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🎨 «No hay mal, que por bien no venga» 🎨

La suave melodía de una canción que le servía no sólo como compañía, sino también como inspiración, parecía describir sus sentimientos mejor de lo que él mismo podría hacer, de modo que no le molestaba reproducirla una y otra vez, llegando al punto de haber aprendido la letra sin un solo error, mientras sus manos trabajaban en el dibujo a tinta china que hubiera comenzado hacía un par de horas.

Se había negado a tomar parte en los planes que sus amigos tuvieran para esa noche y es que, luego de la reunión-barra-intervención que los otros hubieran orquestado sólo para hacerle entrar en razón, Sehun había demorado un par de días en comenzar a demostrarles que estaba dispuesto a cambiar sus malos hábitos y mejorar su actitud, todo con el fin de recuperar a Luhan y ser la persona que este merecía tener a su lado.

Ya que las promesas habrían servido a su objetivo, lo mismo que una botella vacía para saciar la sed, el rubio decidió reunirse primero con el Sr. Lee, el director del liceo, quien además de todo fuera su abuelo materno y el responsable de que en todos esos años no le hubieran expulsado. Como era de esperarse, a Soo Man no le hizo gracia que pidiera verle luego de clases, pero vaya que se sorprendió cuando su nieto le pidió que dejase de protegerlo.

Diciendo que «Hay alguien que ha estado padeciendo horribles jaquecas para mantener su beca y permanecer en la escuela», Sehun le habló al hombre sobre lo avergonzado que se sentiría al mirar a los ojos a aquella persona sabiendo que su estadía en el colegio y las notas que decoraban su cartilla no se debían a su compromiso, sino más bien a la influencia de su familia, quien jamás permitiría que un Oh fuese echado de, literalmente, su propia academia.

Orgulloso, porque su nieto finalmente pareciera tomar en serio su educación, Soo Man le prometió que charlaría con sus profesores sobre la situación y que dependiendo de lo que estos decidieran, Sehun bien podría obtener la oportunidad de recuperarse y aprobar las unidades de aquel trimestre o verse en la obligación de repetir el curso y postergar su graduación hasta que fuera capaz de demostrar que merecía licenciarse.

Pensando en que los resultados de sus exámenes no habían estado nada mal y que su rezago se debía al historial de ausencias que hubiera cosechado desde su primer año, Sehun recibió indicaciones específicas de cada uno de sus profesores, quienes le permitirían entregar trabajos atrasados, bajo la condición de que ninguno obtendría nota máxima y la promesa de que el rubio no faltaría o se retrasaría a ninguna de las sesiones que restaban.

— Será difícil cumplir si no me voy ya a dormir — se dijo, entonces, echando un vistazo al reloj sobre la mesita.

Había pasado el fin de semana trabajando en los deberes que debía entregar, pero aunque todavía le faltaba terminar un ensayo para literatura y una presentación sobre el cubismo para historia, Sehun se dijo que podía dedicarse a ellas después, pues de todas formas no tendría esas clases hasta el martes.

Lo último que hizo, antes de tumbarse en la cama, fue escribir al chat con Luhan, en el que hacía rato que el castaño no respondía. Su mensaje, decía: «Tarareando canciones de amor que antes no me interesaban... Todas ellas hablan de ti»

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Evitando las miradas de sus compañeros, demasiado avergonzado por haber interrumpido a mitad de la presentación del modelo que trabajaría con ellos esa mañana, Luhan ocupó el banquillo vacío junto al caballete de su mejor amigo. Se lo veía frustrado y algo acalorado, pues como si ir tarde a la clase no hubiera sido suficiente, el castaño había olvidado que aquel día la sesión de Dibujo al Natural se llevaría a cabo en un aula diferente.

De trabajos, jaquecas y playboys || HunHan ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora