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🎨 «Cuando no llueve, llovizna» 🎨

Suspiró. Había estado cerca de quedarse dormido, pero como si el apuro por bajar del autobús en la parada correcta no bastara para hacerle espabilar, Luhan resintió el cambio de temperatura, apretujándose en la chamarra sin sentir una verdadera diferencia. Llevaba días pensando así, desde que las cosas se arruinaran y la ausencia de Sehun no hiciera más que brillar en cada pequeña cosa que hacía.

Lo extrañaba, tanto como para volverse loco, así que no se sorprendía cuando el nudo en su pecho se comprimía, dándole tantas molestias como un dolor de muelas. Chanyeol había dicho que no debía aguardar mucho para enfrentar la situación, pues cuanto más tiempo pasara, más ideas extrañas se formaría, convirtiendo su propia imaginación en el peor de los enemigos y la más cruda de las torturas.

Poner las cartas sobre la mesa, sin embargo, no había sido posible debido al último cambio en la organización escolar, pues tal parecía que la administración encontraba gracioso que los exámenes parciales se adelantaran una semana, sin ningún motivo aparente. Ya que el primer corte era el único en que las pruebas teóricas tenían mayor peso que las actividades prácticas, Luhan no tuvo más remedio que poner de lado su relación y concentrarse en aprobar.

Sabiendo que sus notas resentirían las ocasiones en que apareció tarde a clases y los deberes que algunos profesores llegaron a descontarle por su falta de responsabilidad, el chino no podía dejar que su media descendiera mucho más, de modo que dio gracias a Buda, cuando Sehun pareció entender sin palabras que sus conflictos tendrían que esperar, hasta que los exámenes terminaran.

«Ni siquiera le importan sus notas, pero se preocupa por las tuyas. No deja de ser idiota, pero hay que admitir que es un idiota lindo» le había dicho Baekhyun, al notar el espacio que Oh le brindaba, sin insistir en abordarlo o distraerlo de estudiar. Luhan no le discutió aquello, si bien tampoco se animó a levantar la mirada, pues sabía que al otro lado del comedor, cierto rubio mentiroso le devoraba con los ojos.

— Luhan —

Un estremecimiento le recorrió la columna, apenas terminar de subir las escaleras. No había estado prestando atención al camino que seguía, pero era claro que no había errado el rumbo de la parada al edificio donde vivía, de otra forma, no habría llegado al sitio donde un chico guapísimo aguardaba frente a la puerta. Viéndole, Luhan pensó que debía llevar un buen rato esperando por él, a juzgar por el color rojizo que teñía su adorable nariz.

— ¿Qué haces aquí? — le preguntó, refiriéndose al hecho de que estuviera plantado frente a su casa en una noche tan fría, como si no conociera sus horarios de trabajo. ¿Acaso no sabía cuándo aparecer para encontrarlo en casa, evitándose el terminar congelado a mitad de la azotea?

— Tenemos que hablar, todavía no hemos aclarado lo que sucedió el otro día — repuso el otro, sin comprender lo que había querido decir.

Viendo el vaho escapar de sus labios, debido al frío que hacía estando en un cuarto piso y sin ningún refugio además de su apartamento, Luhan pensó que lo más sensato sería invitarle a pasar. Podría prepararle una taza de leche chocolatada, como a Sehun tanto le gustaba, y entonces hablarían durante el tiempo que fuese necesario para aclarar las cosas entre ellos.

«Te mintió, ¿recuerdas? Estás así, porque él se divirtió contigo y luego corrió a los brazos de otro» susurró la vocecita dentro de su cabeza.

Ignorando el plan inicial, el castaño asintió a las palabras del otro sin agregar nada más y en lugar de dirigirse hacia él, con intenciones de abrir la puerta y llevar su charla al interior de la habitación, fue hasta la baranda que cercaba la azotea, ahí donde las macetas dejaban un huequito perfecto para recargarse y disfrutar de la vista. Tras él, Sehun lo siguió, colocándose a su lado a la mínima oportunidad.

De trabajos, jaquecas y playboys || HunHan ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora