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Después de ver por la ventana la silueta de Tay desaparecer tras mezclarse con la oscuridad de la noche, di media vuelta y me tiré sobre la cama. Puse ambas manos detrás de mi cabeza, arrugué mi ceño en cuanto aquel sentimiento vacío abrumó mi tranquilidad, me trajo algo de nostalgia y lástima verme preguntando qué se sentía tener a alguien loco por ti, qué se sentía que fueses la pesadilla más linda de otra persona...

De seguro ni lo apreciaban.

Me había visto como una autentica estúpida, enamorada, teniendo pesadillas disfrazadas de sueños, creando niñadas y todo azúcar y todo caramelo; pero él no acompañaba el sentimiento, me había enamorado sola, no, él me había enamorado apropósito y por ser tan desgraciado, se merecía todo mi rencor y desprecio.

«Los sentimientos no cuelgan de cuerdas. Y si hay, créeme, no están ahí para jugar. »

*

Me quedé dormida anoche mientras pensaba estupideces. Al otro día fui despertada por el maldito ruido de la maldita alarma. Si no fuese porque la necesitaba, estuviese lanzándola por la ventana. La desactivé y me puse de pie sintiendo el peso de la desvelada.

Entré al baño rascando la parte posterior de mi cabeza. Este día parecía lunes otra vez, odiaba cuando los días parecían otros. El agua amaneció a temperatura glaciar, maldita sea, qué pesada mañana. Me apuré en salir lo más pronto posible puesto a que no aguantaba el agua. Me vestí y luego me eché un vistazo en el espejo a ver qué tal los trapos que me había puesto. Una vez lista, bajé a llenar mi estómago. Tenía un hambre del diablo.

En la mesa de la cocina mi madre manoseaba sus manos como si estuviese pensando en algo en serio preocupante, parecía fuera de sí... como nerviosa. Eso no me gustaba para nada. Pisé con fuerza y ella volteó a ver la entrada.

―¿Mamá? ―movió sus irises despacio a mi rostro―. ¿Qué pasa? ―inquirí ceñuda. Jalé una silla de la mesa hacia afuera y me monté sobre ella.

―Toma. Bebe ―me ofreció un vaso con jugo de naranja. Analicé la expresión caída en el rostro de mi madre, su demora estaba jodiendo mi paciencia.

―Mamá.

Continuó tomándose su tiempo, cosa que me hizo apretar mis dientes, contuve las ganas de volcar los ojos solo porque sabía que eso la sacaba de quicio. Bebí un trago del zumo.

Expulsó aire y tosió intencional, quizá, para encontrar su voz.

―Tu padre quiere verte, a ti y a Maya –soltó.

Me atraganté con mi jugo de naranja. Abrí los ojos y, acto seguido, fruncí el ceño en completa molestia. Luego suavicé mis expresiones porque no, ella no podía estar hablando de quien creía.

―¿Qué padre? ¿Te conseguiste un novio, mamá?

―¿Cómo que qué padre? ―reprochó―. Mackenzie no hagas esto, presta atención. Él no merece que lo trates así ―espetó queriendo sonar dura, defendiéndolo. Yo solo cerré mis ojos. Me entraban unas ganas de agitar sus hombros para hacerla entrar en razón. Yo no tenía que darme cuenta de nada, lo sabía todo y él continuaba siendo la misma porquería.

Corromper a un nerd (novato). [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora