labios al verlo golpearse contra la base de la cama en la que debería haber permanecido toda la noche.

Echando un vistazo al despertador sobre la mesita, odiando el hecho de haber despertado cuando todavía faltaba un rato para que la alarma sonase, el rubio decidió levantarse y comenzar a alistarse para ir a clases, no sin antes revisar la muestra en la que trabajaron la noche pasada, como parte de sus ensayos para el cuadro en resina que habían decidido presentar para el proyecto de Teoría del Color.

Todavía fresca, pero visualmente atractiva, la muestra era una miniatura del paisaje acuático que crearían, a una escala mucho mayor que la del trozo de cristal sobre el escritorio, cada tono y pigmento del mar en la playa enfatizando los conocimientos sobre el manejo de los colores, que Taeyeon les había transmitido durante sus sesiones. «Será un buen proyecto» pensó Sehun, antes de dejar la muestra y volver a la habitación.

No tardó en dedicarse a buscar algunas de las prendas que había dejado en su última visita, apoderándose de la ducha, una vez las encontró y de todos los productos para aseo personal que su mejor amigo se consentía, desde el champú con aroma a lavanda, hasta la loción para después de afeitar que debía haber costado una fortuna, pues se trataba de una botella marca DIOR.

Con tiempo suficiente para desayunar, Sehun dejó la alcoba de su amigo no sin antes inclinarse sobre este, arropándolo como era debido y aprovechándose de su plácido sueño para reprogramar la hora de la alarma, de modo que el timbre estallase cuando fuera lo suficientemente tarde para ir a clases. «Nos vemos en el almuerzo, osito» pensó, con aquella sonrisa traviesa que nunca auguraba cosas buenas.

Afuera, la madre de Jongin ya se encontraba en la cocina, así que el rubio no dudó en dejar su mochila sobre el sofá y acercarse a ella para ayudarla en lo que pudiera. Como otras veces, Eunji le consintió igual que si se tratara de su propio hijo, sabiendo como Jongin, que la familia del chico no lo había procurado como se debía durante su niñez, siempre creyendo que el dinero sustituiría el amor y el calor de un verdadero hogar.

— ¿No esperas a Nini, cielo? — lo cuestionó Eunji, una vez terminó de comer y se dispuso a marcharse. Sehun sonrió, con tanta inocencia brillando en su rostro, que hasta el mismo demonio se habría tragado sus mentiras.

— Tenemos clase hasta las nueve, pero debo pasar por mi casa y no creo justo despertarlo para acompañarme cuando puede gozar de un rato más de sueño —

Sin dudar a lo que decía, Eunji le pidió que fuera con cuidado y que no se saltara ninguna comida, acompañándole hasta la calle, donde se despidieron para que el rubio continuara solo su camino. No había recorrido la mitad del trayecto hasta la estación, cuando Sehun se maldijo a sí mismo por dejar la casa de Jongin sin antes robar de su mesa los auriculares. ¿Qué tan raro podría parecer, si amenizaba su camino tarareando las canciones de INFINITE?

De trabajos, jaquecas y playboys || HunHan ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora