Corromper a un nerd (novato). [EDITANDO]

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(Abajo les tengo una preguntita interesante.

¡No olviden comentar qué les ha parecido! <3)

¿Cambiar?

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Algunas de las razones por las que odio los estereotipos, es porque eso no tiene autenticidad, ni carisma ni nada, no es algo que nos vuelve especiales o únicos, al contrario nos hace quedar como seres sin una esencia propia. Esa mierda es como si todos fuésemos clones. Muchas veces nos centramos más en lo que está a la moda solo tener un tema que nos interese a todos y no quedar como los retrasados o raros del grupo. Pero, ¿dónde quedan nuestros propios gustos? Porque no es verdad que a toda una población le va gustar la misma maldita música, series, películas, personas...

A lo que iba era a que, si él aceptaba hacer eso entonces se debía a que quería ser un ''sin personalidad''; el estereotipo de chico: imbécil, arrogante, idiota y ¿todo para qué?

A eso yo le llamaba querer quitarse la vida, en definitiva, cambiar lo que eres por alguien que no lo vale.

Una pérdida de tiempo.

¿En qué momento fijó su vista en su regazo? Tenía ese semblante pensativo o quizá lo que tenía era vergüenza porque parecía incomodo como si le picase el trasero.

―S...sí.

Era evidente que no estaba seguro, sin embargo y en su inseguridad, aceptaba ser nadie para nada. Qué decepción me había llevado y qué ganas de joder a Emily también. Esa desgraciada era suertuda y ni se enteraba.

―No lo haré.

Mi repuesta se debió al no querer hacerlo porque de que podía hacer con él lo que me viniese en gana, podía y de eso no tenía dudas, sin embargo yo no iba a ayudarlo, si es que a eso se le puede llamar ayuda. Yo no iba a ser de esa clase aun él supiese lo que estuviese haciendo.

Además, me preguntaba una magnifica pregunta y era: ¿por qué diablos todos pensaban que yo era una badgirl? O sea, no sabía que las personas desinteresadas eran consideradas malas. ¡Maldita sea!

Él tragó saliva. Reparé cómo con sutileza presionaba sus dedos en el timón. Él no se atrevió a cruzar mirada conmigo, la vergüenza no se lo permitía y tal vez yo en su lugar hubiese hecho lo mismo. Era un iluso si pensó que, por un momento, yo le echaría una mano. Pobrecito, ay, si tan solo supiera que me daba igual.

―Y-yo... de-de verdad ―tragó otra vez y cerró sus ojos con fuerza. Me pareció percibir que apretó sus dientes ―... lamento mi osado atrevimiento. Lamento... haberle hecho pasar por esta situación tan atollada. Yo... yo no quería causar molestias ―concluyó en la misma posición. Sin mirarme con las manos empuñadas en el volante, su cuello tenso y sus párpados presionándose.