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🎨 «Rompiendo barreras» 🎨

— Entonces, ¿prometí que te llevaría al trabajo? — preguntó Sehun, apareciendo junto a la taquilla como si bastara con que Luhan pensara en él, para invocarlo y tenerlo a su lado en cuestión de segundos.

Desde su sitio, el castaño ocultó una sonrisa, todavía sin creer lo descarado que había sido al inventar esa mentira, sólo para justificar el arranque de celos que experimentó durante la clase de Jaejoong. Pese a lo mucho que detestaba mentir, Luhan no podía negar que aquella travesura lo hiciera sentir bien, pues no recordaba una tarde en que se hubiera animado tanto como esa.

Optando por ocultar su emoción frente a Sehun, el castaño terminó de acomodar los libros que había estado ordenando y cerró la puerta de la taquilla con cuidado de no hacer demasiado escándalo. Al volverse para enfrentar a su delirio personificado, Luhan tuvo que esforzarse para no suspirar ante la imagen de los labios que se curvaban en la más hermosa de las sonrisas.

— Puedes ignorarme, si quieres — alegó, con suavidad — Aunque es probable que Jimin se enfadé, después de todo, ¿no sería eso como haberle mentido sólo para pasar de él? —

Encogiéndose de hombros en un gesto burlesco, que poco pegaba con la mirada rebosante de inocencia que hubiera estado dedicando al menor, Luhan se acomodó la mochila sobre el hombro y echó a andar por el pasillo, sonriendo como quién más, mientras balanceaba el trasero en un espectáculo que fascinó al rubio que ya lo devoraba con la mirada.

Unos instantes después, Sehun comenzó a andar en su dirección, alcanzando su cuerpo con un movimiento hábil ni bien se halló a su altura, la mano deslizándose posesiva sobre la cintura de Luhan, a quien le sorprendió y agradó a partes iguales, cuando su cadera chocó contra la del menor y el calor del cuerpo ajeno lo hizo sentir como si acabara de llegar a su sitio seguro.

— Me vuelves loco, ciervito — susurró el coreano, a la altura de su oído — Pero por Buda, que incluso eso me fascina —

Sin palabras, disfrutando de aquel cómodo silencio que se había instalado entre los dos, Luhan pensó que las últimas semanas se había dedicado tanto a perder el tiempo haciéndole caso a su cabeza, en lugar de a su corazón, por lo que aquel instante de rebeldía y sin barreras le venía igual que un merecido descanso tras haber estado corriendo una maratón.

No tardaron en dejar atrás el campus, las miradas curiosas y los murmullos de mera especulación que provocaban, pasando desapercibidos para sus oídos. Una vez llegaron a la estación de autobuses, la larga fila que aguardaba por el transporte ya formada sobre la acera, Luhan aguardó con temor por el instante en que Sehun retirase su agarre, pero para su deleite, aquel momento jamás llegó.

Al contrario, Sehun afianzó su mano alrededor de su cintura, del mismo modo en que había deseado hacer esa mañana cuando le encontró en el autobús y no fue capaz de ocultar su satisfacción, al percibir la cabecita de Luhan haciendo espacio sobre su pecho, todo en el castaño indicando en silencio que no podría sentirse más cómodo o seguro.

Para cuando el autobús con dirección a Itaewon se detuvo y ellos abordaron, encontrando asientos libres a mitad del vehículo, ninguno consiguió ocultar la sonrisa que se les dibujó en los labios al percatarse de que en la estación que la radio había sintonizado, se reproducía la melodía del último éxito que el grupo pop INFINTE, hubiera liberado.

— ¿No se suponía que el inspirit era Jongin? — se mofó Luhan, una vez la canción terminó, con la vista puesta en el camino que el autobús recorría, en un pésimo intento por aparentar que no había estado deleitándose con los suaves tarareos del rubio a su lado.

De trabajos, jaquecas y playboys || HunHan ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora