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🎨 «Descubiertos» 🎨

La atmósfera que reinaba en el apartamento, no podría ser más distinta de lo que sucedía en el exterior y es que, mientras la nieve se encargaba de tapizar todo a su paso y por aquí y por allá, quedaba claro que las personas hacía rato que se hubieran ido a dormir, en el interior de aquella casita parecía como si el día anterior todavía no hubiera terminado, pues no cabía duda que las personas que le ocupaban se hallaban, ambos, más que despiertos.

— ¡Yah, lo estás haciendo de nuevo! — gruñó Luhan, sin poder evitarlo, la siguiente vez que atrapó a su novio alterando la posición.

Debía haberse vuelto loco al pedirle que modelara para él luego de haber hecho el amor, pero si acaso Sehun se sentía cansado o le molestaba la idea de posar para un retrato en lugar de recostarse, cerrar los ojos y dedicarse a dormir, el rubio no lo externó. Al contrario, ni bien advirtió en sus ojos el deseo que sentía por dibujarlo, Sehun accedió a ser su modelo, obedeciendo sin rechistar a cada instrucción que recibió, luego de ello.

Siendo el artista apasionado que era, Luhan le hizo vestirse con nada más que los tejanos que él mismo le había sacado y apenas le tuvo en condiciones para modelar, le invitó a tumbarse a orillas de la cama, donde Sehun adoptó una posición inclinada, que ocultaba parte del rostro entre sus brazos y remarcaba las líneas de su abdomen, las de los bíceps y los firmes nudos en sus hombros.

Obligando a su mente a no distraerse con el increíble modelo frente a sus ojos, el castaño bocetó los primeros trazos casi sin levantar la vista del papel, hasta que fue momento de capturar los detalles más pequeños y entonces, Luhan casi sucumbió a arrojar la libreta al otro lado de la habitación, pues la mirada intensa que el otro le dedicaba no hacía más que resquebrajar sus defensas y provocar que un cortocircuito atacara su sistema nervioso.

En un intento por sobreponerse al efecto que Sehun desataba en su interior, el castaño hizo tocar la última lista de reproducción en su móvil, las melodías de su grupo favorito invadiendo el apartamento, al volumen perfecto para reemplazar el silencio sin temor a que sus vecinos despertaran molestos por el ruido. Pero si acaso pensó que aquello facilitaría su labor, Luhan definitivamente se equivocó.

— Lo siento — se disculpó Sehun, sin que la sonrisa en sus labios se disipara del todo — Pero es tu culpa, tanta belleza me distrae y termino moviéndome —

— ¿Belleza, cuál? — Luhan se mofó, devolviendo su atención al cuaderno entre sus manos — Venga, casi termino, sólo dame unos minutos —

Asintiendo con la cabeza, Sehun se obligó a serenarse y recuperar la posición original. No era la primera vez que modelaba, así que conocía los tiempos y la cantidad de energía que el ejercicio demandaba, sin mencionar que al ser un fanático de los desnudos, Sehun solía ser exigente con los modelos que retrataba, por lo que entendía la frustración que su novio sentía cuando él variaba, aunque mínimamente, su postura y expresión.

El problema, por más que Luhan se negara a admitirlo, era que el artista tampoco estaba siendo justo con él, ocupando aquella silla en la que no parecía costarle ningún esfuerzo el mantener la posición de indio, de modo que sus piernas cruzadas exhibían sin reservas toda la piel que el castaño no se había molestado en ocultar al vestir sólo con la camiseta del menor, cuyo largo alcanzaba a cubrir menos de lo necesario para su estabilidad mental y hormonal.

Lo peor, sin embargo, era lo que el mayor le provocaba en los instantes en que se distraía y comenzaba a tararear.

¿Cómo podía no caer en la cuenta de la imagen que le regalaba? ¿Cómo podía permanecer tan ajeno a sí mismo, que ignoraba del todo el sinfín de emociones que le estaba provocando?

De trabajos, jaquecas y playboys || HunHan ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora