Capítulo 26

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Su médico la llamó esa tarde.

La prueba había resultado positiva. La información no sorprendió a la joven, ya se había preparado para ello y estaba casi segura de que estaba embarazada.

Jimin llegó a su apartamento diez minutos después que ella. Antes de que ella pudiera hablar, antes de que pudiera siquiera formular en su mente lo que iba a decirle, él la tomó en sus brazos y la besó... con apasionada vehemencia.
Ella se apartó gradualmente.

- Jimin -murmuró, aspirando hondo-. Jimin, tenemos que hablar.

Jimin la miró con recelo, aunque no dejó de sonreír.

-Hm... Algo me dice que debo prepararme para algo serio.

-Sí, más vale -le advirtió Jeongyeon, acercándose a la ventana para mirar hacia afuera.

Jimin la miró fijamente.

-Te escucho -dijo por fin.

-Estoy embarazada.

Se produjo un silencio, luego habló:

-Querrás decir que se te ha retrasado el período.

-No. Quiero decir que estoy embarazada. He hablado con el médico esta tarde. La prueba fue positiva.

Él se quedó inmóvil.

Ella apenas podía oírle respirar. Cobrando ánimo, se volvió hacia él.
No pudo descifrar su expresión. No parecía complacido ni molesto. Estaba tenso y como si tratara de controlarse.

-¿Estás enfadado?

-No - Jimin tragó saliva-. Sorprendido, sería más adecuado. Jeongyeon... ¿cómo has podido...? Quiero decir, siempre has sido tan... tan cuidadosa.

-En todo... excepto en lo relacionado contigo.

Los ojos de Jimin se clavaron en ella. La escudriñaron, como si buscaran algo.

-Bien -dijo, después de un minuto interminable-. Tú has tenido más tiempo que yo para pensar en esto -se mordió los labios y luego apartó la mirada.
Su voz era baja, casi inaudible, cuando declaró;

- La decisión definitiva es tuya, Jeongyeon.

-¿La decisión definitiva?

-Sé lo mucho que significa para ti tu carrera -dijo él, con dificultad-, Sé lo importante que es tu trabajo. No estoy en situación de juzgarte.

-¿De juzgarme? Jimin... ¿de qué estás hablando?

-Si no quieres tener al bebé, lo entenderé.

¿No tener al bebé? Esa idea ni siquiera se le había pasado por la imaginación. En cambio se le había ocurrido a Jimin casi en el acto. ¿Era eso lo que él quería? ¿Que abortara?

Jeongyeon disimuló su desazón. Si el tenorio de P&D, Don Juan Casanova Park no quería adquirir la responsabilidad de un hijo, si no era el hombre decente, paternal y responsable que había supuesto ella, que no lo fuera. Ella afrontaría la maternidad sola. Podría vivir de sus ahorros durante algún tiempo.

-Bien -dijo Jimin después de un momento-. Di algo.

-No pienso abortar -declaró ella con voz pétrea.

-Oh - Jimin parecía un poco aturdido-. Está bien.

-¿Está bien? ¿Es todo lo que se te ocurre decir?

-Estoy perplejo, Jeongyeon-dijo-. ¿Qué se supone que debo decir? -se dio la vuelta y se dirigió hacia la puerta, una vez allí se volvió y dijo-: Dame un poco de tiempo, ¿quieres? Volveré más o menos dentro de una hora -abrió la puerta y salió.

Jeongyeon se quedó inmóvil en el centro del cuarto, mirando fijamente hacia la puerta cerrada.

No estaba muy segura de lo que esperaba que hiciera Jimin, pero jamás que se fuera así. Suponía que le ofrecería su apoyo moral y económico, aunque no se comprometiera a nada más serio.
Pero, en lugar de eso, se había dado la vuelta y se había ido.

Quizá esa fuera la reacción más sincera, reflexionó ella, mientras iba a su habitación para cambiase de ropa. Quizá debiera consolarla el hecho de que Jimin no fuera hipócrita, de que no se escondía detrás de una fachada de formalismos. Había pensado que ella podía desear un aborto y se lo había dicho. No estaba seguro de sus sentimientos y se había ido para reflexionar.
Nada de lo cual pronosticaba un gran futuro con él, pero al menos sabia que podía contar con su franqueza.

Colgó su ropa de trabajo en el armario. Luego se dio una ducha. No se preocupó de ponerse bella para Jimin aquella noche. No sabía cuando regresaría.

Si alguna vez regresaba, pensó desolada. Quizá ahora estuviera camino de la estación, con todos sus talonarios de cheques por si ella le exigía ayuda económica para su hijo.

Una risa amarga escapó de su garganta mientras iba a la cocina. Abrió la nevera, pero la cerró inmediatamente, sintiendo nauseas ante la sola idea de comer algo.

Los ojos se le llenaron de lágrimas, sin embargo, parpadeó con fuerza para controlarlas. Llorar era un lujo que no podía permitirse. Si Jimin se iba, que se fuera. Le había despreciado durante cuatro años. Suponía que podría aprender a despreciarle otra vez.

Se dirigió hacia la sala y se sentó en el sofá. Apretó las manos sobre su vientre, como si quisiera comunicarse con su bebé a través de las palmas.

Quería decirle que no se preocupara, sería tan buena madre como le fuera posible, sin importarle qué clase de padre fuera Jimin.

-Es posible que no esté imbuida de un enorme instinto maternal -murmuró a la incipiente vida que latía en su vientre-. Pero soy rápida aprendiendo y ya sé cambiar pañales y preparar biberones. Y mis hombros son confortables para consolar bebés. Saldremos adelante.

El sonido del timbre la sobresaltó. Se asomó a la cocina para consultar el reloj de pared. Jimin había estado fuera una hora y quince minutos.

Aspiró hondo y fue hacia la puerta. Después de mirar a través de la mirilla, abrió.

Jimin seguía vestido con su traje formal, aunque se había quitado la corbata. En los brazos llevaba una enorme bolsa de papel. De la bolsa sobresalía una caja rectangular blanca.
Estaba sonriente y parecía bullir de energía.

-Creo que lo tengo todo -dijo mientras entraba en la cocina y dejaba la bolsa sobre la mesa.
Perpleja, Jeongyeon le vio vaciar la bolsa. Sacó de ella la caja en primer lugar y se la entregó a la joven.

-Esto es para animarte un poco -dijo.

Jeongyeon abrió la caja. Contenía una sola rosa roja sobre un papel de seda verde. La sacó y olió el capullo con forma de corazón que todavía no se había empezado a abrir. Su olor era delicioso.

-¿Animarme para qué? -preguntó, con una leve sonrisa.

-Para esto -dijo Jimin sacando de la bolsa una botella de champán.
Se la entregó con una enorme sonrisa.

-Oh, Jimin...

Jeongyeon no entendía por qué él hacía eso ni por qué suponía que debía congraciarse con ella. Lo único que la podría alegrar ahora era oírle decir que estaba encantado con la noticia del bebé. Miró la botella durante un momento y luego la dejó en la mesa.

-No puedo beber esto -dijo-. Las mujeres embarazadas no deben tomar alcohol.

-Oh - Jimin le dirigió una sonrisa mansa-. Bien, podremos guardarla para cuando el bebé haya nacido. Mientras tanto... -con gran fanfarria, metió la mano en la bolsa y extrajo un recipiente con helado-. Es de chocolate y vainilla -informó y luego sacó una lata de pepinillos.
Jeongyeon se echó a reír.

-Bien, ahora viene lo serio-dijo él, aunque seguía sonriendo.

Buscó en el fondo de la bolsa y sacó un libro titulado Cómo cuidar bien a un bebé
Jeongyeon tragó saliva.

-Y lo último, aunque no lo menos importante... -metió la mano en la bolsa por última vez y sacó un pequeño estuche.

Su sonrisa desapareció y adoptó una expresión solemne cuando cogió la mano de Jeongyeon y depositó en ella el estuche.

- Jimin...

-Ábrelo.

•It Was Not A Plan• // pjm+yjyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora