Capítulo 25

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Sonriendo con melosidad, Jeongyeon cogió la mano del empresario y la apartó de su hombro, volviéndola a dejar sobre la mesa.

Jimin observó toda la maniobra con atención, como un tigre al acecho. Pero NamJoon devolvió la sonrisa a la joven, dejando su inquieta mano donde estaba.

-Es una mujer excepcional, ¿verdad, Jimin? -dijo, aunque sus ojos no se desviaron de ella.

-¿Excepcional en qué sentido? -preguntó Jimin con los dientes apretados.

-Excepcional en todo sentido. Bella, inteligente y segura de si misma.

-No hace falta que me enumeres sus cualidades, NamJoon -dijo Jimin, haciendo un visible esfuerzo por controlar la ira-. La conozco desde hace mucho tiempo, no lo olvides.

-Si la conoces desde hace tanto tiempo y no la has conquistado aún, es que empiezas a perder tus aptitudes, viejo.

Jeongyeon dio un respingo. Estaba quizá más indignada que Jimin.

-Sí no le molesta, preferiría que habláramos de otra cosa, señor Kim. No soy ninguna muchachita tonta que se conquista o de la que se toma posesión como si fuera un objeto.

-¡Y qué genio! -comentó NamJoon con admiración, dejando que su mano se deslizara debajo de la mesa sobre el muslo de la joven.

En cuanto la mano de su amigo desapareció de vista, Jimin se incorporó como movido por un resorte.

-Créeme, NamJoon, sé más del genio de Jeongyeon de lo que tú te puedas imaginar -dijo con intención y con voz ominosamente baja.

Jimin o no genio, el leve malestar que había aquejado antes a Jeongyeon adquirió ahora las dimensiones de una náusea declarada.

-Si me disculpan -se puso de pie y miró a uno y a otro, como preguntando cuál de ellos la dejaría pasar.

Ambos se pusieron de pie.

NamJoon se deslizó fuera del reservado y Jimin le apartó la mesa. Apretando los dientes, la joven se dirigió hacia el cuarto de baño.

¡Hombres! gruñó en su interior. ¡Niños! ¡Todos los hombres son unos niños!

-Lo siento -dijo Jimin.
Iban de camino a la oficina. Jeongyeon no sabía cómo aceptar la disculpa de Jimin.

-Olvídalo.

-Lo que pasa es que me ha fastidiado verle en acción, tocándote y dirigiéndote todos esos elogios y...

-Olvídalo.

Jimin extendió una mano y cogió la de Jeongyeon.

-No he tratado de competir con él por ti -dijo, tratando de justificarse-. Tengo suficiente confianza en ti como para saber que sus tretas no te impresionan. No sé... -suspiró, recordando el súbito malestar de la joven cuando estaban en el restaurante-. No es que dude de tu capacidad para cuidar de ti misma. Pero he podido darme cuenta de que hoy no te sentías muy bien. De repente me pareciste tan..., tan frágil, te pusiste muy pálida y... quise protegerte. Lo siento.

-Por favor, deja de decir que lo sientes.

Jimin le apretó la mano, luego se la soltó para cambiar de marcha.

-Quizá te haya sentado mal el vino -sugirió Jimin-. Ni siquiera probaste tu ensalada.

Jeongyeon asintió.

De todas formas, aquel malestar no era nuevo para ella. La aquejaba desde hacía varios días y se le había retrasado el período.
Pero no podía decir nada a Jimin, todavía no. No hasta que estuviera segura. Ya había visitado a su médico y le había aconsejado que esperara algunos días.

•It Was Not A Plan• // pjm+yjyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora