Desde la casa de Jeongyeon habían ido a una tienda especializada en bebés.
Finalmente habían elegido, al cabo de un breve debate sobre sus pros y sus contras, una cuna de madera.
Después de meter en el coche la cuna, algunas bolsas de pañales, algunos biberones y un oso de peluche que debía ser el doble del tamaño de Manse, se dirigieron hacia el apartamento de Jimin. El lugar era como Jeongyeon había supuesto: grande, con elegante mobiliario, luces indirectas y un complejo equipo de música. Justamente el tipo de decoración impersonal y elegante que un joven y triunfal ejecutivo como Jimin elegiría, pensó Jeongyeon con cierto desdén.
Jimin llevó los artículos comprados al piso superior y armó la cuna mientras Jeongyeon daba a Manse un biberón. Ella hubiera preferido pasar el tiempo curioseando en la sala, leyendo los títulos de los libros acomodados con cuidado en los estantes que abarcaban una de las paredes o buscando entre los sillones de cuero algún pendiente olvidado. Le acuciaba la curiosidad sobre Jimin.
Hasta ese momento no se había ocupado de preguntarse dónde o cómo viviría. Pero eso se debía, sin duda, a que no habían tenido un contacto personal desde aquella tarde hacia va cuatro años.
Recordó que la única razón por la que Jimin le había pedido ayuda era que confiaba en su discreción. Sentada a la mesa en la confortable y bien equipada cocina, Jeongyeon acomodó la cabeza del bebé sobre su regazo y el cuerpo sobre sus rodillas y mientras él se tomaba el biberón, meditó sobre la situación.
No podía haber otra razón por la solicitud de ayuda de Jimin aparte de su falta de curiosidad. No podía haberle pedido su ayuda por amistad, ya que la relación que habían mantenido desde aquella celebración navideña había sido todo menos amistosa.
Sin embargo, ahora se sentía más unida que nunca a él. Quizá más que amistad o simpatía, lo que sentía ahora por él era una especie de conmiseración solidaria. Jimin no era precisamente el tipo de hombre que podía suscitar compasión en una mujer como Jeongyeon. Sin embargo, verle tan inseguro y vulnerable no dejaba de ser conmovedor. Y su insistencia en comprar ese absurdo oso de peluche monumental..., nunca habría imaginado Jeongyeon que Jimin pudiera ser tan poco práctico. Pero más que poco práctico, el hecho de comprar el oso había sido enternecedor.Algo en Manse hacía brotar la ternura escondida en Jimin. Esa dulzura desconocida, inusitada, más que otra cosa, era la que despertaba la curiosidad de Jeongyeon.
Cuando el bebé dejó de comer, ella siguió jugando con él, mientras Jimin ojeaba el contrato de KimSoftware.
Se había puesto unos pantalones vaqueros y una camisa deportiva a rayas. El atuendo informal le sentaba bien, pensó JeongYeon, con la mitad de su atención concentrada en el bebé que tenía en el regazo y la otra mitad en el apuesto hombre que se encontraba enfrente de ella.
-Me sorprende que hayas realizado tanto trabajo preliminar sobre la cuenta incluso antes de que Kim aceptara nuestros servicios -observó Jimin, colocando los papeles en un ordenado montón antes de volver a meterlos en la carpeta-. ¿Y si hubiera decidido contratar los servicios de otra asesora?
-Pues habría perdido mucho tiempo y esfuerzo -respondió Jeongyeon encogiéndose de hombros-. Siempre hago mucho trabajo preliminar cuando estoy cortejando a un nuevo cliente. Después de todo, no quiero que piensen que sólo por ser mujer no sé nada sobre sus negocios.
Jimin no podía haber dejado de notar su tono irónico, pero respondió con seriedad:-Debe ser muy molesto para ti encontrarte con clientes que no te tomen en serlo, ¿verdad?
-Clientes y colegas.
Jimin esbozó una sonrisa enigmática.
-¿Te refieres a mí?
-A quien se de por aludido,Park...
-Jeongyeon bajó la mirada y procuró no alterarse.
Aquel era un tema que podía irritarla con facilidad.
La sonrisa de Jimin se suavizo.-Siempre te he tomado en serio, Yoo.
-Ja, ja -se burló ella-. Sin duda es por eso por lo que hiciste todo lo posible para que no me incluyeran en el contrato Bachman y por lo que pasaste a Bob Glickman el asunto de Donhyun y Compañía en lugar de a mi y por lo que ni siquiera cuentas ningún chiste verde en mi presencia, ¿verdad?
-¿Te gustan los chistes picantes? -preguntó Jimin, arqueando las cejas.
Ella le miró fijamente.-Sí, si son graciosos -declaró-. Pero no si son misóginos.
Jimin sonrió y dijo:-Me extraña que manifiestes tus opiniones feministas cuando en este momento pareces una abnegada madre.
-¿Madre abnegada? -explotó -. ¡Este bebé es problema tuyo, Park, no mío!
-En ningún momento he dicho que sea tuyo -dijo Jimin con calma-. De hecho, no he dicho que sea un problema -sonrió-. Lo que he querido decir es que cuando le coges así y juegas con él, estás muy... muy femenina.-
¡Como si una mujer sólo estuviera femenina cuando cuidaba un bebé y no cuando se ocupaba de negocios y analizaba datos financieros!, pensó ella con irritación.
-Si tu intención ha sido halagarme. Park, has fracasado entre dientes. Mientras volvía a
colocar la anilla de plástico en la boca de Manse.
Jimin parecía a punto de replicar algo, pero sus palabras fueron interrumpidas por el timbre del teléfono. Se echó un poco hacia atrás y descolgó el aparato.-Hola -Jimin permaneció en silencio un momento y, su cara adquirió una repentina expresión de seriedad. Apretó el auricular-. Sí, está bien, acepto la llamada... ¿Hyesun? ¿Hyesun, dónde estás?
Hyesun. La madre del bebé. El primer impulso de Jeongyeon fue salir de la cocina para que Jimin pudiera hablar con confianza, pero una curiosidad inhabitual en ella la hizo permanecer en su asiento. No es que fuese curiosa, pero después de lo que había compartido con Jimin, no le parecía irrazonable saber un poco mas acerca del bebé que tenía en el regazo. Si Jimin le pedía que saliera, por supuesto lo haría. Pero si no se lo pedía, se quedaría allí.
No se lo pidió.-No, no se lo he dicho a nadie -estaba diciendo Jimin-. Por supuesto que no. ¿Tú has...? -se interrumpió para escuchar, con cierta tensión en la cara-. No, está bien. Ha llorado un poco pero va se ha calmado. Ah si. Pues me alegro de saberlo. Le he comprado una cuna y... Oh, por amor de Dios, no iba a acostarle conmigo en la cama.
Claro que no, pensó Jeongyeon con ironía, ese sitio estaba reservado únicamente para mujeres.
-Hasta el momento no ha sido demasiado pesado -estaba diciendo él al teléfono-. Aprendo sobre la marcha. Pero me esta ayudando alguien -desvió la mirada en dirección a Jeongyeon y añadió-: Es una amiga. He supuesto que ella sabe más sobre estas cosas que Yo. Pero escucha, Hyesun, no convirtamos esto en algo permanente, ¿quieres? Tengo que vivir mi propia vida y... Está bien, si... estaremos en contacto -se puso de pie y colgó el auricular.
A Jeongyeon le costó un poco de trabajo asimilar lo último que había oído. Eso de que tenía que vivir su vida le pareció sumamente egoísta... en caso de que él fuera el padre de la criatura. Pero, si no lo era, ¿por qué le estaba cuidando?
Como no podía contestar esa pregunta, la olvidó y se concentro en lo demás que había oído. Una amiga. Se había referido a ella como una amiga. ¿Así era en realidad como la consideraba? ¿O simplemente sentía un poco de simpatía hacia ella ahora que le estaba ayudando en aquel trance?-¿Por qué no cojo un momento al bebé mientras nos preparas algo de comer? Yo no sé tú, pero yo me estoy muriendo de hambre.
-No voy a preparar nada -replicó Jeongyeon irritada-. Por si no te has dado cuenta, esta es tu casa, Eres el anfitrión. Esta es tu cocina y yo sólo he venido a ayudarte porque me lo has suplicado y porque tenemos que trabajar en el contrato Kim. Te he hecho un enorme favor al venir aquí, Park. ¿Crees de verdad que además voy a cocinar para ti?-
La vehemencia de la joven sorprendió a su interlocutor.
-Yo sólo quería salvarte de mis espantosos guisos -declaro a modo de defensa-. Todos los que se exponen a mis platos se ofrecen después como voluntarios para preparar la comida.
-Un buen truco -dijo Jeongyeon con tono seco-, Si haces algo lo suficientemente mal, nadie te pedirá que lo vuelvas a hacer. Pues olvídalo, colega. Yo también soy una pésima cocinera.
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•It Was Not A Plan• // pjm+yjy
FanfictionLa joven ejecutiva Yoo Jeong Yeon no sentía la menor simpatía por Park Jimin, su atractivo compañero de trabajo, ya que su actitud condescendiente con ella la exasperaba. Debido a ello, no supo si explotar o echarse a reír cuando él le pidió consejo...