Capítulo 8

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Inko se quedó durante mucho tiempo abrazando a su hijo con todas sus fuerzas. No podía creer que su pequeño estuviera allí con él en esos momentos. Después de la llamada que recibió hace unos años, ella esperó y esperó a que le visitara, pero sus esperanzas fueron disminuyendo y su preocupación creciendo.

Hacía tantos tiempo que no lo veía. Tanto tiempo que no lo tenía entre sus brazos. Sentía que un peso se había aligerado dentro suyo. Poco a poco se fue separando y con los ojos vidriosos miró a su hijo con dulzura transmitiendo de ellos.

Izuku no se quedó atrás. Verla después de todo ese tiempo hizo que se creara dentro suyo un nudo en la garganta que hizo que sus ojos se aguaran y comenzara a llorar, aferrándose al abrazo que le estaba dando como si fuera el fin del mundo.

Shoto observó toda la escena conmovido. Ver el sufrimiento que había podido sentir la peliverde y el cariño que mostraban, le hizo darse cuenta qué era una familia de verdad. Aunque él no tuviera la familia perfecta, almenos podía disfrutar del amor de esta a través de su madre y sus hermanos.

Cuando Inko se quedó satisfecha, les invitó a entrar para que pudieran explicarle qué era lo que había pasado. Shoto entró junto a los dos peliverdes y observó todo alrededor suyo. Podía ver que la casa era humilde pero estaba rodeado de un amor familiar que le faltaba a la de su padre.

Todo el salón, donde estaban ellos en esos momentos, estaban llenos de retratos de Izuku y su madre, de cuando era pequeño y cuando fue creciendo. Shoto no se perdió de vista ninguna de ellas.

Se sentaron en el sofá para poder estar más cómodos ante la conversación que iba a darse lugar.

-Bueno, señora, primero de todo, me llamo Todoroki Shoto, conocí a su hijo hace un par de días- se presentó con el fin de aligerar un poco la tensión que se había formado.

-Izuku, ¿puedes decirme donde has estado?- dijo con una voz un poco contundente.

-V-Verás, y-yo no puedo decirlo- susurró mientras se encongía en el lugar.

-No puedo creer que no me lo digas, ¿sabes lo preocupada que he estado?- le inquirió.

-Basta, no creo que sea el momento de dar este tipo de explicaciones- quiso relajar el ambiente el bicolor.

-Vale, lo entiendo, lo siento. Pero es que estaba demasiado preocupada por ti, cariño- se explicó Inko.

Shoto le dio una mirada a la peliverde para poder intentar transmitirle que era mejor que Izuku no estuviera presente en esta conversación. Aunque sonara un poco cruel. Inko entendió lo que Shoto le quería decir así que se dirigió a su hijo para decirle lo siguiente:

-Cariño, ¿quieres ir a tu habitación? Está tal como la dejaste.

-Sí, mamá, ahora vuelvo.

Cuando ambos notaron que el peliverde no estaba presente y no podía escuchar, supieron que era el momento de tener esa delicada conversación. Shoto tragó saliva, sabiendo lo que se iba a venir ahora, intentando prepararse mentalmente para explicarle lo poco que sabía sobre Izuku y su situación.

-Vale, ahora que no está presente te contaré todo lo que sé- comenzó Shoto.

-¿Qué le ha pasado? Cuéntamelo por favor- suplicó Inko.

-Bueno hace un par de días, a la madrugada, discutí con mi padre y me fui de mi casa. Mientras estaba deambulando por las calles, en frente mío apareció Izuku y se desmayó.

-No puedo creerlo.

-No sé bien qué le ha sucedido y porque apareció, pero ha tenido que vivir algo traumante.

-¿Como que traumante? ¿Qué es lo que le ha pasado?

-No tengo ni idea, aún no confía en mí del todo como para contarlo o no lo ve como algo fuera de lo común.

-¿Fuera de lo común?

-Bueno, si a alguien le fuerzan durante mucho tiempo a vivir de una forma este acabará asumiéndolo como su rutina y no verá qué tiene de malo. Por eso, mi teoría según las pocas pistas que me ha proporcionado es esa. Por eso no explica nada, porque para él es lo normal.

-Pobre hijo mío ¿quien le ha hecho esto?

-Según tu hijo estaba con un tal Kachan.

-¿Kachan? No puede ser.

-¿Conoces a ese tal Kachan?- preguntó curioso el bicolor.

-Sí. En verdad se llama Bakugou Katsuki y era nuestro vecino hasta que se mudó con su familia. También era el amigo de la infancia de Izuku. No puede ser él, se llevaban bastante bien. No ha podido hacerle algo así a mi Izuku.

-Señora tranquilízase. Lo que podemos hacer ahora es estar con él y hacerle ver que somos de confianza. Así podrá sentirse a gusto para explicar lo que le pasó.

-Muchas gracias por lo que estás haciendo por él sin apenas conocerle- le agradeció Inko encongiéndose en el sitio en que estaba sentada.

-No es nada señora. Aunque no lo conozca casi, siento algo extraño que hace que quiera ayudarle. No puedo dejarlo así.

Inko sonrió. Tenía que admitir que al principio desconfió un poco de aquel joven, pero podía notar que era alguien amable que quería ayudar a su querido hijo. Pronto decidieron ir a ver qué hacía Izuku, y ambos se dirigieron hacia su habitación.

Cuando llegaron, vieron a Izuku, algo desconfiado mirando alrededor, como si poco fuera lo que reconociera. Inko, al verlo de esa forma, no pudo evitar sentir tristeza, pero no podía ser así de débil, tenía que estar apoyándolo, estando a su lado. Tragándose el nudo que se había formado en su garganta, se dirigió a su hijo.

-Cariño, ¿quieres algo de comer? Debes tener hambre.

-¿Eh? S-Sí- dijo saliendo de su trance yendo hacia la cocina con el bicolor y la peliverde.

El ambiente había cambiado. Lo que al principio estaba lleno de una ligera tensión, ahora intentaban relajarlo para que todos estén más cómodos.

Una vez que acabaron de comer, el bicolor tenía que irse a su casa, así que se dirigió a la puerta de la salida con ambos peliverdes. Lo que sorprendió a los presentes fue que el peliverde llamado Izuku, en vez de quedarse en lo que era su casa, salió de casa con el bicolor.

Shoto se sorprendió al notar que Izuku se iba a ir con él pensando que se quedaría con su madre.

-Izuku, cariño, ¿qué pasa?- le dijo su madre preocupada.

-Yo me quiero ir con Shoto.

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⏰ Última actualización: Jul 06, 2021 ⏰

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